No podría ser de otra manera. No somos un producto que evoluciono o «simplemente» se hizo a sí mismo. Siempre hemos sido. No existe otra fórmula de encontrarle la quinta pata al gato. La vida y sus misterios, sus porqués y razones no tienen lógica, solo podríamos entenderla si «aceptamos» que somos lo que siempre hemos sido aún no tengamos claro… ¿Qué carajo somos?…
Ni Einstein, ni Hupitell, ni nadie, podría explicarse así mismo. Ni las historias sagradas de los Incas o chonchomecas. Ni las motivadoras historias del quijote o sancho panza, ni las sublimes compasiones de Cristo o las llamaradas punzantes del demonio. No hay extraterrestres sensatos y si escurridizos.
Usted podrá matarse noche a noche intentando «llegar» al «más allá» a través de sus meditaciones y solo recibirá un diluvio de imágenes inexplicables que «abultaran» sus dilemas dejándolo solo con la convicción de que «hay algo»…
Efectivamente, hay algo. Y es usted y yo y todos los demás y el mundo y las estrellas y todo, todo lo que alcanzamos a ver e imaginar. Que ese algo sea mágico es irrelevante, ya que ¿Qué es la magia? La magia es todo lo que nos sorprende y que no podemos concebir como «real» pero ¿No somos nosotros mismos un hecho para sorprendernos? ¿O acaso podemos afirmar que somos reales? Y ya en última instancia ¿Qué es lo real?
Eso de la magia y lo real no es más que «un intento» por explicarnos. Parecería que paralelamente «al existir» surgió también la inquietud por «descubrirnos»… y esto ha dado como resultado que «en nuestras infinitas formas» de creación, sigamos «reinventándonos» para ver si «alguna de estas nuevas creaciones» da con la respuesta… ¿Me explico?
A ver, vamos por partes con Jack el destripador. Si yo siempre he sido, si surgí de la nada, que ya seguro «era algo» y de repente «me pienso» y me cuestiono, seguramente la primera pregunta que me haría sería: ¿Qué soy? Y si logro saber «que soy» seguro surgiría otra pregunta: ¿Quién soy? No es lo mismo «QUE» que «QUIEN» El primero sería la composición que me sostiene y lo segundo. ¿Quién es el que sostiene?
Uno puede mirarse en el espejo y «definir» qué cosa es la que estamos viendo, sin embargo, el que está definiendo lo que está viendo no se puede ver… ¿Entienden?
Yo sé que este latido es el lío de los líos de todos los que ya me he «metio» antes. Pero vamos pa’ lante, total, aquí nadie sabe na’ y un disparate más no afectará en nada el constante vagar del mundo. Por cierto, debo aclarar que esta idea no es mía, surgió al escuchar hablar a una joven llamada Marina Seren en una entrevista a través de YouTube. De todas maneras, ya ustedes están acostumbrados a estas descargas que, aunque intenten dar luz muchas veces terminan oscureciéndonos más…
La lógica del asunto es que, si yo de repente «me reconozco» o, mejor dicho, si siempre he sido y vivo en esa nube acogedora del ser, «es probable», que en algún momento me dé cuenta de que voy navegando o flotando, como quieran llamarle, y que surja una pregunta. ¿A dónde voy y para qué? Cuando me haga estas preguntas comenzaran los cuestionamientos interiores donde también quiero saber lo que soy.
Hoy le preguntaba a mi hija Luna, de 8 años, si ella se recordaba de cuál de los dos idiomas que domina fue el primero que aprendió. Ella me contesto que no recordaba porque «sentía que siempre habían estado ahí» es decir, siempre «estuvieron» en ella. De la misma manera surgimos sin saber «como» para más adelante empezar a meditarlo.
Nunca moriremos, adquiriremos todas las formas adquiridas antes una y otra vez. Piedra, rio, hoja, gusano. En el obstinado afán por descubrirnos, pasaremos de dimensiones en dimensiones. Fantasmas, magnetismo, cuántico, abstracto. Y nada. Continuaremos en una danza que se multiplica al dividirse, como dijo la señorita Seren, en geométricos y perfectos fractales. Desesperadas formas que llenan las galaxias rozando al infinito.
Nunca lograremos dar con la respuesta que busca dar sentido a nuestra existencia porque dejaríamos de buscar, dejaríamos de recrearnos y en consecuencia dejaríamos de ser. El sentido pareciera ser, precisamente, «ser» sin darle más cabeza ni tratar de descubrirnos no vaya a ser que al hacerlo descubramos que somos… ¡Nada! Y ahí sí que se complica esta vaina de verdad.
¡Salud! Mínimo Existencialista
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).
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