Por Guillermo Sención Villalona
Con Raíces sedientas asistimos a una tan interesante como compleja labor literaria. Lisette Vega de Purcell exterioriza con gracia y elegancia su mundo interior, sus vivencias y las de sus contemporáneos, empleándose a fondo en el tratamiento del lenguaje para lograr el mejor resultado en el manejo de sus diferentes propuestas escriturales: Novela, crónica, memorias, relatos breves y poemas.
Lisette Vega de Purcell es dueña de una envidiable formación cultural, adquirida desde su más tierna infancia, a través de una lectura selecta de las más importantes obras universales, haciendo acopio mediante el estudio de esas obras, de las diversas técnicas narrativas y del buen dominio de la escritura en verso.
Raíces sedientas es su tercer libro y el lector puede notar desde las primeras líneas sus dotes de escritora versátil.
La Feliz vida de una amiga de avanzada
Es una obra narrativa de corte biográfico. Relato alucinante que recrea con crudeza y matices dramáticos el auge y la caída de María de la Luz, una mujer aventurera, que se mueve con temeridad en un medio social privilegiado y se niega a arrodillarse ante los convencionalismos prevalecientes en su época.
En su rebeldía sin tapujos, su búsqueda de lo desconocido, se muestra intrépida, capaz de tomar las más insospechadas decisiones y llevar una vida que rompe todo el esquema trazado por el medio cultural de un país que padece las secuelas de un atraso, a tono con su devenir histórico, en todos los órdenes de su vida social.
A través de las logradas páginas de esa tierna y conmovedora novela, se nota el impacto que produce en el lector su presencia imponente, protagónica, contando con la anuencia de la narradora, que la suelta en sus andares por la vida.
El personaje nos persigue con su deseo insaciable de romper moldes sociales y nos conmueve su vida de miseria persiguiendo lo inalcanzable, dando saltos de trapecista ante su público, un estrecho círculo de amigos.
Así como Buñuel satirizó a la clase alta en su Discreto encanto de la burguesía y Flaubert al personaje que tiene por fetiches los títulos de nobleza, con su Emma Bovary, hay razones para pensar que Lisette conjugó ambos temas en esta admirable novela.
Relatos en tiempos de pandemia
Un tema de actualidad, el Covid-19. Aleccionador monólogo que sería de justicia sintetizar destacando la descripción que en admirable prosa brinda la escritora en su rol de lectora, sobre su rutina de trabajo, sus lecturas y relecturas de connotados autores y el mejor uso del tiempo libre durante el encierro involuntario:
La noche de anoche había sido larga, muy larga y llena de imprevistos. Tantos imprevistos como las circunstancias que definen nuestro azar. Estuve largo rato dentro de la biblioteca de mi madre. Hoy en la mañana, muy temprano, recordé las horas de la noche que había pasado acariciando las páginas que, como hojas muertas que suelen desprenderse de las ramas de un árbol centenario, también lo hacían del viejo libro que entre mis manos leía con fruición.
Remembranzas.
Llamativas y entretenidas memorias de viaje de la autora enfocadas en su capacitación para el aprendizaje de la lengua francesa, en la isla de Guadalupe, y los cursos recibidos de especialización en la doma clásica o dressage (el arte de la monta del caballo), donde despliega sus conocimientos sobre una disciplina poco conocida por el público y que fue por mucho tiempo su actividad favorita, el “Deporte de reyes”, la equitación. Escritura viva que obliga a ser leída con mucha curiosidad y marcado interés.
Cuentos y delicias en cálidos amaneceres.
Lisette retoma el tema de sus vivencias durante la pandemia, dando espacio en los relatos a emotivas descripciones de la Ciudad Colonial.
Hace de Flaneur para recrear vivencias oteando en el entorno de su actual lugar de residencia, el ensanche Naco. Aquí reaparece la cronista, dando constancia de cómo era la ciudad y señalando la transformación que ha sufrido desde la aparición de ese virus que ha modificado formas de vida y cambiado las maneras de realizar las diversas actividades en los espacios públicos.
Echando mano de una envidiable prosa poética, la autora de esta abarcadora obra nos premia en su último título, entregándonos un precioso regalo, un inspirado e íntimo tema, un emotivo, nostálgico y feliz canto a la vida, un Último bolero:
Falta demasiado por hacer, demasiado por bailar, por amar, por vivir. Vamos querido. Vamos a bailar. Tal vez sea nuestro último baile. Aprovechemos el ahora.
Santo Domingo, D. N.
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