En la actualidad, ser periodista implica un compromiso más allá de ser los ojos y oídos de la sociedad. Es tener el privilegio de cambiar algo todos los días, como decía el célebre periodista Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura. Esto así, porque como argumentó el escritor Hans Christian Andersen, famoso por sus cuentos para niños y niñas, entre ellos: El patito feo, La sirenita, El traje nuevo del emperador, y La reina de las nieves, la prensa es «la artillería de la libertad», la que, desde su aparición, ha tenido un enorme ejército de ilustres soldados que han accionado buen Periodismo.
Lógicamente, nos referimos a las y los periodistas, profesionales con alto nivel de compromiso social, que, al ejercer sus funciones con decoro, abrazados a la ética, forman parte del control social, y desde su rol contribuyen a que, desde los poderes públicos y la administración pública, de forma oportuna, se garanticen derechos fundamentales, derechos humanos. Porque son y serán los peritos responsables de propagar la información pública de interés colectivo y de concientizar la sociedad.
Las y los periodistas comprometidos con su función, que ejercitan su accionar centrados en valores y ética, en pro de la verdad, la independencia y la responsabilidad social. Justamente, porque entienden la misión del Periodismo, siempre apegado a la verdad, al bien común, a la transmisión de conocimientos, nunca a engaño. «…y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres», nos dice Juan 8:32
Las armas fundamentales de este profesional gladiador, celoso guardián de la democracia, indudablemente, son la palabra y la información, que siempre debe ser útiles, creíbles y emitidas con la mejor calidad posible, para mantener orientada a las personas y aliadas en causas preclaras, en interés de participar en la toma de decisión en sus comunidades y accionar ciudadanía social.
Las y los periodistas desde siempre han procurado protección de derechos y que la población asuma responsabilidades, en cuanto a sus deberes cívicos; ciudadanos. Al tiempo que, han fomentado mediante el trabajo arduo y serio, el fortalecimiento de las instituciones públicas. Gracias al uso de la palabra, el arma más poderosa que tiene la actualidad.
Por eso, tal como nos apuntó el maestro del Periodismo, Javier Darío Restrepo, toda persona periodista profesional, debe ejercer su oficio apegada a 10 cualidades esenciales: «Decálogo del buen Periodista»; procurar ser cada día mejor persona, orgullosa de su profesión; respetuosa, con alto sentido de su misión; apasionada por la verdad, autocrítica; siempre compartiendo conocimientos; independientes y jamás perder la capacidad de asombro. Un profesional sin dobleces.
El compromiso con la verdad es y siempre será nuestro estandarte en cada hecho que informamos e historias que contamos cada día, con la que construimos y fortalecemos credibilidad. «El Periodismo cumple su función cuando sirve a la sociedad, no cuando se sirve de ella». Siendo un pacifista en tiempo de conflagración, siempre ejerciendo un trabajo digno, por tanto, dignificador.
Estamos contestes de que el avance tecnológico no podrá reemplazar a las y los periodistas profesionales; serios, académicos, que hacen entender la información, la contextualizan y convierte en un estímulo para el bienestar y la participación social. Porque entienden su función y las necesidades de sus semejantes; las problemáticas que atraviesa la sociedad, porque no son intrusistas.
En cambio, las y los periodistas, son verdaderos gladiadores de las libertades públicas; servidores públicos dignos, con gran peso moral, que, abrazados a valores, ejercen uno de los oficios más difíciles en un mundo constantemente cambiante.
Siguen siendo hombres y mujeres valientes, generosos y ecuánimes, que en ocasiones arriesgan hasta sus vidas al realizar y difundir investigaciones precisas, eficaces y oportunas, que contribuyen a preservar derechos de las personas. Porque saben interpretar el interés público; lo defienden, lo promueven, llegando a ser la voz de la sociedad.
Es desde este rol que evitan ofensas y maltratos a sus semejantes, a la sociedad. Además, no ven el dinero como instrumento para alcanzar logros personales o como presión para ejercer su compromiso. Por eso, no comprometen su independencia aceptando regalos, títulos honoríficos, favores o privilegios. Acciones que verbigracia podemos ver en quienes abrazan el intrusismo.
En cambio, mantiene incólume su curiosidad, la pasión para identificar la verdad y con en ella hacer aportes a la justicia social. Porque propician que las personas entiendan hechos, situaciones, dificultades o problemáticas sociales y participen en los cambios favorables que amerita la sociedad, siempre en pro de obtener paz y la felicidad colectiva.
Hasta pronto
santosemili@gmail.com
(La autora reside en Santo Domingo, República Dominicana).
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