No era lo mismo Trump sin Musk, que Trump con Musk.
Con Musk exhibe más poder, dispone de más recursos y se define con más claridad la fractura profunda del poder profundo estadounidense.
Así, la confrontación interna asume mayor intensidad dentro de un sistema en crisis de decadencia y en creciente descomposición, en el marco de un continuo descrédito del «establecimiento» político partidista.
Musk es el Iceberg de una facción poderosa de las élites multimillonarias, que antes nutrieron al Partido Demócrata (PD) y que recientemente se trasladaron al «trumpismo», para violentar y relegar una legalidad agotada y tratar de reemplazarla por un Estado fundamentalmente neofascista.
A Musk, a las claras, les acompañan Jeff Bezos y Mark Zuckerberg. Otros están tras bambalinas.
Trump y el «trumpismo» arroparon al PR y se nutrieron de él para ejercer gobierno, controlar el Estado y convertirse en un instrumento de esa «conversión»; ahora con el poder que le agrega ese tipo de «globalitas digitales» mega-millonarios.
Ambas expresiones del neofascismo tienen bases doctrinarias y políticas comunes: racismo, xenofobia, homofobia, voracidad depredadora, privatización de lo público y lo social.
Apuestan en lo inmediato a nutrirse de una parte de sus adversarios, a arrebatarle la hegemonía a la facción que controlaba el poder profundo y asaltar los puestos de mando fundamentales del Estado (electivos o permanentes); tanto en materia de política interna como en política exterior.
Esa imposición se está llevando a cabo sin reparar en el respeto a sus propias leyes y a la institucionalidad tradicional.
Aquel asalto al Capitolio y los indultos recientes indican que el «trumpismo» y sus socios neonazis de la industria informática y microelectrónica, no reparan en derribar violentamente las trabas institucionales para imponerse.
A esos asaltos, en nombre de la eficiencia administrativa, los acompaña la gran revancha vengativa del «trumpismo».
A Trump le gusta, a Musk le conviene.
Ambos han colocado en una situación difícil a los Soros, Rockefeller, Morgan y hasta el propio Bill Gates.
La otra facción, cobijada todavía en el PD, en ciertas áreas del PR y en entidades afines, ha sido debilitada y situada a la defensiva.
Eso explica lo que ha comenzado a suceder en USAID, FBI, CÍA, Ministerio Público y Departamento del Tesoro; lo que apunta hacia la dictadura neofascista y el expansionismo con ínfulas anexionistas. No es a su disolución, sino a su captura.
En fin, mezcolanza de proteccionismo y globalismo de vanguardia, en medio de las dificultades del retorno pleno a un desarrollo hacia dentro.
@narcisoisaconde
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).