Dentro de la dinámica de la vida, podemos destacar un factor que la hace imprescindible: «dualidad». No podríamos imaginarnos vivir desde «un solo polo», ya que no reconoceríamos «el polo en el que estamos»…
Dentro de los siete principios «kybalionicos», el de «polaridad» es quien mejor define la idea central de este latido. Dice: «Todo tiene lo opuesto». Los contrarios son lo mismo, idénticos en naturaleza, pero diferentes… «en grado».
¿Diferentes en grado? Lo bueno y lo malo. ¿Son iguales? Partiendo de esta declaración, escrita mil años atrás, podemos decir que usted y yo tenemos «tanto de bueno como tanto de malo».
Al parecer, la chispa que «enciende» la vida es precisamente «esa ambivalencia» que nos mantiene «activos» y abrumados a la vez. Un día estamos felices y al otro día desgraciados…
Podríamos imaginarnos, por unos minutos, que estamos económicamente, enamoradiza, saludable y confiadamente bien «siempre». ¡Que no tenemos que sufrir por nada! Ni amor, ni pobreza, ni nada de los millones de vainas, empeñadas en jodernos a través de la vida…
Un paraíso a su gusto del que «el bienestar» está presente constantemente; vamos a decir «una droga eterna» y sin complicaciones posteriores. Vivir en el paraíso sin sufrir tan siquiera un tropezón que nos raspe la piel sería estar en un letargo de «indiferencia» que nos haría «bobos» e inútiles.
¿Se imaginan perder el sentido del miedo o la aventura? ¿No temerle a nada porque nada nos haría daño? Seríamos como esos superhéroes indestructibles y seguros de su poder.
Lo breve, lo inseguro, el dolor, la pérdida, el fastidio y la tristeza no son más que sus contrarios, enseñándonos lo bueno que son cuando los tenemos. No podríamos experimentar alegría si no conociéramos la tristeza.
Para eso existe lo malo, para reconocer lo bueno. No hay forma de romper con las leyes naturales del universo. Porque ni muertos nos libraremos de ellas. No piensen que en el «más allá» la vida será color de rosas; en algún momento pediremos volver a «experimentar» esta dimensión dual, porque estar siempre en el bienestar… Es aburrido…
El bienestar humano, sin embargo, goza de «esa incertidumbre» que nos acecha constantemente y que sabemos nos hará temblar en cualquier momento. Nos reta a aprender a tomar las cosas con calma y sabiduría o, si no, nos arrastra por el suelo y nos pisotea.
Usted escoja el polo al que desea arrimarse. Podrá aprender a entender que el dolor es necesario o se mantendrá «seguro» en su casa sin salir a ninguna parte y «esperar» a que nada le suceda…
Hay gente que cae del paraíso y se refugia en la soledad tratando de «esquivar» la aventura de la vida. Vinimos a experimentar, no a evitar lo que, eventualmente, terminará por alcanzarnos, así sea debajo de la cama. ¡Salud!. Mínimo Bienestero.
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(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).