Las izquierdas participantes y el progresismo electoralista están emplazadas a una reflexión constructiva sobre su concurrencia a las votaciones recientes.
Las reglas vigentes del juego electoral sustentan una desigualdad espantosa y un ventajismo colosal. Aceptarlas sin impugnarlas ha sido un grave error; mas después de lo vivido y sufrido por ellas en esos escenarios monopolizados y tramposos, trituradores de minorías sin grandes recursos.
Otros asuntos a examinar son los contenidos de la política asumida, porque frente a derechas inescrupulosas, entreguistas, neoconservadoras y hasta fascistoides, en el marco de un sistema podrido y brutalmente desigual, con un empresariado voraz, una clase política desacreditada y un imperio implacable e interventor, los pactos con esas fuerzas, la derechización y la escasa diferenciación, perjudican a quienes, como izquierdas u otra denominación, optaron por meterse en esa fosa.
La reflexión crítica y autocrítica debe incursionar en la forma de hacer y relacionarse en política de cara a las nuevas generaciones y ante la vertiginosa evolución tecnológica del dominio del gran capital y de su contrarrevolución cultural ultra conservadora.
Esto obliga a una actitud radicalmente transformadora. Pero la verdad es que, en estos comicios, representantes de dos agrupaciones neofascistas minoritarias se expresaron con más radicalidad que el progresismo y esas izquierdas.
Con su neofascismo populista y ultra nacionalista condenaron más categóricamente a los políticos tradicionales, al gobierno y empresarios corruptos, y eso podría explicar, en parte, que le fuera mejorcito.
Incluso Virginia Antares, joven candidata presidencial, se expresó con más profundidad y más a la izquierda que las izquierdas contaminadas por un progresismo inocuo, y avanzó alguito más. Estoy seguro que le hubiera ido mejor si su partido no hubiera pactado en otros niveles con una oposición perversa y desacreditada.
Guillermo Moreno cosechó su fracaso terminal por pactar con el PRM, sumándose a la candidatura empresarial, neoliberal y pro colonialista de Abinader.
En el Movimiento Caamañista-MC hace tiempo aprendimos de nuestros tropezones con la trampa electoral, sufridos cuando nos mentimos en ella como PCD y FR, ya solos o en unidad con otras izquierdas. Y esto no es para ufanarse, porque más allá del acierto político, son profundas nuestras debilidades a superar. Por su parte, FR y MPD al final lograron evadir ese matadero.
La reflexión crítica y autocrítica debe comenzar por ahí, profundizar y concluir con la decisión de proponernos refundar y unificar las fuerzas transformadoras, subvertir el sistema por otra vía y con formas de lucha que impliquen crear poder popular para reconstituir el Estado, su Constitución, sus leyes y sus reglas de juego.
@narcisoisaconde
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).