A Pleno Sol
La Constitución no debe ser modificada. Entrar en estos momentos en una nueva reforma constitucional es un expediente engorroso, que puede hacer daño a la institucionalidad. No es oportuno, no es necesario, no es vital, por lo tanto lo mejor es dejar la Constitución como está.
La incertidumbre de las reformas electorales norma que es fácil iniciar el camino, pero nunca se sabe cuál será la meta. Se entra en arena movida, donde la única posible víctima es la democracia. Por lo demás, todas las reformas constitucionales realizadas en el país, fueron trajes cortados a la medida y por consignación.
No es la Carta Magna la que falla sino los hombres encargados de aplicar sus resoluciones. De ahí, que más que reformas, la Constitución lo que necesita es que se le aplique, que haya sanciones a los violadores, y que se enseñen sus dispositivos. Que el pueblo la conozca, para que la respete.
Puede ser que la Constitución no sea un pedazo de papel, pero para millones de dominicanos no pasa de ser un día feriado. Se ha fallado en no educar a los niños sobre el valor de la Constitución. El que desconoce su peso y su fortaleza para lograr la institucionalidad, no se le puede pedir que la respete.
Todos los temas a debates en el escenario nacional deben ser tratados mediante el consenso y los dispositivos legales, sin que sea necesaria la revisión de la Constitución. Pasamos muy recientemente por un intento de modificación constitucional, que casi nos arroja al abismo.
Si se quiere un ministerio público independiente, hay que buscar la forma de hacerlo, sin tocar a la Constitución. Si lo que se quiere es eliminar el 50 más un voto para escoger al ganador de las elecciones, se debe encontrar una solución sin tocar a la Carta Magna.
La procuraduría General de la República, la Suprema Corte de Justicia, los fiscales, los jueces, en fin, todo el entramado judicial debe actuar con plena independencia e imparcialidad. Sacar a los partidos políticos de su exigencia de cuotas al momento de escoger a estos funcionarios..
Una de las acciones que atenta contra la independencia del poder judicial está que a cada grupo se le entrega una cuota, y allí se coloca al profesional de sus afectos. Hay funcionarios judiciales verticales, que no venden su conciencia y que son columnas fundamentales en el proceso de adecentamiento de la justicia.
Entrar al terreno empedrado de una reforma constitucional es delicada y metería al país en un gran debate, que distraería a la población y a las autoridades de asuntos que deben ser prioritarios. A la Constitución hay que respetarla, no modificarla. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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