Por Rafael Méndez
El nuevo ministro de Educación, doctor Ángel Hernández, en un denodado esfuerzo por presentar un diagnóstico objetivo de la realidad de la educación pre-universitaria, ha colocado en la opinión pública algunas insoslayables verdades, como parte de los males cuasi seculares de los que adolece el sistema educativo de la República Dominicana.
Sin embargo, para algunos, el enfoque del ministro Hernández sobre la problemática educativa ha sido muy limitado, porque ha dejado de lado lo que algunos puntos nodales, sin que se pueda negar la realidad que describiera en el sentido de que «la peor educación a nivel global, de acuerdo con todas las mediciones internacionales y nacionales».
Y ha sido enfático indicar que «duele pensar que por más de 10 años el país esté invirtiendo el 4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB», que anualmente se traduce en «un presupuesto de casi 250.000 millones de pesos, y todo se va al zafacón».
De esa manera el nuevo incumbente dejó por sentado una penosa realidad que toda la sociedad buscó en las calles que se transformara, con la asignación presupuestaria que se proyectó, como la panea para dar al traste con esa retranca del desarrollo nacional.
Sin embargo, y como si pretendiera moderar sus juicios sobre lo que ha pasado en el sistema educativo público en los ocho años del anterior gobierno, y los dos años de la presente administración, en un segundo encuentro con funcionarios de la cartera, pareció volver sobre sus palabras cuando «se preguntó qué ha estado pasando en el sistema educativo dominicano… a lo que observó que hay que saber por qué la sociedad decidió invertir el 4% del PIB en educación», y como si olvidara la caracterización anterior, se preguntó «qué pasa con dicha inversión».
Una caracterización limitada
«Por eso llamó la atención a la burocracia del sistema, y la burocracia del sistema son ustedes, y los directores de centros, somos nosotros, que estamos a nivel central, que no se justifica el dinero que me pagan a mí, y que les pagan a ustedes, si no hay una preocupación por lo que es fundamental, que es el aprendizaje de los niños.
«Ninguno de nosotros tenemos sentido en el sistema si no hay una conciencia de que lo fundamental es que el aula funcione bien, y para funcionar bien necesitamos tener un buen aprendizaje», expresó durante el segundo encuentro con funcionarios que le corresponde la ejecución de la política diseñada por el Ministerio de Educación.
Sin pretender quitarle justeza a muchos de los aspectos que el ministro Hernández ha puesto en el debate público, se entiende que la caracterización de la realidad educativa ha sido limitada porque el proceso hacia el logro de una educación de calidad no solamente es responsabilidad de los funcionarios medios del sistema, como son educadores y en la estructura física.
Y es que el nuevo incumbente de educación solamente se refiere al aprendizaje, como si el término abarcara todo el proceso, por lo que se trata de enseñanza-aprendizaje, en el que interactúan estudiantes y docentes, pero es parte inalienable del referido proceso, los padres, madres y tutores, así como un conjunto que en la gestión se les denomina públicos interno y externo.
Los tratadistas definen el público interno como aquellos que inciden directamente en la estructura organizacional de la institución, en tanto público externo, para este caso son, la Asociación Dominicana de Profesores y la Cooperativa Nacional de los Maestros, por solo mencionar dos instancias, que por ciento son las que el ministro Hernández debe prestar una atención especial porque inciden de manera determinante en el ánimo, conducta, y en la actitud y aptitud de los educadores.
Y aseguramos lo expuesto en relación a la ADP y a Coopnama porque como instancias de integración de los educadores parecen que no se sienten aludidas ante los bajos niveles de la calidad educativa y el bajo desempeño magisterial que reflejan las mediciones que se realizan sobre el sistema. La primera se orienta como un gremio economicista, y la segunda, solo le importa inducir a los educadores a decidirse por los costosos servicios que ofrece.
NOTA: El autor es presidente de la Fundación Padrino de las Escuelas de Bahoruco, una entidad que trabaja desde hace más de 20 años con la comunidad educativa, el deporte y la recreación sana.
(El autor es periodista y exdiputado residente en República Dominicana).
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