Explicar una diosidencia resulta más difícil que vivirla. Por ejemplo, hoy, justo cuando me aprestaba a redactar el artículo semanal, con título en mente e indagando información para los argumentos, llega a mi correo el siguiente mensaje: «Dios es bueno y tiene el control de todo». Es una afirmación que se encuentra en 1 Corintios, capítulo 13, versículos del nueve al 12, en las Sagradas Escrituras.
Recibí esta certera verdad, del envío masivo, publicitario, que realizó Ministerios En Contacto, una organización que desconozco, pero que agradezco justo eso, la comunicación. En ese lapso, mi mente me hablaba de que, pese a que la fe y la ciencia en ocasiones no son llevadera, yo creo en el Creador de todo, porque tengo razones reales; testimonios verificables, para hacerlo.
Porque sé que el Padre está conmigo en medio de situaciones. Me ama con amor perfecto y eterno. Por eso, confío en él y siento su presencia en todo mi rededor. Incluso cuando llegan las pruebas, porque el sufrimiento es inevitable, sin embargo, en ellas, debemos aumentar la fe. «A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…», afirma Romanos 8:28.
Por eso, soy de opinión que no debemos sacar a Dios de nuestra fórmula de vida, aún hoy, con los avances de la ciencia, la tecnología y la deshumanización de las personas. iHoy, menos!, porque: «vivimos la gran aventura humana», como aseguró el pensador Edgar Morin, sociólogo, creador del concepto de pensamiento complejo. «La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva a la contemplación de la verdad».
Con esto, explica que el camino por recorrer es grande e incierto, en una mundialización en la que, las personas están humanizadas. Además, gracias a la pandemia vivimos en una crisis multidimensional.
«La crisis de la democracia nos está llevando a convertirnos en países neoautoritarios…, con todas las posibilidades de vigilar con máquinas, cámaras, drones y teléfonos. La sociedad de la vigilancia y la sumisión, y eso se puede considerar como neototalitarismo».
Como es sabido, los pensadores, siempre en el progreso de la ciencia han hecho distinción entre el mundo visible y el invisible. Sostengo lo que muchos han inferido: Dios permite que sucedan las cosas, mientras, continúa ofreciendo consuelo y guía, al tiempo que, nos transforma en las personas que Él quiere que seamos. «La voz interior me dice que siga combatiendo…, que no tema a este mundo, sino, que avance llevando en mí nada más que el temor a Dios». Decía el pensador Mahatma Gandhi.
Entender esta parte es tan complicado como pensar las diosidencias. Sin duda, la existencia de Dios se encuentra en la misma experiencia humana, en la lógica, observación, revelaciones recibidas; en la búsqueda de respuestas…, y esa es la invitación.
Contrario a lo que pueda creerse, la ciencia con sus pruebas y teorías, avala la creencia en Dios. «El libro de la fe y el libro de la naturaleza no pueden contradecirse porque ambos tienen al mismo autor».
Por eso, no excluyas a Dios de tu vida, profesión ni quehacer laboral, aun con las vorágines que producen los avances científicos, tecnológicos. El esparcimiento de la digitalización y de la información a nivel global. Como bien dijo el poeta Miguel de Cervantes Saavedra: «Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo que están más secas las esperanzas».
Hasta la próxima entrega.
santosemili@gmail.com
(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora residente en Santo Domingo, República Dominicana).