Si alguien quiere saber el origen de los diagnósticos negativos que se ciernen sobre la educación dominicana, que comience a indagar las consecuencias de las antojadizas paralizaciones de docencia. El proceso educativo debe ser activo, dinámico y constante para que pueda lograr sus objetivos y surtir los efectos deseados.
Los frecuentes paros de labores en el sector educativo tienen mucho que ver con la parálisis en el cuerpo social. Paralizar consiste en causar parálisis, que en cualquier ámbito se torna un trastorno. En la ciencia médica, se llama parálisis a la privación o disminución del movimiento de una o varias partes del cuerpo.
En el sistema educativo, la parálisis causada por el gremio de profesores conduce a detener, entorpecer e impedir el desarrollo de las capacidades de la población infantil y juvenil. Toda parálisis impide alguna la acción y limita movimientos a alguien o algo. Es, pues, desacertado paralizar lo que precisa de movimiento.
En nuestro país, el blanco favorito para someterlo a parálisis es la educación. Dirigentes políticos, escasos de escrúpulos, narigonean a unos docentes que niegan la vocación de maestros y se van a la huelga sin reparar para nada en el daño que le infligen al pueblo dominicano, del que proceden los paralizadores.
Los gremialistas parecen ignorar que de la educación dependen los cambios que le urgen a la sociedad dominicana, entre ellos mejorar nuestra capacidad para la convivencia, lo cual se expresaría en, por ejemplo, tirar menos basura en las calles, parques y playas y provocar menos ruidos, incluso en nuestra propia vivienda.
El otro gran objetivo de la educación que se afecta con la detención de la actividad en las escuelas, es la indispensable mejoría en la calidad del trabajo. De esto despende, efectivamente, el cambio de una sociedad atrasada a desarrollada. Es obvio, que la parálisis de la educación impide este tránsito.
Las huelgas tienen clasificaciones. He sabido que una se denomina “huelga japonesa”. Consiste en una protesta que realizan los trabajadores aumentando el rendimiento de su trabajo para crear a la empresa un excedente de producción. Que alguien proponga a la ADP esta forma de reclamo. Me parece que la rechazarían. Prefieren la parálisis.
Los políticos que han tomado el sector educativo para su ejercicio le han provocado a éste una parálisis crónica y progresiva que tiene intranquilos a los dominicanos sensatos. Preocupa a quienes le duele nuestro destino como nación. La huelga de profesores no es tanto reivindicativa, sino un escenario para promover acciones partidarias. No es justa.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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