Desde que llegué a esta ciudad, en el 1988, la he visto debatirse entre lo insensato y lo absurdo.
La ciudad de Miami, cuyo nombre significa “agua dulce o grande” según sea traducido de las distintas tribus extinguidas a la que se le atribuye, fue fundada el 28 de julio de 1896 por un pequeño grupo de incentivados empresarios.
Sin embargo, no sería hasta finales de los años 20s. Cuando se perfilaría como una ciudad “normal”. La compañía aérea Pan American (Panam) comenzó a promocionarla como “la puerta de las américas”.
A principio de los 60s. La revolución cubana ocasionó el éxodo de más de 400 mil cubanos los cuales fueron el detonante para que esta ciudad hoy en día tenga como el español su idioma principal.
Con más de tres millones de habitantes de todas partes del mundo. Un 70% son de origen hispano. 36% cubanos. El resto colombianos, nicaragüenses, venezolanos y de toda América Latina.
En todo el estado de la Florida hay más de veinte millones de habitantes.
Desde Miami hasta West Palm Beach (unas 60 millas) hay casi 7 millones de esos veinte.
Desde el extremo sur del estado, Cayo Hueso, hasta el extremo norte, Fernandina Beach, hay 540 millas.
En los años 80s, la ciudad de Miami vivió su periodo más obscuro debido a la guerra por el control del negocio de la cocaína entre bandas cubanas y colombianas.
Fue precisamente en esos años que se disparó el crecimiento de las infraestructuras de la ciudad que la ha llevado a ser considerada como una de las metrópolis más anheladas para vivir por las clases adineradas latinoamericanas y del mundo entero.
Sin embargo, adolece Miami de una conciencia social y esto se debe a que aquí suelen establecerse políticos corruptos y depredadores del mundo. La mayoría también latinoamericanos.
Posiblemente todos los grandes empresarios desde México hasta la Patagonia argentina tienen residencia en esta ciudad.
El discurso político en Miami debe ser de una derecha ciega a riesgo de ser fichado de “sospechoso”.
Cualquier intelectual debe estar inclinado y a favor de dictadores de derecha o no tendrá participación en la televisión, radio, o cualquier medio escrito.
Decir que las protestas en Colombia son consecuencia de las dinastías políticas nacidas desde el asesinato de Gaitán en el 1948 y no de Maduro, es ser calificado de comunista.
Decir que Fidel Castro fue la consecuencia de esas mismas familias, en contubernio con corporaciones foráneas, que suelen tomar el poder y desfalcar a las naciones es ser calificado de comunista.
Que Correa, Lula, Cristina, Obrador o Mujica son y fueron gobernantes de izquierda que hicieron y están haciendo una distribución más justa de los fondos del Estado, es ser calificado de comunista.
Votar por Obama o Biden del Partido Demócrata norteamericano…es ser comunista.
En Miami escasean los intelectuales y abundan los mediocres. Escasea la libertad de expresión y abunda la desinformación.
El lavado de cerebro es constante y el miedo a pensar es de pánico.
La indignación me invade constantemente cuando escucho el discurso vacío y sin base que lo sustente de la mayoría de sus habitantes.
La insensatez roza lo absurdo porque la objetividad es algo que debe cimentarse con los conocimientos previos de la historia.
Que Fidel, Ortega, Chávez o Maduro sean dictadores no es algo que pueda negarse. Pero Batista, Somoza, Vicente Gómez y Pérez Jiménez no fueron héroes.
Miami está repleta de hijos, sobrinos, nietos, hermanos y toda clase de parentela de dictadores, golpistas, asesinos, ladrones que han encontrado aquí su jet set ideal.
No son ellos culpables de los atropellos de sus parientes, pero sí lo son cuando lo niegan. No se puede ser objetivo en llamar asesino al Che Guevara y no a Videla. Uno mataba por el bien de todos y el otro lo hacía por la misma razón…
Las preguntas que deberíamos hacernos son; ¿necesita alguien matar por mí? ¿podría yo decir lo que siento sin que me maten? ¿sin que me coloquen en un extremo de derecha o izquierda?.
El absurdo seguirá siendo cotidiano por los años por venir.
A Ponce de León le clavaron un flechazo los indios de la Florida. Pudo llegar a La Habana y morir allí. Lo ideal sería que nadie tenga que emigrar a otras tierras por razones políticas o económicas. Las flechas duelen menos en la patria.
Miami es un paraíso de mediocres, quizás yo sea el distraído de Adán mientras, Eva, sigue coqueteando a la serpiente… que difícil es estar bien con Dios y con el Diablo. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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