A Pleno Sol
Con la economía dominicana sometida a la fuerza del dólar, es difícil poder sentar las bases de un control en los precios de los comestibles básicos, pero de alguna fórmula se deben valer las autoridades para dar paso a una guerra contra el agiotismo y la especulación.
Hay que tener cuidado con dejar flotar a la libre los comestibles y los alimentos, y por el contrario sus precios deben ser estabilizados y luego congelados. La fuerza del mercado para imponer precios es un monstruo que destruye todo lo que toca.
Los mismos empresarios salen perjudicados, con una economía desbocada, sin controles efectivos, y donde solo interesan los numeritos de los economistas. Saben bien los expertos en economía, que lo más importante es mantener el equilibrio.
Cuando ese control de que todos pueden subsistir se rompe, comienzan las protestas en petición de mejores condiciones de vida. La economía tiene varias caras, y la flotación de precios de acuerdo al mercado es una de las odiosas.
Hay que tener cuidado con meter de contrabando el paquetazo impositivo. Al parecer muchos de los impuestos que fueron rechazados, ahora se podrían estar aplicando en forma sostenida e individual.
El desarrollo de la economía tiene como agente fundamental al gobierno, los empresarios y el consumidor final. Es el pueblo con el pago de sus impuestos que mantiene el desarrollo económico, y sustenta las riquezas.
No hay que ser economista para saber que los empresarios son generadores de riquezas, e intermediarios de los impuestos. No absorben las cargas impositivas, sino que la echan a los productos y los servicios, y al final los compradores son los que pagan.
De la clase media hacia abajo ya hay la suficiente presión. Sus salarios desaparecen ante los masivos aumentos de servicios, de alimentos y de medicinas. Está el país en una encrucijada donde no sabe para donde camina.
La economía cifrada en dólares es beneficiosa para el turismo y las remesas, pero hay una masa de millones de personas que no viven ni de las remesas ni del turismo. A ella hay que darle toda la protección posible, porque ahora mismo se siente a punto de perecer.
Con el consenso se puede llegar a soluciones satisfactorias. Peo hay que comprender que el nuevo salario mínimo comienza a perderse ante la brutalidad del mercado, que como una ola gigantesca, absorbe todo lo que está de por medio.
Hay que proteger a los consumidores, a los de salario mínimo, a todos los que con el sudor de su frente, fuerza muscular y aire acondicionado, generan riquezas y viven en la miseria.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).