Aquellos jóvenes que lograron vencer a un ejército poderoso dirigido por un tirano apoyado por los gringos en el año 59, envejecieron en el poder. Ciegos, como la mayoría de los hombres que han tenido el privilegio de ser presidentes, reyes o dictadores y se creen imprescindibles.
Extraña situación está que nubla las virtudes y las buenas intenciones, tornándolas en egos y angurrias que no se han modificado en los miles de años de la historia del hombre.
¿Qué busca el hombre? Su bienestar. No hay más nada que buscar fuera de esa palabra. Cada individuo goza de la facultad de encontrarlo, está en su naturaleza. No es diferente el hombre común y el dotado de mayor inteligencia. Unos podrán alegar «situaciones foráneas» mientras otros solo buscan echarle algo a su estómago.
Fidel se equivocó cuando pensó que el hombre podía ser distinto, ¡Un hombre nuevo! Se equivocó porque «ese hombre nuevo» no tiene espacio aquí en la tierra para existir. La consciencia no alcanza a tocarse por lo que «esas quimeras» habría que tornarlas «en otra cosa»…
El tiempo pasó y los gringos comprendieron, que la izquierda americana de los 90, era distinta en un continente al que habían invadido de arriba abajo imponiendo «sus deseos escondidos» que ya hoy «casi todos» sabemos, fueron y siguen siendo los negocios… sucios o limpios…
Era lógico que surgieran Fideles por toda la geografía latinoamericana que luchaban en contra de los abusos de estos y de todos los traidores que se prestaron a sus juegos. Todavía hoy, ese juego sucio anda dando tumbos en muchos de nuestros países.
La ganga se ha incrementado y otros países «extraños» y conocidos desde que éramos colonia, junto a los oportunistas de siempre, establecidos o nuevos oligarcas, se han sumado al desfalco y manipulación de todos los que se dejen joder, es un negocio y el capitalista no tiene ni madre ni padre.
Aquí cabe la pregunta clave para el hombre: ¿Somos todos capitalistas? Yo no tengo dudas de eso. La naturaleza humana busca la mejor forma de vivir y si «ese bienestar» está atado a un sistema mundial llamado dinero, como vía de intercambio, para adquirir lo que se nos dé la gana, entonces, somos capitalistas…
A nadie se le debe ocurrir que el hombre nació para ser oprimido. Ni siquiera la revolución cubana lo pensó, pero, ¿qué cambió? ¿Cómo terminó siendo una dictadura igual que la que quitó?.
Siempre me incliné a la izquierda, porque los discursos que escucho, son los que «entienden» que hemos sido explotados, humillados y manipulados por las grandes corporaciones manejadas por gringos y europeos y seguro hasta extraterrestres. Pero nunca he sido fanático ni siquiera de mis pensamientos.
Siempre veo a una derecha muda, que se confabula en el saqueo que es también sinónimo de represión. Son socios, lacayos, traidores y gobernadores coloniales. Estos hechos promueven las desigualdades y miserias y tanta gente emigrando de sus países de origen.
No son solo cubanos, venezolanos o nicaragüenses los que arriesgan su vida por escapar de la miseria y las dictaduras de izquierda, sino que todos los países, de democracias «normales» están en la misma caravana de miserias. Nuestros países no aprenden a organizarse ni a la izquierda ni a la derecha, pero es obvio, que a la izquierda se la ponen más difícil.
¿Qué está pasando en Cuba? ¿Por qué la revolución no ha podido suplir las expectativas de la gente? Y ya vamos a sacar ese discursillo del embargo. Se puede hacer con o sin gringos. Entiendo que cada país tiene el derecho de «asumir» la forma de gobierno que desee, pero ¿Es esa forma que en verdad quiere ese pueblo?
La revolución cubana fue, en su momento, el rostro de la dignidad latinoamericana ante el abuso y la humillación norteamericana. Pero ya no es necesario sacar la cara por nadie, ya todos estamos creciditos y «sabemos defendernos».
Ya basta de oprimir e imponer una forma de pensar con base en la fuerza. Esa no es la revolución cubana que todos defendimos, ni es la revolución que queremos ni por la que murieron tantos.
Cuba tiene que cambiar y abrirse, simplemente permitir que la gente se la busque honestamente. Que puedan progresar con su esfuerzo sin trabas ni mierdas que vayan en contra de la naturaleza que somos, seres con ambiciones y sueños.
José Martí, lo más grande que ha parido Cuba, bien lo sabía, cuando sentencio «la ingratitud probable de los hombres». Aquellos, que siempre quieren tener la razón por encima de la sensatez. La vergüenza de los cubanos, como dijo Agramonte, está llegando a su límite.
No queremos ver la revolución echada a la basura, queremos que la revolución realmente demuestre que nació para el pueblo y que sea en verdad un ejemplo para el hombre. La que promueva la felicidad, que decía Bolívar, y el bienestar de todos en su diversidad.
Fidel dijo una vez, refiriéndose a los marielitos «Que se vayan, no los queremos, no los necesitamos». En verdad, los necesitamos a todos, ya el mundo es una aldea y la integración universal está rodando.
La «administración» que gobierna a Cuba, tiene que darle al pueblo la opción de escoger lo que quiere. ¡Izquierda o derecha, total! La vida es tan breve que hay que probarlo todo antes de largarse de este mundo absurdo y lleno de ambivalencias.
¡La victoria es de todos! ¡La victoria es con todos! ¡La victoria, somos todos! Solo así se podría entender una revolución que viva al grito de ¡Hasta la victoria siempre! Por cierto, en Santo Domingo la mayor cárcel se llama «La Victoria». Una funesta casualidad por supuesto… ¡Salud! Máximo Caminero.
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(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).