Por Emiliano Reyes Espejo
Hace cierto tiempo sugerí la creación de un centro científico para la investigación de la realidad de Haití, de manera que en base a investigaciones nuestro país pueda adelantarse a la crisis haitiana, en el orden social, económico, político, demográfico y ambiental por espacio mínimo de diez años.
Nadie, que yo sepa, ni del pasado gobierno de Danilo Medina ni del actual de Luis Abinader ha planteado una sugerencia similar para salvaguardar los intereses patrios.
Seguimos dejando que nos sorprendan las crisis haitianas con sus secuelas de dolor, incertidumbre y hasta bochornos. Sí, bochornos. Porque ocurre que los países y agencias extranjeras que operan en el país nos bufean, nos presentan como lo peor (xenófobos, racistas sin serlos) ante los ojos del mundo.
Nos sorprendió de nuevo la crisis de la hermana nación con el trágico y deplorable asesinato del presidente haitiano Jovenel Moise.
¿Pudimos adelantarnos a esos lamentables y condenables acontecimientos? Creo que sí.
Se pudo prever, según mis creencias, a través del estudio sistemático de hechos y variables políticas, las cuales a mi juicio, debieron realizar científicos dominicanos, partiendo de genuinos análisis sociopolíticos-fuera de todo prejuicio- que ahora se facilitan con el uso de la tecnología.
Las investigaciones sistémicas pudieron conducirnos por lo menos a visualizar el potencial desenlace trágico en Haití, lo cual ocurre producto del deterioro progresivo del accionar político, económico y social que de manera palpable acontece en calles, barrios, tugurios y montañas del vecino Estado.
Pero no, nos centramos en el aspecto económico: en restablecer y estabilizar el intercambio comercial «con nuestro segundo socio comercial». Descuidamos, sin embargo, las otras variables que mostraban un deterioro «en picada» y que hacía prever un desenlace fatal, pero no «tan fatal como el acontecido» con la execrable muerte del presidente Moise.
«Cada cierto tiempo somos víctimas como país de movimientos estratégicos de la diplomacia haitiana que nos presenta como culpables de su consuetudinaria desgracia «In saecula saeculorum» (por los siglos de los siglos)», escribí entonces, y agregué:
«Las relaciones con Haití se han convertido en los últimos años en temas de alto interés para la identidad y seguridad nacional, la estabilidad social y económica del país».
Este hecho trágico que acaba de acontecer en Haití nos ha dado la razón. Se ha precipitado allí una situación que debe ponernos a reflexionar profundamente sobre la volatilidad política, social y económica existente en la vecina nación.
La muerte aún no aclarada del extinto presidente Moise y las heridas mortales a su esposa nos invita a muchas interrogantes: ¿estamos exentos de un ataque de comando como el ocurrido en Haití? ¿Redoblarán los mandatarios de la región su seguridad ante posibles eventos de este tipo? ¿Procederán algunos gobiernos a impedir la creación de estos grupos paramilitares en sus respectivos territorios? ¿Seguirán siendo usados los veteranos de nuestras fuerzas armadas, debidamente entrenados y capacitados para salvaguardar la Patria, como fuente de abastecimiento de temibles fuerzas mercenarias del sicariato que no respetan las vidas de nuestros mandatarios y familiares?
¿Puede estar la vida de un mandatario de la región en manos de grupos irregulares cavernarios? ¿Tomarán los gobiernos medidas para desarticular estas bandas que propalan la inseguridad regional?
Visto desde esta óptica, el panorama de esta zona se ve oscuro, muy oscuro, tan oscuro como «una noche sin luna sin estrellas». Y si fueron los propios haitianos los autores de esta muerte, como se cree, también pudo preverse.
Por eso reitero que urge la creación por parte del Poder Ejecutivo, mediante decreto o una ley, del Centro Dominicano de Inteligencia y estudios científicos y estratégicos de la realidad de Haití (CEDIECERH).
«El objetivo de CEDIECERH sería: 1) salvaguardar la identidad nacional mediante el uso de métodos científicos, y 2) elaborar investigaciones que contribuyan a adelantar políticas sobre las relaciones con Haití.
La entidad estaría dirigida, salvo otra propuesta, por un Consejo de Ilustrados que presidirá el Presidente de la República. Los demás integrantes serían académicos y científicos del país (libres de prejuicios anti-haitianos). Este Consejo determinará la estructura, los integrantes y el organigrama de dirección del Centro.
Entre sus funciones el CEDIECERH dispondrá la contratación mediante una estricta depuración a un grupo de científicos y académicos de distintas ramas científicas, tecnológicas y económicas, así como sociólogos, historiadores, demógrafos, ambientalistas, ciencias informáticas y de la comunicación, agropecuarias, cuencas hidrográficas, forestales y de suelos, entre otras especialidades.
Se trataría de un equipo de científicos y académicos que crearían sus propias estructuras de trabajo para investigaciones de los distintos sectores y áreas de Haití que se consideren de alta prioridad para conocimiento del Estado dominicano».
La existencia de esta herramienta puede según mi opinión, ayudar al gobierno a prever la ocurrencia de hecho como el acontecido en Haití con el asesinato de Moise.
Ahora, yo me pregunto ¿Dónde estaba la inteligencia dominicana que no pudo detectar a tiempo el movimiento de estos mercenarios, la mayoría de ellos colombianos? ¿Qué pasó con los servicios de inteligencia de países de la región, como la propia Colombia, Venezuela, Cuba, Estados Unidos y otros?
No es un secreto que en la región, como zona estratégica de las grandes potencias, está plagada de vigilancia por parte de grandes intereses y que por aquí operan e interactúan unidades de inteligencia de servicios secretos como la CIA, Mossad israelí, los ingleses, los cubanos, etc. ¿por qué entonces pasaron inadvertidos los mercenarios colombianos? ¿Cómo éstos legionarios lograron movilizar armas pesadas, «de alto calibre» y otras logísticas?
¿Dónde estaban los agentes de estas inteligencias regionales? ¿La inteligencia de Colombia, de Haití? ¿En qué punto dejaron de interactuar estas inteligencias?
En una ocasión se reveló cómo una activa labor de inteligencia de Cuba detectó un complot para matar a un presidente de Estados Unidos. Los servicios secretos de ambos países se pusieron de acuerdo y le evitaron una tragedia al pueblo norteamericano. En principio según se narró, la inteligencia de Estados Unidos dudó de la versión cubana, pero tras indagar por sí mismo descubrieron que realmente la trama estaba en marcha. En el citado caso se buscaba provocar una crisis que justificara una invasión norteamericana a Cuba. ¿Qué buscaron los autores intelectuales con la abominable muerte de Jovenel Moise?
¿Por qué la inteligencia funcionó en el citado caso cubano-norteamericano y no afloró ahora una salida para esta deplorable situación haitiana? ¿Qué falló? ¿Qué fue lo que no funcionó?
Ante los mencionados hechos, aprovechamos para preguntar ¿se decidirá el gobierno a crear un Centro Avanzado de Investigaciones sobre la realidad de Haití? ¿Comenzará a funcionar en el país una verdadera organización de inteligencia que pueda prevenir o contribuir a evitar hechos como el ocurrido a nuestro vecino más cercano?
Esperamos que sí, que por fin nos decidamos a invertir en inteligencia.
Sobre todo ahora que toma las riendas del poder haitiano, con el apoyo de Estados Unidos, un Señor que hace poco tiempo –motivado por consignas incendiarias-quemó en una plaza pública nuestro símbolo patrio: la Bandera Dominicana.
Eso tenemos.
ere.prensa@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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