El arquitecto Rilquis de la Cruz, compueblano y amigo que es persona de peculiar humor, preguntaba hace unos días por el Facebook que si a las botellas (empleados públicos que no ofrecen al Estado ningún servicio) se les pagan prestaciones laborales. Respondí que sí, por esa misma red, pero creo que la respuesta debe ser más amplia.
Las botellas desvinculadas de la nómina pública exigen compensación y la reciben como si en verdad hubiesen trabajado en las instituciones de cuya teta chupaban, como expresión de la política clientelista y dispendiosa ejecutada por el Partido de la Liberación Dominicana durante los últimos dieciséis año.
El Estado tiene deudas no presupuestadas, ascendentes a cientos de millones de pesos, para cubrir compromisos con los exempleados, entre ellos muchos parásitos. Hacían lo que el pez en el agua: nada. Instituciones de presupuesto poco ambicioso, como la Biblioteca Nacional, arrastran débitos millonarios por este concepto.
Las botellas peledeístas, no solo reciben prestaciones, sino que hasta llegan a alcanzar la categoría de “empleado de carrera”, lo cual los protege de la desvinculación. Por igual exigen, al momento del despido, pagos excesivos de vacaciones que presuntamente no tomaron, valor que se suma a la liquidación. Son expertos en mañas.
Instituciones que durante el año 2020 ofrecieron reducidos servicios, ahora han tenido que satisfacer demandas de asalariados que poca o ninguna labor prestaron durante el período. Ciertos “analistas” de recursos humanos, puestos por el PLD, acomodan el monto a percibir por sus compañeros.
El actual Gobierno es el único que ha recibido presiones y chantajes por haber prescindido de personal, fueran botellas o no. Hace unos días, una mujer se desnudó frente al Palacio Nacional en reclamo del pago de prestaciones por haber sido despedida del Ministerio de Obras Públicas. Las botellas también reclaman.
Por el tiempo que han permanecido como seudoempleados, las botellas se permiten también alegar el derecho de jubilación. Y la consiguen. Ellos, como su presidente Danilo Medina, fueron sorprendidos por la derrota electoral de su partido y les resulta cuesta arriba desprenderse de la nómina del Estado. Están adheridos como hiedra.
El resarcimiento a las botellas es otro componente de la trampa peledeísta. Y definitivamente sangran los recursos de las instituciones públicas a la vez que agrietan la necesaria paz laboral de esas instituciones. Las botellas peledeístas quieren cobrar como quiera, y su partido creó las condiciones para ello. Hay que cuidarse de esa plaga.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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