A Pleno Sol
Apenas si constituye un eco perdido en un período reciente de la lucha política, el viejo estribillo de que si el proletario se une, triunfará. La clase obrera unida, jamás será vencida. El reflujo social y la voracidad de los nuevos grupos económicos, colocaron al proletario contra la pared.
La lucha se mantiene, pero la unidad es precaria. Cada día se torna más difícil poder orquestar un poderoso movimiento sindical que luche por reivindicaciones monetarias y también por mejoría del estado de derecho.
En tiempos pasados el camino fue muy osado. Se mantenía muy unida la relación entre movimiento obrero y grupos de izquierda. En su momento fue perjudicial para los obreros ser ariete de grupos divididos por conceptos ideológicos.
Para ser fuerte y poderoso, el movimiento obrero tiene que aunar una fase de lucha económica y el potencial de ser parte de los cambios sociales que demanda la sociedad. Evitando en todo momento ser una avanzadilla de grupos políticos, que detrás del velo del compañerismo mediático, no les interesa el destino presente y futuro de los que venden su fuerza de trabajo.
El gran pecado del movimiento sindical dominicano fue que se atomizó en la lucha frontal contra el gobierno de los doce años del doctor Joaquín Balaguer, y no guardó energía para el cambio que se impuso cuando llegó una mayor apertura democrática.
Los principales líderes históricos desaparecieron, las centrales sindicales se dividieron, se debilitaron los esfuerzos unitarios queriendo presentar una cara de vanguardia y la maquinaria del sistema entró en la fase de comprar conciencias y crear los sindicatos amarillos.
Históricamente, el movimiento obrero comenzó su fortalecimiento con dos realidades económicas de principios del siglo 20, ambientados después de la primera intervención militar norteamericana y en los primeros años de la dictadura de Trujillo. Los gremios surgieron fuertes y poderosos con la pujanza de la industria azucarera y la fortaleza de los muelles.
Al caer la dictadura, los principales gremios se fortalecieron en sectores ligados a la manufactura, los centrales azucareros, los muelles, y el incipiente comercio. Hoy, cuando los obreros organizados languidecen, es necesario que se produzca el relevo de los viejos robles que tienen décadas dirigiendo las centrales sindicales.
Hay nuevas jornadas que seguir, y conquistas que alcanzar. Un nuevo y poderoso movimiento obrero tiene que luchar por reivindicaciones económicas, cambios políticos, hacer frente al alto costo de la vida y levantarse como el principal grupo representativo de las reformas populares que son urgentes y necesarias. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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