Por Rafael Polanco
Los periodistas dominicanos somos profesionales indefensos, sin ninguna entidad capaz de defender nuestros derechos y es que nuestro Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) es hoy día una organización sin rumbo ni directiva, pues la oficial que debió estar al frente del gremio abandonó sus funciones el primero de octubre pasado, para dar paso a una dirección ilegal que desde entonces usurpa la conducción de la institución.
Los usurpadores fueron proclamados y juramentados por la comisión electoral del CDP, pese a que las elecciones fueron impugnadas por los Movimientos Raphy Durán y Juan Andújar, porque conforme los reglamentos del CDP, los comicios del 27 de agosto para escoger nuevos directivos a nivel nacional y en todas las filiales en el país y en exterior fueron nulos, según el Artículo 45 del Reglamento Interno:
“Para que una Asamblea Electoral sea válida deberá votar la mitad más uno de los miembros del Colegio con derecho a voto. En caso de no cumplirse este requisito, la Comisión Electoral convocará otra asamblea electoral dentro de los 45 siguientes días a la fecha originalmente fijada. Mientras, permanecerán al frente del CDP las autoridades vigentes”.
Aunque es mandatario que debieron quedarse las autoridades vigentes para esa fecha huyeron, como presagiando que algo olía mal en Dinamarca. También el Reglamento Electoral es claro sobre el tema. Sus artículos 6 y 7 son precisos. El primero dice:
“La Asamblea Electoral será válida cuando reúna la mitad más uno de los miembros activos del CDP”. y el 7 sostiene: “En caso de no votar la mitad más uno de los miembros activos del CDP, La Comisión Nacional Electoral procederá a convocar nuevas elecciones en un plazo no mayor a los sesenta (60) días. En esta nueva circunstancia serán válidas con un 40% de los miembros”.
Como se observa, ahí no hay dudas, esas elecciones en las que votó menos del 35 por ciento no son válidas ni para la primera ni para la segunda vuelta, todo indica que la necesidad de impedir que una tercera plancha participara fue la clave de ese descalabro.
Se actuó con tanto descaro que en la filial de Nueva York se hicieron dos rondas electorales, en la primera, organizada por la comisión electoral escogida en una asamblea de sus miembros, que fue nula, porque votó menos de la mitad, 37 los ganadores y 22 los perdedores, para un total de 59 de una matrícula de más de 180 y una segunda, montada por intrusos, encabezaos por Luis Pérez, presidente de la comisión electoral en Santo Domingo, que fueron desde la capital a imponer una directiva, como diera lugar, en la que solo participó una plancha que logró 25 votos, pero fue declarada ganadora por los farsantes.
Hubo problemas en Puerto Rico y la filial Valdesia. En Borinquen no hubo votación nacional, porque los miembros así lo decidieron y en Baní se excluyó una de las dos planchas para imponer en la fecha posterior a las elecciones del 27 de agosto, una directiva acorde con quienes se consideran dueños del CDP.
Defino como POBRE al CDP, porque ha estado dirigido por muchos años por una camarilla que se ha adueñado del gremio y lo ha convertido en su fuente de sobrevivencia, en agencia para viajar gratis al exterior y al interior y cuando surgen movimientos que buscan superar ese estado de cosas, los bloquean, con la complicidad de grupos que aparentan adversarlos, pero que, en la práctica, son sus aliados, pájaros de un mismo nido.
En el proceso electoral pasado se impidió participar a un grupo de viejos y nuevos militantes del Sindicato y del Colegio, aunque se actuó como en las elecciones nacionales, cuando el ex presidente Joaquín Balaguer iba como candidato, que se agencia un contrincante sin posibilidades para decir que el proceso fue democrático, porque hubo rivalidad.
Ahora pasó eso en el CDP, se permitió una segunda plancha, diferente a la hegemónica, encabezada por una joven locutora y política, que bien estudió periodismo, no lo ha ejercido y fue permitida, porque sabían de antemano que no tenía ninguna posibilidad y se bloqueó una tercera que pudo haber sido la diferencia.
Siguiendo ese derrotero, los dueños del CDP ahora propician entregar el Premio Nacional del Periodismo a un extraordinario locutor, gran profesional de la palabra, un corre caminos en el ejercicio de la locución en el país y en exterior, que merece todos los lauros que pudiera entregarle el Circulo de Locutores, su casa natural, pues si bien figura en el padrón del Colegio como miembro, su mayor brillo ha sido en la fase en la que le conoce todo el mundo: la locución.
No se trata del Premio Nacional a la Comunicación, sino al Periodismo y, sin lugar a dudas, pienso que hay muchos otros reconocidos como verdaderos periodistas, pero que fueron ignorados. Y, conste, no es la primera vez que ocurre, porque ese premio se maneja de manera inapropiada y en base a criterios alejados del ejercicio del periodismo.
Lamentablemente, nos tragamos la píldora y nadie dice nada, porque parece que los periodistas no tenemos quien nos defienda, por eso los gobiernos, con su Ministerio de Educación, secundan las canalladas y barbaridades que comenten esos farsantes que dirigen el CDP. Pregunto y me pregunto, ¿es que no había entre los 4 mil 500 miembros del Colegio un periodista con méritos suficientes acumulados para ser merecedor de ese galardón?.
rafaelpolanco@hotmail.com
(El autor es periodista y politólogo residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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