Me alegra saber que los 22 cancilleres que participaron en República Dominicana en la primera reunión de ministros iberoamericanos de Relaciones Exteriores, acordaron a unanimidad hacer un nuevo esfuerzo para solucionar la crisis haitiana.
En ese encuentro, nuestro canciller Roberto Álvarez volvió alertar sobre la dramática realidad que vive Haití, nación impactada por una grave crisis política, económica y de inseguridad donde el pandillerismo actúa libremente sin el control de las autoridades. Es una situación que nos afecta como nación y espero que los malos dominicanos reflexionen respecto a ese tema.
La correcta y oportuna postura adoptada por los ministros constituye un espaldarazo a los reiterados llamados del presidente dominicano Luis Abinader para que la comunidad internacional auxilie a esa empobrecida nación. Estaremos pendiente de que esa declaración se traduzca en acciones concretas inmediatas y no se quede en simples palabrerías mediáticas.
A propósito de la crisis del vecino país, con su autorización, publicaremos un interesante artículo del colega periodista y profesor Manuel Díaz Aponte sobre ese perturbador territorio, una entrega que publica cada semana en el Diario Digital RD, que además fue reseñado en el impreso Listín Diario:
Encrucijada haitiana y mutismo internacional
Manuel Díaz Aponte
Mientras el pandillerismo continúa expandiendo su control absoluto sobre Haití, gobiernos y organismos internacionales siguen indiferentes y de espaldas a esa peligrosa realidad que, de agravarse, impactaría a toda la región.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) pidió a las autoridades dominicanas parar las deportaciones de mujeres haitianas que acuden a los hospitales públicos a buscar asistencia médica, sin embargo, reconoce la soberanía del Estado dominicano en el control fronterizo y migratorio. Pero la propia ONU ni ningún otro gobierno a excepción de México ha manifestado interés en aportar recursos para construir hospitales y maternidades en el territorio haitiano, tal como lo han demandado insistentemente las autoridades de República Dominicana.
O sea, que hay una evidente determinación de la comunidad internacional de dejar que el gobierno dominicano siga cargando con el peso financiero de los miles de partos de haitianas en las infraestructuras del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.
¡Qué irresponsabilidad!, nos fustigan y acusan de violaciones a los derechos humanos por las deportaciones de las embarazadas haitianas, pero nada hacen los organismos internacionales para financiar el levantamiento de centros de salud en el empobrecido país vecino. En la práctica, esa acción contribuye a incentivar la migración de extranjeros hacia el territorio nacional amparada ahora en la búsqueda de salud. El presidente Luis Abinader en un encuentro con intelectuales en el Palacio Nacional, donde abordó la grave crisis ha Tiana y su repercusión en el país, reveló que su propuesta de que la comunidad internacional colabore con la edificación de dos hospitales al Sur y Norte de Haití, sólo el gobierno de México ofreció ayuda. En cambio, en el tema migratorio, según explicó el mandatario, los gobiernos de Panamá, Costa Rica y Argentina han prestado su colaboración a las autoridades dominicanas.
Diálogo: ¿Con quién?
Si el 75% del territorio haitiano está controlado por las pandillas como lo narró el presidente Abinader, es lógico suponer que el Estado dominicano tiene que seguir fortaleciendo y ampliando sus esquemas de seguridad en la frontera. Aún más, ante el desastre haitiano y la ausencia de interlocutores válidos en ese territorio, ¿con quienes podrán hablar las autoridades dominicanas para solucionar esa peligrosa crisis política y social?
Afortunadamente, ha sido encomiable el esfuerzo investigativo de los organismos de seguridad nacional que se mantienen monitoreando permanentemente la evolución de los acontecimientos en Haití.
El presidente Luis Abinader ha sorteado con mucho tacto y prudencia las disposiciones establecidas en materia de seguridad fronteriza, ordenando un dispositivo militar permanente de 12 mil efectivos en la franja que delimita ambos países.
Cualquier nivel de inversión económica que se haga para tales fines está más que justificado, porque se trata de nuestra seguridad nacional. Los comandantes e integrantes del Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (CESFRONT); el alto mando del Ministerio de la Armada Dominicana, así como todos los organismos de seguridad y cuerpos castrenses especializados del país, están desplegando una extraordinaria labor de resguardo de la patria de Duarte, Sánchez y Mella.
Ahora o Nunca
El gobierno de Estados Unidos tiene el deber moral de dar la cara frente al caso haitiano, contribuyendo como primera potencia mundial a una solución de esa tragedia. Inclusive, para respaldar los grandes sacrificios económicos, logísticos y de seguridad que sigue asumiendo el Estado dominicano. No es posible que EE.UU. deje que la inseguridad de Haití coloque a la República Dominicana al borde de un conflicto que podría extenderse a toda la región.
La estabilidad democrática del país ha sido puesta en más de una ocasión como ejemplo en América Latina por algunos líderes estadounidenses. Cabe preguntarse, ¿permitirá el liderazgo de la potencia del Norte que el descalabro de Haití arrastre a República Dominicana hacia el abismo?
El presidente estadounidense, Joe Biden, debe introducir acciones inmediatas para encarar el caos imperante en suelo haitiano, donde permanecen secuestrados por las bandas pandilleras 16 misioneros norteamericanos y un canadiense.
Toda la comunidad internacional a la cabeza de la ONU y la propia OEA, tienen que sacar la cabeza para buscar una salida a la crisis haitiana. No actuemos como el avestruz ni con indiferencia ante la dramática situación de Haití, porque estaríamos en la antesala de un conflicto regional de consecuencias impredecibles.
mvolquez@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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