«Ni sueñen que aquí se dará paso a los comunistas…»
Por Emiliano Reyes Espejo
Un maloliente olor a «golpe de Estado» se esparcía en plena transición del mando al nuevo gobierno. Los rumores sobre «aires golpistas» eran propalados por sectores de la ultraderecha política y estamentos militares que habían sido desplazados y se resisten a abandonar el poder.
-«Ni sueñen con que aquí se va a permitir que gobiernen los comunistas, están equivocados, ni los piensen», me dijo de manera enfática el teniente de la Fuerza Aérea, Geraldo Melenciano. El oficial y comunicador había sido recién nombrado, en el período de cambio de gobierno, como director del departamento de Prensa de la otrora Radio Televisión Dominicana (RTVD).
Melenciano me llamó a través de su secretaria para que pasara a su despacho porque, según señaló, quería conversar conmigo. Me platicó que desde que llegó al departamento me observaba y veía que yo era una persona sensata con la que se podía hablar, a diferencia -decía- de los otros periodistas que laborábamos allí como reporteros. Pensé: -«Seguro que dice eso mismo a los otros colegas cuando los invita a su oficina».
-«Nosotros sabemos que ustedes son tó comunistas…y simpatizan por los perredeistas. Pero no sueñen, nosotros no vamos a entregar el gobierno y mucho menos a ustedes», expresó mientras hizo girar en círculo en la mesa su pistola a manera de ruleta rusa.
El militar sacó lentamente el arma de la gaveta y con una desesperante parsimonia la puso sobre el escritorio. La rodó con su mano derecha, mientras me miraba fijamente al rostro. En tanto él giraba el arma, yo movía mi cuerpo a los extremos de la silla para evitar que el cañón me quedara de frente, apuntándome.
Aquella fue para mí una tensa conversación, pero él, sin embargo, permaneció impávido, frío, relajado, con gestos tranquilos y pausados, imperturbable. Calculé, esta era la forma que éste tenía para intimidarme.
Llamó a cada uno de los otros colegas. No sé si llegó a plantearles eso mismo a ellos. La situación se repetía cada día y las advertencias siempre eran las mismas. Él quería transmitir ese mensaje a los otros colegas que vivían también una situación de incertidumbre, aunque lo disimulamos, como forma de atemorizarnos.
Vimos que este funcionario militar tenía control en el manejo del departamento y que perfilaba cierto conocimiento de la dirección de prensa. Pero sobresalen, sin embargo, sus activos de la disciplina militar, ya que venía de laborar en el área de Relaciones Públicas de la Fuerza Aérea.
Melenciano sustituyó en el cargo al veterano periodista Miguel Ángel Reinoso Solís, quien a su vez desplazó a Alejandro Paniagua y éste al excelso poeta, periodista y también oficial de la Fuerza Aérea, Rubén Darío Vallejo,
1.-Tensa transición hacia la democracia
Transcurrían los tres meses de la transición para el nuevo gobierno de aquel emblemático año 1978. El partido ganador de las elecciones, el PRD, se preparó para asumir el poder. Había librado una «acalorada, tirante, difícil y extenuante batalla electoral» en la que la entonces poderosa organización, el Partido Revolucionario Dominicano y aliados, dio una soberana derrota al Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).
El PRD, con José Francisco Peña Gómez, el fenecido Antonio Guzmán, Jacobo Majluta, Salvador Jorge Blanco, Hatuey Decamps y otros históricos dirigentes perredeistas a la cabeza, aunaron ingentes esfuerzos conjuntos, con apoyo de Carlos Andrés Pérez, la Internacional Socialista y los «Liberales de Washington», para propinar una contundente derrota al PRSC que presidía su icónico líder Joaquín Antonio Balaguer Ricardo, quien era aupado por remanentes del trujillismo, sectores y fuerzas de ultraderecha, así como por los altos mandos militares y policiales.
Balaguer acumulaba en una sola alforja «todo el poder de la época». Pero no valió de nada esa acumulación de fuerzas, no pudo pese a ello, frenar la embestida de la expresión popular en las urnas. Desplazar del gobierno a los generales Enrique Pérez y Pérez, Juan René Beauchamps Javier, Neit Rafael Nivar Seijas, Salvador Lluberes Montás, comodoro Logroño Contín y el Almirante Ramón Emilio Jiménez hijo, entre otros jerarcas militares y policiales, no fue una tarea fácil.
Se podría afirmar entonces que se había expulsado del poder por la vía democrática y dejado fuera de juego al gobierno de 12 años de Joaquín Balaguer, con todo lo que eso implicó. Pero algunos de estos altos funcionarios civiles y jerarcas militares que parecían enseñorearse como dueños del país, resisten la entrega del poder y rumoreaban que se daría un golpe de Estado.
Los potenciales sediciosos habían colocado sus personajes en puestos claves de la administración del Estado y la televisora oficial no escapó a esa estrategia. Esa razón nos llevó a vivir en estos 90 días de transición, momentos difíciles a quienes trabajamos en el departamento de Prensa de RTVD, hoy Corporación Estatal de Radio y Televisión (CERTV).
El nuevo director de Prensa, nombrado en el interregno, nos sometió a todo tipo de presión, exigencias, rigurosa disciplina militar y a un suspicaz tratamiento. Éste mantuvo siempre el control de la oficina hasta después de retirarse de su jornada diaria de trabajo, con visitas sorpresivas o mediante llamadas telefónicas.
2.-Periodistas asediados
En ese ínterin pasé a trabajar en el horario nocturno con el reputado periodista Octavio Mata Vargas, mi compadre y mi maestro del periodismo que también laboraba durante el día en el Listín Diario.
Mata Vargas había logrado, en arreglo con el resto del personal, crear una rutina para esforzarnos más y adelantar el trabajo, a fin de aprovechar para retirarnos a descansar antes las 12 de la noche, que era el horario de salida. Melenciano se enteró y aplicó su «sapiencia castrense» para impedirlo. Para ello ponía a su esposa o a su hijo a llamar exactamente «a las doce, rayando», aduciendo pretextos baladíes.
-Dice mi esposo que miren a ver si él dejó un bolígrafo en su escritorio, que se lo aseguren-nos decía con voz extremadamente amable la señora de Melenciano, o su hijo, y de inmediato comenzaba a preguntar por los otros empleados. –Y Chichimeca ¿está, se encuentra? póngalo al teléfono-agregaba. Sabíamos que todo era una estratagema para asegurarse de que todo el personal nocturno estuviera allí a esa hora de la noche.
Esperábamos el timbrazo puntual a medianoche. Todos, aunque no estuviéramos haciendo nada, solo mirando la televisión, nos parábamos a esperar la dichosa llamada para de inmediato «poner los pies en polvorosa».
La radiotelevisora oficial estaba bajo el control de militares, incluyendo locutores y otros servidores. Por ejemplo, el jefe de la Policía, general Neit Rafael Nivar Seijas, operaba allí una de sus células políticas y el secretario de Educación, Leonardo Matos Berrido, tenía una oficina de emisión de cédulas falsas en la cuarta planta del palacio de la radiotelevisora. Parecía que se estaba listo para tomar el control de la televisora estatal, en caso de que se produjera la asonada que preconizaban los golpistas derrotados.
3.-Surge voz rebelde y decidida
La rebeldía es un activo de la juventud y casi siempre existen disidentes en un departamento, los cuales no se ajustan a algunas directrices o simpatías políticas. En este caso esa voz divergente la ostentaba el periodista Hugo López Morrobel, comentarista, productor de televisión y actual editor de Deportes del periódico El Día, quien desafió al régimen cuando se atrevió a proclamar en la redacción su afinidad política con el PRD. En esa época y en las circunstancias que vivía el país, esa era una osadía que podría costarle a cualquiera desde la cárcel hasta la muerte.
Dijo entonces que había donado su carro para la campaña electoral perredeísta. El talante del colega nos puso a todos los «nervios de punta», no solo porque él se exponía sino también porque corríamos el riesgo de ser cancelados.
-«Pero bueno López Morrobel, tú te estás volviendo loco, quieres que nos boten a todos», expresamos. –»Parece que tiene algún respaldo, mientras tanto, nosotros somos los que nos vamos a fuñir», expresaban Iván Ruiz y Nelson Acosta, este último «periodista del Palacio» que cubría las actividades del presidente Balaguer y de doña Emma Balaguer, el único que portaba un revólver de manera visible, con permiso legal.
López Morrobel no se inmutaba y decía de manera desafiante: –»El que tenga miedo que se compre un perro prieto». Éste tenía el apoyo del director de RTVD, don Ramón Font Bernard, se comentaba.
Balaguer entregó el poder bajo una enorme presión internacional y asumió la presidencia el fenecido presidente Antonio Guzmán, unos de los gobernantes más serios que ha tenido el país después del ajusticiamiento del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina.
4.-Sigue calvario de los periodistas
Pero el calvario de los periodistas no terminó ahí. La nueva gestión de RTVD que encabezó el licenciado Hatuey Decamps, nombrado director general de la radio televisora estatal, dispuso cerrar el departamento de Prensa. Hicimos gestiones para su reapertura y logramos una reunión con Decamps, quien nos recibió en su despacho trajeado de blanco por su condición de congresista. Nos arengó y reiteró la cancelación del grupo.
-«Están todos cancelados, la medida no se echará para atrás, menos tú López Morrobel, tú sigues en tu puesto», expresó el dirigente del partido blanco y nuevo director de RTVD.
La actitud de Decamps causó una airada reacción del periodista López Morrobel, quien ripostó al funcionario causando una agria discusión. El periodista enrostra al licenciado Decamps que mientras nos despedía, él tenía como su principal asistente a un hijo del oficial Melenciano que había sido nuestro verdugo en el departamento de Prensa.
López Morrobel defendió los aportes de los periodistas presentes en el proceso de cambio del gobierno de Balaguer. Refirió que él fue la persona que denunció al propio Decamps y a Fulgencio Espinal, que el entonces secretario de Educación, Leonardo Matos Berrido, operaba una oficina para falsificar cédulas de identidad personal en la cuarta planta del edificio de RTVD.
La filtración, divulgada por el programa vocero del PRD, Tribuna Democrática, dio lugar a una tenaz persecución contra el reportero por parte de miembros de la «Banda Colorá», organización paramilitar del régimen. A partir de esta denuncia, López Morrobel tuvo momentos difíciles, de inseguridad, que obligó a su familia con apoyo del director de la televisora estatal, don Ramón Font Bernard, a esconderlo fuera de la capital, donde vivió de manera clandestina.
El periodista López Morrobel cogió «pique» y abandonó abruptamente la reunión con Decamps porque, según nos narró, militó junto al funcionario en el Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD) el portaestandarte del movimiento estudiantil perredeísta en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y entendió que no debió actuar como lo hizo frente a sus colegas.
En cambio, -se supo luego de la candente reunión- que «el hijo del verdugo», un habilidoso joven delgado y de buen tamaño, fue quien suministró al licenciado Decamps la lista del personal que debían ser cesanteados. Y saben qué, era obvio, éste no puso en la lista a sus compatriotas reformistas. La iglesia estaba en manos de Lutero.
Un poco más sosegado, una semana después el licenciado Hatuey, inteligente, sagaz e impetuoso dirigente político y funcionario, nos remitió telegramas que nos llenaron de alegría, ya que con los mismos éste dispuso el reintegro de casi todos los periodistas y demás personal cancelados.
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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