La sopa ya está lista, te la puedes tomar. Esto, te curará de “cualquier cosa”. Me quedo unos segundos pensando y respondo; mejor la tomo “cuando me dé”. Así guardé aquel menjurje de cloruro de plata que preparó mi amigo. Me advirtió; ten cuidado y no tomes mucho ya que podría tornar tu piel de color azul…
Salí de su casa con todas las precauciones recomendadas por las autoridades y exigidas milimétricamente para evitar ser víctima del malévolo virus “Covid-19”, guantes de “Nitrilo con ácido Carboxílico, mascarilla ABEKP3R (especial para químicos peligrosos), escafandra de buzo, ya que son las más asequibles y ropa de polyester de fibra plástica. Tuve que recurrir a mi vestuario de los años 70s ya que es casi imposible encontrarla en estos días. Lo cierto que andar tan “estrafalariamente” no es algo que se me haga difícil, como artista, estoy acostumbrado a la extravagancia…
No es que sea un bicho raro en estos días, créanme que cuando iba a montarme en el carro, casi suelto la botella del brebaje, un tipo disfrazado de King Kong me salió de repente por la acera, pero eso no fue nada, detrás de él, o ella, iba otro, envuelto con bolsas plásticas negras atadas con cintas pegantes. Llevaba un snorkel para respirar.
Las calles se han convertido en un circo romano. Es natural ver a los bandidos entrar a los bancos con el rostro cubierto y salir con las bolsas cargadas de dinero. La policía, ni se preocupa por detener a los infractores de trafico ya que; mientras más lejos mejor!.
Logré llegar a mi destino siguiente, la casa de mi antigua consejera espiritual (lee las barajas y se le “monta” un maestro) no quería recibirme a pesar de reconocer mi voz y tener una cita. La cita es por teléfono me grito por la ventana, apenas la reconocí, producto del encerramiento el pelo le creció y se le enredó por falta de peluquera, se parecía a Bob Marley. Imagínense ustedes, una dominicana sin desrizado!. Lo cierto que me fui confundido, ¿cómo es posible que una hechicera o adivina no supiera ni su propio destino?.
La pandemia ha desatado hasta lo que parecía “indesatable”. El matrimonio de Doña Isabela y Don Lorenzo se fue a pique después de más de 40 años de felicidad. Resulta que le han salido unos hijos a Don Lorenzo que Doña Isabela desconocía. Preocupados por su salud le llamaron por teléfono y Doña Isabela, sospechosa del nerviosismo de Lorenzo al contestar y salir huyendo a trancarse, lo agarró infraganti. Coño!. Me dijo, e que si hubiera sido uno yo lo perdono, pero fueron cinco!!.
Yo salí corriendo más rápido que Don Lorenzo, esperando que este encontrara un lugar donde refugiarse ya que, como ta’ la cosa, la gente no quiere ni que sus propios hijos se les acerquen, ofrecome!!. Me di mi primer traguito de cloruro pa’ alejar las malas vibras, como sirve pa’ “cualquier cosa”. Continué mi agitado curso hasta la botánica en busca de 6 gramos de pimienta y medio de mercurio al que debía echar dentro de una botella transparente donde tendría enrollado, con cinta roja, un papel blanco escrito en tinta negra el nombre de Covid-19. Según lo recomendado esto “neutralizaría” al enemigo, es decir, al virus de mierda que tanta histeria está causando.
La fila era gigante, calculé que tendría que esperar unas cinco horas antes de llegar a la puerta de la botánica, por lo que opté tomarme otro trago del Cloruro de plata, solo como precaución de los lugares andados. En ese momento me suena el celular y veo en la pantalla un número largo de área desconocida, hola!-Contesto/ ¿sos vos? -Me pregunta una voz desconocida/ ¿yo?. Pues si, creo que soy yo ¿y tú quién eres?- le pregunto / Soy tu hermano!. Me escuchas!?… ¿mi hermano? Pero si tienes acento argentino y todos mis hermanos son dominicanos/ pues yo tampoco lo sabía y aquí mi madre moribunda acaba de confesar…
Yo seguí caminando acorde a mi vestuario…como un zombi. ¿Qué otra cosa más me podría suceder?. El mundo se ha sacudido de tal manera que estamos “purificando” nuestros males!. El tiempo apura y ahora todo lo que estaba flojo, con el remeneón! Se cae!. Estamos descubriendo verdades que “desconocíamos” o no nos atrevíamos a decir. Estamos viendo lo frágil que es la vida y lo cobardes que hemos sido por ocultar acciones de nuestro pasado que hemos cargado por años!. Como un viacrucis innecesario.
A medida que recorría las calles escuchaba los gritos dentro de las casas, reclamos, platos rotos, puertas estrellarse. La pandemia ha desatado un caos no solo de miedo y egoísmo sino que nos ha quitado la máscara para ver realmente nuestro rostro, ¿qué tanto estamos dispuestos a dar por el otro?. Una falta de humanidad que el mismo Jesucristo se abstendría en resucitar el Domingo de Resurrección. Volví a darme otro trago del cloruro…mi padre fallecido, nunca habló de ese hermano.
Ahora todos somos, de repente! Racistas. No se trata del color o la cultura. Rechazamos al prójimo tan pronto se nos acerca un poco. Salvarse está fuera de discusión…
Por fin llegué a mi casita, duré media hora destartalando toda mi indumentaria al punto que cuando terminé, sentí un alivio inmenso, una libertad añorada. Solo cuando pasé totalmente desnudo frente al espejo noté algo extraño…un extraterrestre!! Grité!. Pegué un brinco de gato y logré apaciguarme minutos después. Poco a poco me le fui acercando a aquella criatura azul que fijamente me miraba. Era yo!!.
Tengo cinco días trancado en la casa esperando que se me quite la descoloración de la piel. De azul, pasé a verde, amarillo y ahora estoy gris!. Si el manicomio que está allá afuera me ve, sería capaz de lincharme pensándome portador de un nuevo mal.
Solo me queda esperar mientras medito en este crucial momento de la humanidad. El instinto de supervivencia animal, atado a una conciencia “superior” nos hace sumamente peligrosos. Armas letales despiadadas capaces de exterminar hasta nuestros propios hijos con tal de salvarnos…por un poco más de tiempo.
La nave espacial aterrizó en el patio de mi casa y de ella, tres enanitos azules salieron a mi encuentro; venimos a buscarlo camarada, me dijeron. Yo, obviamente me hice el tonto y me apresuré a montarme en la nave. Hacia dónde vamos?. No me importa, solo sáquenme de este pandenicomio antes que me ponga rosado otra vez. Salud!. Mínimo Caminero.
Comentarios sobre post