Se dice, entre lo que se dice, que es mejor no decir nada, especialmente si eres artista. También se dice, que si vas a decir, que no digas nada de «política», que no te «involucres» en «esas cosas»…
¿Cuál es la necesidad de decir algo? ¿Acaso no es más conveniente quedarse callado? Al parecer, el silencio es «socio» de la paz y tranquilidad a la que aspiramos todos… Pero…
En algunas ocasiones, se me ha insinuado que pinte y que no joda con «vainas políticas», porque eso «desprestigia» y distrae al creador. No quieren que hable de cosas que afectan a los demás, a usted, a mí y a todos.
Prefieren tenerme «colgado», como uno de mis cuadros y que, desde allí, sea el objeto de contemplación y admiración de todos…
Reconozco que no me gustan los temas políticos; preferiría escribir de «esas cosas imposibles» y demás «especulaciones» que se me ocurren, pero tampoco puedo evitar exponer mi opinión cuando se cometen «desaciertos» y abusos que afectan a todos.
El mundo es un lugar increíble, colmado de misterios y de tanta belleza a disfrutar, que lo menos que podríamos hacer, ante este regalo exquisito, es defenderlo de los que «nublan» el bienestar de los que admiramos lo sutil y refrescante del mismo.
No se trata solo de sentir la obra, de conectarse con el cuadro, sino también con todo lo que está afuera de este. Las energías vuelan libres por todas partes, rebotan como bolas de ping pong, y uno recibe tanto las buenas como las malas.
Las malas surgen de cualquier acción o pensamiento negativo. Muchas veces las creamos nosotros mismos sin intención. Ejemplo de esto es cada vez que nos enteramos de actos dolosos; la información «se pega», como chicle, a nuestra consciencia y en cada pensamiento que emitimos vamos esparciendo vibraciones negativas.
Nos paramos al lado de cualquier inocente y le transmitimos esas energías que lo cargarán de pesar y un estrés que ni idea tendrá de porqué se siente así. Cada vez que haya un «desmadre» hay que darle la cara y tratar de destruirlo en el acto antes que pase, lo que ya conté…
De nada valdría seguir pintando si del otro lado soy ciego, sordo y mudo. No solo a través del arte se canalizan las penas, sino que hay que combatirlas desde todas las trincheras posibles.
Cada vez que un político se roba millones, está contribuyendo con la miseria de un sinnúmero de personas que serán emisores en potencia de energías negativas. Cada daño individual que ocasionemos, cada pensamiento, cada «omisión», por salvarnos ante cualquier injusticia, produce olas de desamor.
Actuar en busca de llevar «la verdad» contribuye a contrarrestar esas ondas a través de «modificar», aclarar, limpiar, transformar los pensamientos sueltos de tanta gente indiferente y perdida, y manipulada por su «comodidad confortable»…
Así que me veréis hablar, escribir y emitir todos mis razonamientos constantemente de la manera como los siento. Y aun aquellos, a los que «entiendo» surgen desde otras dimensiones, también los siento míos.
No me prohíban sentir, porque podríamos llorar más de lo llorado. Podríamos seguir sentados bajo la sombra degustando una fresca briza y un recién colado café, pero hay que decir lo que hay que decir para que la briza y el café alcancen el punto.
Gracias a Dios, que los dos gatos, que me han sugerido evitar los «temas escabrosos», son dos desalmados de solidaridad y apegados al egoísmo, por lo que hacerle caso a individuos tales es dejarse llevar por las engañosas energías negativas, que siempre intentan poseernos.
No se queden inmóviles ante lo malo. El bienestar es colectivo; si todos nos ponemos de acuerdo en que está bien y que no lo está y actuamos en consecuencia, el mundo no será un lugar prohibido para vivir, sino un lugar hermoso para sentir. ¡Salud!. Mínimo Prohibinero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).