Nueva York (Noticias ONU).- Las autoridades sanitarias locales y nacionales de China pudieron haber aplicado medidas de salud pública más contundentes en enero y no lo hicieron, así como los demás países que detectaron casos probables a comienzos de 2020, asegura el informe preliminar del Panel Independiente de Preparación y Respuesta a la Pandemia.
El grupo de expertos internacionales designados por la Organización Mundial de la Salud para evaluar la respuesta al COVID-19 de los líderes mundiales y de la propia agencia de la ONU, expresó que, según la información analizada, solo unos pocos países aprovecharon plenamente los datos que tenían para responder ante las pruebas de una epidemia emergente.
“Durante la reunión de información técnica celebrada el 4 de febrero de 2020 en el marco de su Consejo Ejecutivo, la Organización Mundial de la Salud informó de que había más de 12.000 casos confirmados en China y solo 176 casos en el resto del mundo, prueba definitiva de la existencia de transmisión de persona a persona y señal clara para todos los países, incluso para aquellos con pocos casos, de la necesidad de actuar con rapidez para contener la propagación. Esa señal fue desatendida en demasiados países”, asegura el informe.
En general, y según el análisis de la cronología inicial de las primeras fases del brote, todo parece indicar que podría haberse reaccionado más rápidamente cuando aparecieron los primeros signos mediante una respuesta reforzada e inmediata ante la nueva información sobre la propagación del virus.
“Si se hubiese aplicado el principio de precaución en relación con los primeros datos indicativos, pero no confirmados de transmisión de persona a persona y de transmisión asintomática, tanto la OMS como las autoridades nacionales y locales podrían haber emitido advertencias más oportunas y firmes sobre la posible transmisión entre personas”, asegura el panel.
Errores en la respuesta
Los expertos agregan que “ésta claro” que el volumen de infecciones en el primer período de la epidemia en todos los países fue superior al comunicado.
“La consiguiente falta de visibilidad sobre gran parte de la epidemia facilitó su propagación mundial: las simulaciones realizadas muestran que las conexiones de tráfico aéreo predecían la difusión mundial del virus durante la fase temprana de la epidemia”, detallan.
Según el informe, existen pruebas procedentes de Wuhan de que, gracias a la secuenciación local, comercial y de última generación llevada a cabo a finales de diciembre de 2019 se obtuvieron los primeros indicios de un nuevo virus responsable de los casos de neumonía de origen desconocido observados clínicamente.
“Eso pone de relieve la posibilidad de otorgar un papel más importante a esas técnicas relativamente económicas, las cuales pueden mejorar con los avances técnicos en secuenciación paralela para obtener resultados fiables y de alto rendimiento por una fracción de los costos anteriores”, afirman.
El Grupo también resalta que, a partir de esto, es claro que las autoridades sanitarias locales y nacionales de China podrían haber aplicado medidas de salud pública más contundentes en enero.
“También está claro para el Grupo que a finales de enero de 2020 ya había pruebas de casos en varios países. Todos los países que detectaron casos probables deberían haber aplicado medidas de contención de salud pública inmediatas. No lo hicieron”, explican.
El comité de emergencias
El panel dice que “no está claro” por qué el Comité de Emergencias convocado por la OMS en virtud del Reglamento Sanitario Internacional no se reunió hasta el 22 de enero, “ni tampoco por qué no pudo ponerse de acuerdo sobre la declaración de una emergencia de salud pública de importancia internacional en su primera reunión”.
Los expertos señalan de que a pesar de que el 30 de enero se declaró la emergencia, “el grado en que los países respondieron a esa declaración no fue el esperado”.
El Grupo sigue estudiando qué medidas podría haber adoptado la OMS y los diferentes actores regionales, nacionales y locales para que la respuesta en los países hubiese sido más contundente, en particular en el período comprendido entre principios de febrero y principios de marzo de 2020.
Los expertos también se preguntan si habría sido de ayuda el que la OMS hubiese utilizado el término «pandemia» con anterioridad.
“Aunque ese término no se utiliza ni se define en el Reglamento Sanitario Internacional (2005), su uso sirve para llamar la atención sobre la gravedad de un problema de salud. La OMS no utilizó ese término hasta el 11 de marzo”, aseguraron.
El Grupo registró un total de casi 900 recomendaciones publicadas por la OMS, sus oficinas regionales y otras organizaciones internacionales desde el 1 de enero hasta el 14 de noviembre de 2020. Esas recomendaciones son principalmente orientaciones técnicas, como informes técnicos, científicos y de política, consideraciones, orientaciones provisionales y de evaluación de riesgos, notas descriptivas y protocolos, listas de verificación y otras herramientas preparadas para gobiernos, autoridades de salud pública y trabajadores de la salud de primera línea.
El mundo no estaba preparado
El Grupo independiente de preparación y respuesta frente a las pandemias aseguró ser “dolorosamente consciente” de que el mundo no estaba preparado para la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19), y aunque su investigación continúa, emitió una lista de recomendaciones que deben ser atendidas de “manera decisiva y eficaz” de cara a las posibles pandemias en el futuro.
-Hay que aplicar de modo integral las medidas de salud pública que frenarían la pandemia
Las intervenciones no farmacéuticas, a saber, la detección temprana de casos, el rastreo y aislamiento de los contactos, el distanciamiento físico, la imposición de limitaciones a los viajes y a las reuniones de personas y el uso de mascarilla, son eficaces, recuerdan los expertos.
“Hay que seguir aplicándolas a gran escala, aun cuando se estén implantando las vacunaciones. En demasiados países, el incumplimiento de estas medidas sigue cobrándose un tributo inaceptable en número de muertos, enfermos y continuos contagios. Las medidas de protección social centradas en subsanar la vulnerabilidad conferirán más eficacia a estas medidas de salud pública y a la vez reducirán los factores de riesgo”, asegura.
-La respuesta a la pandemia debe corregir, y no acentuar, las desigualdades
El panel afirma que las desigualdades entre las naciones y dentro de ellas se han ido agravando a medida que, en diversos países, las personas vulnerables y marginadas se quedaban sin acceso a la atención sanitaria, no solo en cuanto al tratamiento de la COVID-19, sino también porque la saturación de los sistemas de salud ha cerrado las puertas de la atención y los servicios básicos de salud a muchas personas.
También detallan que hay grandes diferencias entre los países en cuanto al nivel de acceso a medios de diagnóstico, tratamientos y suministros esenciales.
“No será posible aprovechar al máximo el potencial que ofrecen las vacunas si se deja que los criterios para determinar quién accede a ellas vengan dictados por el poder económico y los estrechos intereses nacionales, y no por los principios básicos de justicia y de una distribución que optimice los resultados de salud pública. No podemos permitir que arraigue el principio de que resulta aceptable que los países de ingresos altos puedan vacunar al 100% de su población mientras los países más pobres deben arreglárselas con una cobertura de apenas el 20%”, aseguran.
En el informe se destaca que el COVID-19 no comenzó en los países más pobres, pero estos sufren enormes daños colaterales y necesitan más solidaridad y apoyo de la comunidad internacional.
-El sistema mundial de alerta de pandemia no cumple su función
“Hay componentes básicos del sistema que son lentos, engorrosos y poco resolutivos”, asegura El Grupo de expertos, diciendo que han sido informado de que la mayoría de las alertas referidas a brotes llegan a la OMS por las noticias o las redes sociales y sabe que se han creado plataformas destinadas a reunir información sobre epidemias proveniente de fuentes no tradicionales o de acceso abierto.
Globalmente, los procedimientos y protocolos que acompañan al Reglamento Sanitario Internacional, en particular los que llevan a declarar una emergencia de salud pública de importancia internacional, “parecen provenir de una era analógica ya sobrepasada”, por lo que es preciso incorporarlos a la era digital.
“Para poder reaccionar con la celeridad necesaria para afrontar el riesgo de epidemia, esto es, en días en lugar de semanas, se requiere un sistema de información distribuida, alimentado por personal de laboratorios y dispensarios locales y apoyado por herramientas de obtención instantánea de datos y de adopción de decisiones. Esta modernización técnica debe acompañarse de un punto de inflexión político por lo que respecta a la voluntad de los países de responsabilizarse de la adopción de todas las medidas necesarias en cuanto se emita una alerta”, alertaron.
-No se tomaron en serio los ya conocidos riesgos existenciales que plantea la amenaza pandémica
Las crisis pandémicas anteriores han dado pie a numerosas evaluaciones, cuadros de expertos y comisiones que han formulado muchas recomendaciones para reforzar los procesos de preparación y respuesta, demasiadas de las cuales nunca se tradujeron en hechos, afirman los expertos.
“Ha habido un fracaso generalizado a la hora de tomar en serio el riesgo existencial que la amenaza pandémica entraña para la humanidad y su lugar en el futuro del planeta. En vez de efectuar evaluaciones de riesgos y poner manos a la obra con visión de futuro, la reacción colectiva se ha resumido en una suma de buenos deseos”, aseguran.
Según el panel, la crisis demuestra la rapidez con que un nuevo virus puede arruinar décadas de esforzado progreso y de inversiones de futuro. En opinión del Grupo, sería inconcebible que la comunidad internacional volviera a fallar y desoyera una vez más los llamamientos que la instan a prepararse contra la amenaza pandémica.
-A la Organización Mundial de la Salud le ha faltado poder para hacer el trabajo que se espera de ella
Al Grupo le resulta asombroso que la OMS esté sometida a tan graves limitaciones en su potestad para validar los informes sobre brotes infecciosos atendiendo a su potencial pandémico y para poder desplegar localmente medios de apoyo y contención.
“Los incentivos a la cooperación son demasiado endebles para garantizar que los Estados participen en el sistema internacional de manera eficaz, disciplinada, transparente, responsable y oportuna”, expresan.
Las consecuencias de la pandemia deben servir para abrir una de esas oportunidades que se presentan una sola vez por generación: la de que los Estados Miembros reconozcan como algo que redunda en beneficio común el hecho de que el sistema internacional disponga de un conjunto de herramientas debidamente reforzadas para cumplir robustas funciones de alerta de pandemia y contención de brotes.
Es hora del cambio
El panel recalca que la pandemia de COVID-19 debe ser el catalizador de una transformación fundamental y sistémica de la preparación para este tipo de eventos, que abarque desde las comunidades locales hasta las más altas esferas internacionales.
“Para que un proceso de preparación y respuesta frente a situaciones de pandemia sea eficaz, deben tomar parte en él instituciones de todo el espectro de ámbitos normativos, y no solo de la salud. Hace falta un nuevo marco mundial que apoye la prevención de pandemias y la protección contra ellas. El proceso de dotarse de mayor capacidad para responder eficazmente debe ser visto como una inversión colectiva en la seguridad y el bienestar de todos los humanos”, afirman.
https://news.un.org/es/story/2021/01/1486832
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