Lo crea usted o no, el coronavirus cambió la forma de vivir en el mundo actual. Nos encontramos justo en el momento en que la población a nivel mundial, debe fortalecer la forma de convivencia social, humana.
Estamos asumiendo la vida ante un nuevo mundo; un nuevo orden social que ahora denominamos «covidianidad o la nueva normalidad», la que nos constriñe a ser más humanos, solidarios, prudentes y más familiar. Esto valores serán parte indispensables del paquete moral impositivo en este renacer socialmente.
Ahora debemos imitar a las abejas, tenemos que polinizar nuestras acciones, germinarlas y producir semillas, como las mariposas, ese será nuestro aporte al desarrollo sostenible.
Se ha develado la capacidad de ser personas honestas. Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos. Por grande que sea el puesto, ha de mostrar que es mayor la persona. Esto así, porque la cordura ahorra disgustos y la prudencia evita muchos, como diría Baltasar Gracián, en el Arte de la Prudencia.
Es necesario que brote de nuestro ser valores benignos. Indispensable que seamos más honestos. Pero inclinados en el sentimiento más grande, ese que nos calma, que nos hace sentir cerquita a Dios: el amor. El más poderoso hechizo para ser amado, como nos dijo este citado ilustrado autor. Una realidad, hoy y siempre solo el amor nos amparará.
Aprovechemos el tiempo libre, de esta cuarentena, que ha sido bastante!. Como diría Daniel Goleman, en la Inteligencia Emocional, el tiempo de ocio, posibilita el florecimiento del espíritu creativo; ese que fue socado por las agendas demasiado estrictas. Comencemos a aprovecharlo para acciones que den frutos destinados al bienestar de la colectividad.
Aportemos a nuestra sociedad. Unámonos a acciones que aporten a la comunidad. Hoy que mucha gente sufre, mientras otras aprovechan el drama humano para beneficios propio, seamos parte del fragmento que ofrece luz. Como dijo la escritora Edith Wharton, seamos la vela o elijamos ser el espejo que la refleja, pero accionemos, no es momento de estar indiferentes. Usemos la cabeza, y el corazón.
Que esta nueva normalidad no nos deprima; todo tiene un propósito, y la vida es maravillosa. Dios sabe por qué permite al ser humano vivir momentos de desolación. Quizás, es para qué replantemos nuestra coexistencia.
Dejemos que Dios sea nuestro norte y mostremos su destello. Somos afortunados, tenemos vida. Qué las banalidades del pasado no renazcan como atadura a ella!. Tenemos lo más significativo, lo demás llegará por añadidura, con mucha constancia y trabajo. Mientras tanto, seamos hoy más que nunca, sensibles ante el dolor. Que la gratitud sea nuestro mejor vestido, cubierto de humildad, prudencia, respeto y la responsabilidad, conque debemos actuar. Pasemos del texto a la acción, es tiempo.
Por otra parte, si es cierto que nuestras acciones afectan a los demás, elijamos ser mejores! La nueva covidianidad nos obliga a trabajar el agradecimiento, optimismo, restando importancia a lo material, como alcanzar felicidad. No estamos solos!.
Abracemos el amor, que todo lo puede. Él no nos mira con los ojos, sino con la mente, como dijo Shakespeare, en Sueño de una Noche de Verano. Su preeminencia descrita en La Biblia en Corintios 13, enseña que entre otras cosas este sentimiento benigno, al no ser jactancioso, tampoco se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo…, ni se goza de la injusticia, más bien, se goza de la verdad, mientras todo lo espera.
Que él sea nuestra plataforma para actuar; para vivir sin temores, pero siendo prudentes en esta nueva normalidad, que nos precisa contribuir para que nuestras poblaciones y nuestros países se encumbren y florezcan.
Hasta pronto.
(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora, residente en Santo Domingo).
santosemili@gmail.com
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