Por Emiliano Reyes Espejo
En un amistoso gesto de buena vecindad, Haití “motu proprio” debe saludar al nuevo gobierno que surja de las elecciones de este 5 de julio en la República Dominicana, haciendo pública una proclama de sus ciudadanos anunciando al mundo que desisten de querer apropiarse de esta parte de la isla.
Sería la actitud más sensata, una muestra de convivencia y un mensaje de confraternidad en medio de una situación global altamente conflictiva y beligerante.
Contribuiría este gesto, asimismo, a estrechar los lazos de unidad entre las dos naciones y se abrirían las puertas para una mayor cooperación. Se produciría un cambio de rumbo y los intercambios se darían más fluidos y fructíferos.
Aquí seguimos obviando en las campañas políticas la discusión y propuesta de solución al tema haitiano. Continuamos de espalda a Haití a pesar de ser una realidad insalvable. Como estamos también de espalda al mar a pesar de que somos una isla.
El tema Haití no mereció el debido debate en el proceso electoral, tal vez por lo accidentado que ha sido por la situación creada por la pandemia del COVID-19. Pero creemos que todavía podemos plantear el tema incluso sin tomar una postura esencialmente anti haitiana, aunque sí proDominicana. Se ha planteado –con mucha razón diría yo- que hay que trabajar a nivel internacional para lograr que socios y no socios del país, entiendan que los dominicanos no podemos cargar con la solución del problema de Haití, que eso tienen que hacerlo los propios haitianos.
En tanto, seguimos obviando que la situación de Haití nos obliga a gastar una buena parte de nuestro presupuesto para salvaguardar la frontera cuando se podría utilizar ese dinero para desarrollar otros sectores del país, como sería la propia zona fronteriza.
Aunque ya no hay tiempo para debates, quisimos hacer estas consideraciones como ciudadano interesado en que estas iniciativas se tomen en cuenta a partir de la próxima gestión gubernamental, sea quien sea el que gane esta contienda electoral.
Creemos que esta reflexión debe interesar a haitianos y a dominicanos:
¿Por qué Haití no desiste de una vez y por todas de mostrar interés por apropiarse de esta parte de la isla? ¿Por qué no se conforman con sus territorios y deciden aplicar un plan a largo plazo para desarrollarse y ganar su propio mérito como ciudadanos de bien y deseo de progreso en el concierto de naciones del mundo?
¿Qué se lo impide? ¿Por qué tienen que tener este sueño irrealizable de querer ocupar esta parte de la isla? ¿Qué lo impulsa a plantearse este despropósito?
Es bien sabido que dirigentes haitianos predican que la isla les pertenece, incluso eso se enseña en los textos educativos y creo que hasta lo tienen plasmado en su Constitución.
Históricamente el Estado dominicano ha tenido que gastar una buena parte de su presupuesto para salvaguardar su frontera, en momentos en que esos recursos debieran utilizarse en los planes de desarrollo del país y, específicamente, en las provincias y municipios fronterizos.
Si los haitianos proclamaran que desisten de querer ocupar esta parte de la isla llevarían una gran tranquilidad al pueblo dominicano, Y a su propio pueblo. Abrirían con ese guiño las puertas de las realizaciones y una mayor cooperación para el desarrollo sostenible del vecino Estado.
Pero no. Existe un empecinamiento en la “sesera haitiana”, o en sectores de esa nación que le impide cambiar el chip de la “isla única e indivisible” y siguen predicando el odio años tras años. Han usado en ese propósito diversas estrategias dirigidas a lograr el objetivo que incluye la cacareada “invasión pacífica”.
Esos sectores no están solos en estos despropósitos. Cuentan lastimosamente con el concurso de naciones y personalidades que se nos presentan “como amigos del pueblo dominicano” mientras contribuyen a socavar y a menospreciar nuestra nacionalidad.
Pero a pesar de todo, nosotros podríamos contribuir a que el pueblo haitiano logre su propio desarrollo en agricultura, turismo, minería y en sectores en las que esta parte de la isla ha ido mejorando.
Don Tomás Bobadilla, un insigne patricio parte íntima de la declaración de independencia nacional, y mucho después el profesor Juan Bosch, plantearon que el general Jean Pierre Boyer quería ocupar la parte española de la isla para repartirle tierras a altos militares haitianos.
Y si eso en esa época no fue posible, ahora ese desaguisado histórico no tiene cabida, es una realidad que ya deben entenderla los haitianos. ¿O hay que hacérsela entender?
La izquierda haitiana creo que tiene cierta raigambre aquí en el país. Cuenta además con el apoyo de Venezuela, Cuba y otras naciones de la región, y parece tener incidencia en las masas haitianas. Debería por tanto usar ese activo para trazar el rumbo a su país, apartándose del discurso tradicional de “isla única e indivisible” que impulsa para su propio provecho la élite de Haití.
Hecho este introito, planteamos estas sugerencias a considerar a partir de un cambio de actitud en la visión histórica haitiana:
1) Gestionar vía diplomática que se haga una “proclama conjunta de desistimiento” de Haití para promover alguna iniciativa tendente a declarar la isla como única e indivisible.
2) Impulsar a mayor escala la cooperación para el desarrollo de Haití sobre la base de la soberanía y respeto territorial entre ambas naciones.
3) Acordar intercambios en el desarrollo tecnológico, educación ambiental y explotación marítima.
4) Realizar un programa de reforestación intensiva en ambos lados para frenar este flagelo a todo lo largo de la frontera, de manera que se logre revertir paulatinamente la grave situación de deforestación que afecta a esa parte de la isla. “En 1925, Haití tenía el 60 % de sus bosques originales destruidos, hoy en día la cifra es ya del 98 %, al haber sido utilizadas estas zonas para procurarse combustible de cocina, destruyendo además en este proceso multitud de suelos fértiles (Wikipedia)”.
5) Gestionar recursos en naciones desarrolladas y organismos internacionales para realizar planes conjuntos que incluiría la reforestación.
6) Promover la creación de incentivos que contribuyan a la inversión empresarial e industrial en Haití, con capitales dominicanos y de otras naciones. Transferir experiencias en la inversión inmobiliaria, de manera que esto contribuya a la construcción de edificios modernos, a la transformación habitacional y, por ende, a la creación de empleos en la parte haitiana.
7) Estrechar los lazos culturales sobre la base del respeto a las idiosincrasias de las dos naciones.
(El autor es periodista residente en Santo Domingo República Dominicana).
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