Por Máximo Caminero
Los 267 habitantes de Tristán De Acuña, la isla más aislada del planeta, serán los últimos en recibir al coronavirus. Morirán 7 días después que hayamos muerto todos.
Ubicada a 1500 millas de la ciudad más cercana y solo asequible vía marítima. Con escasas 37 millas cuadradas de terreno y para colmo, un volcán en el mismo medio.
Esta colonia Inglesa, se encuentra «naufraga» en medio del Océano Atlántico. Intacta e indolora a las frecuentes enfermedades que han azotado al mundo. Fue por los 60s que debido a la actividad del volcán, todos los habitantes fueron llevados a Inglaterra y allí… un simple resfriado contagió a «esta población tan sana» muriendo muchos ya que nunca habían estado expuestos a estos desatinos. Algo similar a lo que sufrieron millones de nativos en América.
El mundo podría colapsar y en Tristán ni cuenta se darían. Allí, la rutina y el «modus vivientis» es similar a los tiempos coloniales. Uno se levanta y mira el mar, se voltea y allí está. Lo escucha constantemente, lo huele, le fastidia, se le incrusta en los poros. No hay forma de ignorarlo…
Cuando el mantra del planeta se concentra en cualquier lugar. Ya no hay forma de no hacerse parte de este. Llega uno a compenetrarse tanto que se vuelve sal y arena al punto que lo que estaba allá…ahora está en uno.
Y en uno precisamente, comenzó este desmadre denominado «corona-virus». No tiene méritos aun para llevarse «la corona del virus más mortal» aunque parece que tiene intenciones.
La viruela, a pesar de estar ya controlada, surgió unos diez mil años Antes de Cristo y se calcula que hasta la fecha ha matado a más de 300 millones. El sarampión, en unos tres mil años, ha cobrado 200 millones.
Aunque la gripe española tuvo una corta duración (1918-1920) en solo dos años acabá con aproximadamente 100 millones de personas, un 6% de la población de la época.
La peste negra, a mediados del siglo XIV, mató a 75 millones, aunque menos que la gripe española, pero un porcentaje más alto de la población mundial, quizás un 20%…
El SIDA, ya lleva unos 25 millones, la verdad es que todas estas cifras son estimados, ya que es imposible tener números reales. En el siglo VI, la llamada «plaga de Justiniano» acabó con la cuarta parte del imperio Bizantino, unos 25 millones.
Los chinos tienen experiencias en los brotes de pandemias. En el siglo XIX y hasta el 1957, brotó de nuevo la peste bubónica o peste negra. 12 millones fue el resultado del renacer de esta bacteria, que no virus.
Con el brote del corona-virus, el mundo ha mostrado un rostro que parecía algo insólito e inaudito. Más bien, una salvajada digna del hombre de las cavernas, pero no!. Esta aquí, justo al lado de nuestra casa…o adentro.
Cruceros han sido rechazados de entrar a diversos puertos en varios países. Incluso, se les ha prohibido desembarcar a los pasajeros ocasionando que todos resulten contagiados. La histeria y el caos colectivo amenaza con sembrar de odio e «irraciocinio» a todo el planeta.
Los gobiernos parecen no saber lidiar con la situación, ya que el «escurridizo virus» no solo vuela, sino que se «tele-transporta» como por obra y magia del Espíritu Santo…
Lo único que llegan a decir, es; lávense las manos!.
Tienen proyectado, cerrar escuelas y eventos de masas. Nos dicen; llenen la despensa y tránquense en sus casas!…ósea, que «eto» se jodió!. Es decir, se jodió más de lo que Trump ha jodido a Biden.
En Santo Domingo, República Dominicana, sin embargo, los peledeístas están agradecidos con el COVID-19 ya que vació la Plaza de la Bandera de manifestantes que estaban a punto de tumbar su gobierno. Corrupto por un virus que solo llena sus bolsillos.
Retomando lo seria que «tá eta» vaina y tomando en cuenta que el mundo de hoy, no es el de siglos o décadas pasadas en donde los virus y bacterias iban cargadas por burros. Hoy, el virus originado en China, pudo pasar hace ratos por el frente de su casa. Tomarse un cafecito con usted en el patio y puff! Salir los tres como zombis haciéndose los santitos desparramando agua maldita por todo el barrio.
Yo les estoy escribiendo desde Tristán de Acuña, me tomó 7 días en barco llegar a esta isla maravillosa y desolada, en donde apenas se ve una esplendorosa gaviota y el mar choca estruendoso y lírico en sus hermosas y filosas rocas coralinas. Les deseo la mejor de las suertes y ni se les ocurra venir para acá!. Hemos sembrado de minas toda la costa cercana y los 268 tristeños estamos dispuestos a arrancarle la cabeza a todo el que quiera subirse a nuestra encantadora y sana isla. Lo único que me preocupa un poco es que el volcán ha estado estornudando mucho en estos días, no lo hacía desde el 1962, yo espero que no se enferme porque ahí si… que coronamos to!. Salud!. Mínimo Caminero.
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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