Jason Beck/MLB.com
DETROIT — Horas antes de que el camino de Miguel Cabrera en búsqueda del hit 3,000 continuara la tarde del jueves, el ganador de la Triple Corona de la Liga Americana en el 2012 se sentó en su locker en el clubhouse de los Tigres y trató de explicar por qué eso era secundario para él.
“Yo sé que la historia es bien importante”, dijo Cabrera antes del triunfo 3-0 de los Tigres sobre los Yankees en Comerica Park, “pero primero necesitamos ganar. No se trata de mí. Se trata del equipo”.
Mientras los abucheos bajaban desde todos los rincones del estadio después del boleto intencional que Cabrera recibió en su último viaje al plato, y con los fanáticos dejando bien claro lo que pensaban de los Yankees, Cabrera les pidió a los fanáticos que se calmaran y apuntó a la pizarra después de terminado el inning.
“Estamos ganando, 3-0, estamos bien”, explicó Cabrera lo que trató de decirles. “Estamos 3-0 en el octavo. Tenemos la ventaja”.
Ese es Miguel Cabrera. Un hombre que se divierte jugando béisbol, ama al juego y aprecia su historia. Pero por sobre todas las cosas, es alguien que quiere ganar.
“Quería asegurarse de que todo el mundo tuviese perfectamente claro que ganar el juego era la prioridad”, dijo el manager A.J. Hinch. “Miggy ha manejado las cosas así durante la búsqueda del jonrón 500, esta del hit 3,000. A Miggy lo que le importaba hoy era ganar. Necesitábamos ganar”.
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— LasMayores (@LasMayores) April 21, 2022
Cabrera no estaba de muy buen humor después que su juego de tres hits el miércoles lo pusieran a un imparable del Nro. 3,000, porque los Tigres perdieron. El jueves fue lo contrario. Como cuarto bate, Cabrera tenía de 3-0 cuando la búsqueda del 3,000 terminó por el día con el 236to boleto intencional de su carrera y así – gracias en parte al subsiguiente doble de dos rayitas de Austin Meadows – la cadena de tres reveses de los Tigres llegaba a su fin.
“Esto es béisbol, ¿saben? Después de mi venía un zurdo”, explicó Cabrera. “Darme el boleto intencional, eso es parte del juego. Me fui de 3-0, pero ganamos. Maravilloso”.
Por cuatro visitas al plato, los fanáticos colmaron las secciones más bajas del estadio, esperando ver historia. Cabrera recibió una ovación de pie de los fanáticos cuando salió del dugout y se paró en el círculo de espera en el primer inning. Se acercó hasta la malla que divide el terreno con la tribuna, saludó a los fanáticos y se tomó una foto con su hijo, que estaba sentado cerca junto al resto de su familia.
“Estaba muy emocionado el primer turno”, dijo Cabrera. “Por eso es que me puse los lentes de sol”.
Habían estado hablando sobre el hito el día anterior. Cabrera le dijo que iba a tocar la bola para ver si conseguía el hit 3,000, una broma que ya les había mencionado a algunos reporteros en el Spring Training.
“Le dije a mi hijo Christopher ayer”, dijo Cabrera antes del encuentro del jueves. “Y me dijo, ‘¿Vas a tocar? Papá, por favor’. Pero hoy voy a tocar”.
Al final, Cabrera no tocó. Abanicó la brisa ante el primer envío que vio, una sinker de Jordan Montgomery, antes de fallar con un elevado a la izquierda para entregar el último out del primer episodio.
Cabrera se ponchó contra Montgomery en sus dos próximos turnos, tirándole sin suerte a una curva abriendo el cuarto y luego con un medio swing en 3-2 ante una recta en el sexto.
Eso ha podido ser todo, pero el rally de los Tigres en el octavo acto contra el dominicano Miguel Castro le permitió a Cabrera pararse en el home una vez más, esta vez contra el zurdo Lucas Luetge. Pero cuando el dominicano Jeimer Candelario bateó para un doble play por la vía 1-2-3 justo antes del turno de Cabrera, el manager de los Yankees, Aaron Boone, ordenó pasar intencionalmente a Cabrera para enfrentar al zurdo Meadows con las bases llenas.
“Es totalmente una decisión de béisbol”, explicó Boone. “Pero no hay dudas de que hay un poco más de sentimientos, sabiendo cuál es la situación. Al final del día, tu tienes que hacer lo que piensas es correcto dentro del contexto del juego”.
Hinch dijo que tenía “cero dudas” de que venía un boleto.
“La responsabilidad de Boonie es con su propio equipo y con sus posibilidades de ganar”, acotó Hinch. “Y después de Miggy tenían el duelo que querían. Así que lo podías ver venir. Yo sé que nuestros fanáticos respondieron como respondieron, pero lo entiendo totalmente”.
Llegó entonces el turno de Meadows, que le bateó .198 a los zurdos la temporada pasada y tenía de 5-0 con tres ponches de por vida ante Luetge. Su blooper tenía un promedio de bateo de esperado de .190, según Statcast, pero cayó entre el jardinero central Aaron Hicks y el left fielder Joey Gallo.
“Anotamos dos carreras. Eso es grandísimo”, comentó Cabrera. “Eso es lo bonito del béisbol”.
La historia puede esperar otro día. La próxima oportunidad de Cabrera será el viernes contra los Rockies y el también venezolano Antonio Senzatela, quien tiene pautado abrir.
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Jason Beck cubre a los Tigres para MLB.com.
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