El 15 de marzo de 2015, en su libro Asesinas seriales, el periodista, y escritor argentino Néstor Durigon publicó una reseña amplia sobre 50 mujeres que mataron con premeditación, de forma reiterada y escalonada, a varias personas, incluyendo a los maridos.
Dice el investigador que en los años 30 los crímenes se ponían en foco bajo bases que todavía son irregulares: los hombres tienen una actitud más cruel, más violenta, y las mujeres son más sutiles, mañeras.
Entre las asesinas crueles cita a la rusa Irina Gaidamachuk que en junio de 2002 mató a una anciana de un martillazo.
En la comentada obra hace una división de los crímenes cometidos por mujeres, atribuyéndoles las siguientes características: viudas negras, ángeles de la muerte, predadoras sexuales, asesinas por venganza, asesinas por lucro o provecho, asesinas en equipo, asesinas de dudosa cordura y asesinas con móviles inexplicables.
La primera asesina que menciona es Anula de Anuradhapura, que se remonta al año 42 a. C (antes de Cristo), soberana de Sri Lanka, que mató a cinco maridos y fue quemada viva.
Pero antiguas fuentes históricas chinas describen a la china Ji Xia como la primera asesina serial de todos los tiempos. Probablemente nació en el estado de Zheng, 1.600 años antes de Cristo, y sólo se sabe que mató a tres maridos, uno gobernante, y a un hijo».
El autor también nombra a la romana Mesalina y a su compatriota Agripina, quien no dudó en sacarse de encima a su esposo, el emperador Claudio, para lograr que su hijo Nerón accediera al trono.
Y ejemplifica: «La viuda negra no mata por amor, sino por avaricia, algo que ha sido llevado al cine. Por el contrario, los ángeles de la muerte utilizan más la piedad y pueden surgir hoy o en la Edad Media. Generalmente son enfermeras o personas que cuidan».
Se han rodado muchas películas sobre hombres y mujeres asesinos. Lo normal es que los criminales sean hombres, pero la historia registra numerosos casos de damas matonas.
Ejemplos de esos acontecimientos son Raya y Sakina, dos asesinas en serie egipcias, conocidas como las primeras y unas de las más infames de su género. Eran hermanas. Ellas, su marido y amante respectivamente, y otros dos cómplices varones empezaron a matar mujeres en el barrio marginal de Labban en Alejandría hacia 1918.23.
La policía se vio agobiada por crecientes informes de mujeres desaparecidas. Todas las desaparecidas habían sido vistas portando joyas de oro o bisutería, y algunas por llevar encima cantidades importantes de dinero y telas caras. Otro detalle común en los informes era que muchas de las desaparecidas habían sido vistas por última vez en compañía de una mujer llamada Sakina, que fue interrogada en varias ocasiones debido a los informes, pero consiguió eludir cualquier sospecha sobre su implicación.
Otra muestra es Cleopatra, hija de Ptolomeo XII, sin duda, una de las mujeres más famosas de la historia. Se la recuerda por sus amores con Julio César y Marco Antonio. Su leyenda la describe como una gran reina, hermosa, amante e inteligente. Pero también como una conspiradora política, e incluso muchos historiadores la describen como una despiadada asesina.
En un intento por explicar la violencia del ser humano, las sociedades han creído en la posible existencia del instinto asesino. Diversas teorías intentan revelar la causa que induce a los seres humanos al odio, la destrucción y la muerte. Hombres y mujeres hoy son parte de la historia por sus asesinatos descomunales.
Diversas versiones psicológicas y neurocientíficas han propuesto que la agresión proviene de un instinto humano, es decir, genético. Esta teoría del instinto afirma que la agresión es una herencia ancestral. Según afirma el investigador y antropólogo Raymond Dart, la violencia humana no es totalmente destructiva; puede tener un lado positivo e incluso constructivo, pues el ingenio humano comienza en la violencia.
Dart es el descubridor de un cráneo fosilizado de 2 millones de años que yacía en la tierra junto con sus armas de lucha. Era una prueba de la violencia humana y la compartió con Robert Ardrey, guionista de Hollywood, quien tomó los vestigios de la evolución humana para trasladarlos en el 1968 a una icónica escena del cine, la película “A Space Odyssey” (Una odisea en el espacio). En ella, el líder de una banda de hombres mono aplasta los restos de sus enemigos con un arma hecha de hueso. Era un ejemplo del instinto asesino humano.
Intrigado por el tema, encontré una publicación del 22 de septiembre de 2018 de la investigadora británica Helen Whitaker, divulgada en la página de BBC Three bajo el título de “5 de las mujeres más letales de la historia”, en la que cita algunos casos escalofriantes cometidos damas.
A continuación, un resumen de algunas de las asesinas más demoledoras de la historia:
Mata Hari (1876-1917)
La vida de esta bailarina exótica que rompió tabúes y fue condenada por trabajar como espía durante la Primera Guerra Mundial. Era una asesina innata, fría y calculadora.
Charlotte Corday (1768-1793)
Adoptó el nombre de Marie-Anne Charlotte de Corday para venderse como una aristócrata. Lo que es más sorprendente es que cuando se vio envuelta en la Revolución francesa, estaba esencialmente del mismo lado que el hombre al que ella decidió asesinar.
Ella formaba parte de los Girondinos, como se conoció a una rama moderada de los revolucionarios que estaban a favor de la disolución de la monarquía, pero en contra de la dirección violenta que había tomado la revolución.
Su víctima, Jean-Paul Marat, era una figura destacada del grupo de los Jacobinos, al que ella se oponía. En julio de 1793, ella organizó un encuentro con Marat con la excusa de que tenía los nombres de algunos traidores y lo apuñaló mientras este se daba un baño.
Arrestada allí mismo, en el juicio dijo que mató «a un hombre para salvar a cien mil», pero fue ejecutada por el crimen cuatro días más tarde y murió en la guillotina a la edad de 24 años.
Shi Jianqiao (1906-1979)
Prometió vengar la muerte de su padre, quien fue decapitado por el caudillo Sun Chuanfang en 1925. Diez años más tarde, cuando Sun Chuanfang se había retirado (y se había convertido al budismo), Shi Jianqiao lo rastreó y le disparó en la cabeza mientras este rezaba en un templo budista.
En lugar de huir de la escena, se quedó y confesó sus acciones a los transeúntes (incluso les entregó folletos), lo que era parte de su gran plan para atraer la atención de los medios y la simpatía pública por su causa.
Tras un juicio de alto perfil, fue indultada en 1936, ya que su caso fue considerado éticamente justificado porque era un acto de piedad filial (respeto por los padres). Murió en el año 1979.
Brigitte Mohnhaupt (1949)
Descrita como la mujer más malvada y peligrosa de Alemania, era miembro prominente de la Facción del Ejército Rojo (también conocida como la pandilla Baader-Meinhof). Brigitte Mohnhaupt estuvo involucrada en la ola de terror en 1977 que se conoció como el “Otoño alemán”.
El grupo militante radical de izquierda aterrorizó a la República Federal de Alemania con una serie de secuestros, asesinatos y atentados en los años setenta. La banda fue responsable de más de 30 asesinatos, así como del secuestro de un avión, todo en rechazo al poder capitalista de Alemania Occidental.
Arrestada en 1982, Mohnhaupt fue condenada a cinco cadenas perpetuas, más 15 años por su participación en nueve de los asesinatos, incluido uno en el que le entregó flores a un banquero antes de dispararle a quemarropa y otro intento de asesinato de un comandante estadounidense y su esposa usando un lanzacohetes.
En 2007, a pesar de que nunca expresó remordimiento por sus crímenes ni cooperó con las autoridades, se le otorgó la libertad condicional. La decisión provocó controversia y un amplio debate en toda Alemania. Hoy Mohnhaupt sigue con vida.
Agente Penélope
Una agente del Mossad conocida por el sobre nombre de «Penélope», se le vinculó al asesinato de Ali Hassan Salameh, el líder del grupo palestino Septiembre Negro que secuestró a 11 deportistas israelíes durante los Juegos Olímpicos de Múnich, en 1972, antes de matarlos.
En respuesta a los asesinatos, la entonces primera ministra israelí, Golda Meir, autorizó la «Operación Ira de Dios» en la que los agentes del Mossad persiguieron a los miembros de Septiembre Negro responsables de las muertes.
Tras sobrevivir a cinco intentos de asesinato, Salameh finalmente murió junto con cuatro guardaespaldas y dos transeúntes cuando un coche bomba fue detonado fuera de su departamento en Beirut, en 1979.
Se cree que la agente Penélope fue quien detonó el dispositivo. Ella llevaba una vida encubierta: vivía cerca del departamento de Salameh e incluso se cree que se había hecho amiga de él cuando se unió a la misma piscina donde solía bañarse.
Después de la explosión, la agente Penélope desapareció, dejando atrás sus pertenencias, que incluyeron un pasaporte británico con el nombre de Erika Chambers.
Son apenas algunos casos de asesinatos cometidos por mujeres. La tarea se les hace más fácil si son espías o trabajan encubiertas, pues tienen la oportunidad de intimidar besos, caricias y sexo con sus víctimas, hasta lograr la misión de matarlos o sacarles información.
Otras han matado por venganza. Muchas han esperado años para ubicar a los asesinos de un familiar para vengarse e incluso han dormido con estos en una cama antes de eliminarlos. Necesariamente, no tiene que reunir las características de La viuda negra para lograr sus propósitos.
Desde la antigüedad a la fecha, la historia registra miles de nombres de asesinos de ambos sexos en todo el mundo. Esos hechos nunca terminarán. Es un problema de instinto generacional debido a la bestia dormida que llevamos adentro.
mvolquez@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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