Mike Lupica/MLB.com
Los Dodgers ganaron otra Serie Mundial el miércoles contra los Yankees — se impusieron 7-6 en el Yankee Stadium— con una remontada impresionante tras ir perdiendo 5-0 en el quinto inning.
Es su segundo título de Serie Mundial en cinco años, sólo que ese primer anillo (2020) llegó durante la temporada acortada por COVID, a la que algunos fanáticos —quizás injustamente— le han puesto un asterisco mental. Pero ahora no hay dudas sobre este título, ni sobre la dominante racha de los Dodgers.
Han terminado en primer lugar en 12 de las últimas 13 temporadas, y aunque tuvieron algunas eliminaciones tempranas en la postemporada, fueron necesarios cinco equipos que terminaron ganando la Serie —los Cachorros en 2016, los Astros en 2017, los Medias Rojas en 2018, los Nacionales en 2019 y los Bravos en 2021— para dejarlos fuera. Tienen una organización que es el estándar de oro del deporte y una que incluso los Mets – que los llevaron a seis juegos en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional – dicen querer emular.
Todo esto es para decir que, incluso con solo estos dos títulos de Serie Mundial, han redefinido lo que es una dinastía en el béisbol en esta época.
A algunos puede que no les guste por el dinero que gastan. No les gusta la forma en que una organización ya dominante salió y firmó a Shohei Ohtani y Yoshinobu Yamamoto el invierno pasado. Pero la forma en que los Dodgers combinan un excelente sistema de scouteo y de desarrollo de jugadores con inteligentes firmas de agentes libres los hace encajar absolutamente en lo que debería ser la definición moderna de una dinastía. Y podrían ser mejores la próxima campaña cuando Ohtani vuelva a lanzar.
Además de todo eso, fueron más fuertes que todos los demás esta temporada, incluso con todo su talento, superando tantas lesiones en su rotación que empezaste a perder la cuenta. A pesar de lo cerca que estuvieron los Yankees de ganar el Juego 1 y de lo cerca que estuvieron de llevarse el Juego 5, fue fácil salir de la Serie Mundial 2024 creyendo que un equipo estaba un paso por encima del resto.
“Seguimos peleando”, le dijo Dave Roberts a Ken Rosenthal durante una entrevista en medio del juego el miércoles. “Todavía nos quedan innings.”
Y Roberts, quien dio una clase magistral dirigiendo desde que los Dodgers estaban abajo dos juegos a uno en su SDLN contra los Padres, tenía razón, en una noche en la que los Dodgers realmente aprovecharon esas entradas cuando más contaba. Finalmente, todo terminó con un toque de justicia poética para ellos, cuando uno de sus abridores, Walker Buehler, salió del bullpen para conseguir los últimos tres outs de la Serie, como lo hizo Chris Sale para Boston en el 2018 contra ellos mismos en el Dodger Stadium, incluso retirando a Alex Verdugo —un jugador que los Dodgers cambiaron para adquirir a Mookie Betts, miembro de aquel equipo de los Patirrojos— con un strike bajito y en la esquina que Verdugo abanicó, lo mismo que hizo luego con Manny Machado.
En el camino, tuvieron una parte alta de la quinto en el Yankee Stadium que será recordada por los fanáticos de los Dodgers de la misma manera que los Mets recuerdan la parte baja de la décima en el Juego 6 de la Serie de 1986, cuando ocurrieron todo tipo de cosas extrañas y mágicas, incluida un rolling a primera, esa vez bateada también por alguien llamado Mookie.
Los Medias Rojas intentaban ganar la Serie Mundial aquella noche del 86. Los Yankees solo intentaban extenderla. Pero el mundo entero vio lo que pasó con las bases llenas, mientras Anthony Rizzo esperaba que Gerrit Cole cubriera la primera base y Cole esperaba que Rizzo corriera a la inicial. El Juego 5 estaba ahora 5-1, camino a estar 5-5, y todo había cambiado en la noche en que los Dodgers estaban cambiando su narrativa de postemporada de una vez por todas.
Al final, los Yankees nunca se recuperaron realmente del grand slam de oro de Freddie Freeman en la parte baja del décimo inning del Juego 1, de la misma manera que los Atléticos nunca se recuperaron del jonrón en la baja de la novena de Kirk Gibson en el Juego 1 en 1988. Era apropiado, por supuesto, que Freeman —quien había conectado vuelacercas en los primeros cuatro juegos de esta Serie y en seis seguidos para él, remontándose a cuando aún era un Bravo en 2021— impulsara dos rayitas enormes en la quinta entrada el miércoles, rumbo a ganar el premio de JMV de la Serie Mundial.
Los Dodgers habían llegado hasta este momento tras un camino que empezó Seúl, Corea del Sur, donde su temporada comenzó a finales de marzo. A pesar de los desengaños que han tenido en la última década, se han convertido en el estándar de oro en el béisbol. Se han convertido en el equipo estelar de su deporte, con tres JMV al tope del lineup de Roberts —Ohtani, Betts, Freeman— y otro JMV, Clayton Kershaw, ausente de esta Serie Mundial por una lesión. Y cuando necesitaron mejorar en la Fecha Límite, añadieron a un jugador como Tommy Edman y al lanzallamas Michael Kopech desde los White Sox.
Los Dodgers fueron construidos para ganar esta temporada. Claramente, están hechos para perdurar. En todos los aspectos significativos, el título seguirá pasando por Los Ángeles, al igual que el desfile que han estado esperando y que finalmente harán el viernes. Cuando todo terminó en el Yankee Stadium, Buehler, quien volvió a un momento como el de anoche después de su segunda cirugía Tommy John, dijo esto sobre su noveno inning:
“Siento que estoy destinado a estar en esos momentos”.
Como su equipo. De regreso en la cima del mundo. Y sin planes de irse a ningún lado.
Mike Lupica es columnista de MLB.com.
https://www.mlb.com/es/news/dodgers-no-dejan-duda-de-que-son-una-dinastia