Mi hijo Jordi Vólquez, que reside en Europa, me envió un escrito donde expone su preocupación por el giro que ha tomado en el mundo la fiesta de Halloween. Es una inquietud que comparto plenamente, tomando en consideración que personas mal intencionadas aprovechan la ocasión para cometer diabluras.
Han surgido numerosas barbaridades en esas celebraciones. El horrible disfraz es utilizado por individuos de mala reputación para cometer crímenes y otros delitos, mientras los comerciantes hacen buen negocio de ese día.
Veamos a continuación el planteamiento de Jordi y luego citaremos algunos detalles sobre el origen de este entretenimiento:
Reflexión sobre el Día de Halloween
Hace días, fui a una tienda a comprarle un vestido de ballet a mi hija mayor. Como el día de Halloween estaba cerca, en dicha tienda también tenían disfraces para niños. Vi atentamente a una madre y su hijo que estaban eligiendo disfraz para Halloween. El niño eligió un terrorífico disfraz ensangrentado y la madre le sugirió uno más terrorífico todavía: «Mira este está mejor, viene hasta un cuchillo bañado en sangre y da mucho más miedo», dijo la madre.
Yo me quedé observando esa escena con detenimiento y muchas cosas pasaron por mi mente. Claro, para la madre y el niño (y para la mayoría de personas) es solo un simple disfraz para pasárselo bien en Halloween, pero yo vi algo más. Allí me di cuenta lo morboso que somos los seres humanos y el día de Halloween no es más que una excusa más para que todos saquemos a relucir ese morbo. Podemos quejarnos de lo mal que está el mundo, podemos criticar las violaciones, los asesinatos, el terrorismo, etc., pero en el fondo esas son las cosas que nos entretienen y por eso las emulamos.
Y si no estás de acuerdo conmigo, yo te lanzo la siguiente interrogante: ¿por qué en vez de elegir disfraces de brujas, asesinos, monstruos o vampiros, no nos disfrazamos de ángeles, bomberos, médicos o incluso de algún héroe de la historia?
¿Por qué siempre nos inclinamos a lo que da más morbo?.
La respuesta es muy sencilla: porque lo negativo/peligroso es lo que entretiene y lo positivo/consciente es lo aburrido. Si no me crees, te invito a que hagas el siguiente experimento: comparte dos tipos de videos en tus redes sociales, uno donde decapitan a una persona y otro donde le dan de comer a un mendigo y ya verás cuál de los dos vídeos se vuelve más viral en poco tiempo.
Con todo esto, tú me dirás: «¿Jordi, me estás diciendo que si disfrazo a mi hijo de demonio o de monstruo para Halloween eso lo convertirá en un asesino en serie? Me parece que estas exagerando». Pues no, no estoy diciendo eso ni tiene porque ser así; sin embargo, pienso que lo mejor es no emular ni alimentar ciertas cosas, por si acaso.
Una vez leí en un libro sobre psicología que el subconsciente no tiene sentido del humor, simplemente procesa y almacena toda la información que le mandas; él no sabe si lo que le estás enviando es en serio o es de broma, simplemente almacena.
De todas formas, independientemente del sentido que tenga para ti el día de Halloween, ¿qué tal si le cambiamos el sentido y lo usamos para proyectar el mundo que realmente queremos? Creo que ya es hora de que seamos coherentes con lo que queremos y con lo que hacemos.
(Hasta aquí la atinada reflexión de Jordi).
Vista esa reflexión, me motivé a buscar en la biblioteca en línea detalles respecto al nacimiento de esa tradición, una festividad que se celebra principalmente en el mundo anglosajón (Reino Unido y Estados Unidos) y en otros países como Canadá y Australia.
Halloween es cada vez más popular en el mundo entero, por lo que su influencia también ha llegado a las naciones latinoamericanas mediante un inevitable proceso de globalización de la cultura y las tradiciones. En República Dominicana, los nativos y extranjeros también la celebran, aunque con mucha prudencia.
Se trata de un festejo que combina orígenes celtas y cristianos, relacionado originalmente con el final de la época de las cosechas y la llegada del equinoccio de otoño. Es un acontecimiento de naturaleza pagana que se celebra la noche del 31 de octubre, víspera del Día de todos los Santos (su versión cristiana).
El equinoccio es el momento del año en que el día y la noche tienen la misma duración debido a que el Sol se encuentra sobre el Ecuador del planeta Tierra. La palabra, como tal, proviene del latín aequinoctĭum, que vendría a traducir ‘noche igual’.Además, el fenómeno natural coincidía con del descenso en la temperatura que traía consigo el inicio del otoño y la reducción de las horas de luz solar, lo cual significaba la apertura de los meses más fríos y oscuros del año.
Tiene sus raíces en el antiguo festival conocido como Samhain (pronunciado “sow-in”), que significa “fin del verano” en lenguas gaélicas y se trataba de una de las fiestas más importantes de Europa. El término gaélico se deriva de las lenguas celtas, las cuales pertenecen a su vez a las indoeuropeas. Constituye el intercambio lingüístico oral entre los habitantes al sur de Irlanda, pasando por la Isla de Man (manés) hasta alcanzar el norte de Escocia.
El 31 de octubre daba por terminada la temporada de cosechas en Irlanda para dar comienzo al Año Nuevo Celta, coincidiendo con el solsticio de otoño. Durante esa noche se creía que los espíritus de los difuntos caminaban entre los vivos y se realizaban fiestas y ritos sagrados que incluían la comunicación con los muertos.
Y aunque no se trataba de una costumbre homogénea, los principios del Samhain tomaron otro sentido tras la conquista romana de los pueblos celtas y el festejo comenzó a relacionarse con Pomona, diosa latina de las frutas y los jardines.
Posteriormente, una vez que el cristianismo se convirtió en la religión exclusiva del Imperio Romano, las tradiciones celtas fueron tachadas de paganas en un intento por disminuir su culto y popularidad en los territorios romanos.
Debido a la influencia del Reino Unido en la conformación de los Estados Unidos, Halloween llegó a territorio norteamericano a finales del siglo XIX. Fue en ese territorio donde se convirtió en una celebración de alcance global, con íconos como jack-o’-lantern, una lámpara formada por una vela al interior de una calabaza tallada con ojos y boca de tradición irlandesa. El primer desfile de esa fiesta en los Estados Unidos se celebró en 1921 en Minnesota.
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
mvolquez@gmail.com
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