Leonardo Faña es un profesional de la agronomía que por su constancia en la militancia política, siempre del lado de la democracia, ha desarrollado una visión que le permite apreciar las características de la sociedad dominicana e identificar las causas de tantas desigualdades sociales y de las carencias que afectan al pueblo dominicano.
Con responsabilidad poco común en nuestra clase política, Faña se ocupó de mostrar a la nación la nociva cadena de acciones fraudulentas acometidas por la organización mafiosa que formaba parte del gobierno presidido por Danilo Medina. Sus denuncias se enfocaron sobre todo en productos procedentes del campo.
El entonces presidente del Frente Agropecuario del Partido Revolucionario Moderno nunca hizo denuncias en el aire, sino en la tierra. Señaló nombres de los favorecidos con cientos de autorizaciones firmadas por el ministro de Agricultura para la importación de alimentos, de las cuales se benefició en gran medida un alto funcionario del Gobierno.
En una de sus tantas comparecencias, Faña dijo lo siguiente: “Estas evidencias, que es violando la Constitución de la República y violando las leyes y violando el decreto del mismo presidente de la República nosotros se la estamos enviando al presidente… se está jugando con la alimentación de un pueblo…, que se hacen negocios fraudulentos con la alimentación de este pueblo”.
En cada ocasión, Leonardo Faña presentó nombres de empresas, sus principales accionistas y los productos involucrados en las autorizaciones privilegiadas: arroz, habichuelas, ajo (¡ay, el ajo!). Desde el centro del poder político emanó una demanda contra el dirigente perremeísta, mas no pudo callarlo la soberbia peledeísta.
Al contrario, el agrónomo navarretense emprendió una cruzada para demostrar que las llamadas “Visitas sorpresa”, colocadas a fuerza de propaganda como gran logro, eran mayormente engaño y promesas que se llevaba el viento. “Las visitas sorpresa de Danilo son un completo engaño”. Dijo que lo comprobó en varias provincias.
Desde la cúpula peledeísta se advirtió alguna vez: “El poder no se desafía”. Pero Faña lo desafió. En agosto pasado, el presidente Luis Abinader designó a Leonardo Faña al frente del Instituto Agrario. Allí inició con las denuncias sobre los equipos del IAD que estaban en manos de particulares y de amigos de dirigentes del PLD.
Un sicario debería ser un cúmulo de sica, pero es algo peor: un asesino pagado. Unos son asesinos de cuerpo y otros de reputaciones. Faña es un perseguido moral, la celada peledeísta incluye a sicarios y sicarias de la palabra. La mafia pensó su doble matanza: eliminar moralmente al fastidioso Faña y lesionar al Gobierno.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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