Una crisis política y social tiene que ser encausada con el diálogo y la concertación. Si los sectores enfrentados no pueden ir a una mesa para tratar los problemas, entonces vendrá el estallido. Nadie desea la violencia, pero es una posibilidad.
La crisis electoral tiene que ser desactivada. Lo único que se necesita es garantizar unas elecciones libres y democráticas. Que gane el que más votos tenga. Con la vigilancia de los organismos internacionales, la Junta Central Electoral tiene que garantizar unos comicios ejemplares.
La iglesia católica plantea que haya una salida a la crisis que afecta el país. Vamos por parte, la primera pugna a enfrentar es la electoral. Después vendrán otras jornadas de lucha. Pero los dominicanos deben tener la oportunidad de ir a los comicios.
Se propone mediadores con influencia cristiana y creo que es bienvenido todo el que pueda aportar en la crisis, pero ya pasó la era de los solucionadores mágicos de entuertos. Hay organismos legales para tratar los problemas electorales y también observadores internacionales.
Hay que esperar los resultados de la investigación de irregularidades electorales que realiza la Organización de Estados Americanos. Esto no le da a la OEA credibilidad, sigue siendo una institución al servicio de los Estados Unidos y muy desacreditada en América Latina.
Todos los actores mediáticos de la crisis electoral solicitaron la vigilancia de la OEA, y ahora lo que queda es esperar que dé a conocer resultados apegados a la objetividad y la verdad.
Hay que evitar y rechazar el tremendismo, la prepotencia y la altanería. Los que protestan tienen que saber que buscan y que persiguen. El populismo consigue muchas adherencias, pero a la gradería en ocasiones no le importa el destino nacional.
Los indiferentes ahora se unen a protestas. A ellos se les debe dirigir el mensaje de que el único camino es la celebración de elecciones, comenzando con las municipales y terminando con las presidenciales. La lucha por la democracia no es un espectáculo de farándula ni el capricho de niños ricos.
Los muchachos de la Plaza de la Bandera tienen que poner la cabeza en la realidad. Están en una lucha política-partidista donde se reclaman elecciones libres y justas. No pueden excluir a nadie de las protestas, sobre todo a personas y grupos que se han ganado a pulso su historial de lucha.
El ambiente está amenazado por grandes y peligrosas tormentas. Hay que transitar la senda de la paz y del entendimiento. Hay que descartar del trillo de los enfrentamientos y de la discordia. El momento exige elecciones libres y democráticas. El dominicano quiere vivir en paz. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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