La forma como se llame a los naturales de un lugar (aldea, barrio, ciudad, región o país) guarda una marcada proporcionalidad con el nombre del sitio. Es decir, que el gentilicio (adjetivo y sustantivo) es una palabra derivada. La relación entre el gentilicio y el topónimo (nombre del lugar) de que se trate es indisoluble.
En algunos casos –muy pocos- la dependencia se da a lo inverso: el gentilicio ha generado el topónimo, es decir un pueblo o una nación da origen a una entidad organizada políticamente (república, imperio, ciudad…) la cual asume el nombre por el cual se conocía a ese grupo humano. En esta circunstancia el gentilicio no es derivado.
En ese grupo podría contarse el nuestro: dominicano. ¿Qué existió primero, la República Dominicana o su gentilicio? Cuando fue fundada la República, en 1844, ya a los habitantes de la parte oriental de la isla de Santo Domingo se les llamaba dominicanos. Sobre todo, para diferenciarse de los de la parte occidental.
Algún cronista ha dicho que un oficial español, al frente de las tropas que enfrentaron y derrotaron a los franceses en la batalla de Sabana Real de la Limonada, arengó a los combatientes que defendían el dominio hispano con expresiones como esta: “Vamos pa´alante, dominicanos, carajo”. Esto habría ocurrido el 21 de enero de 1691.
Dominicano guarda estrecha relación etimológica con Santo Domingo, nombre de la ciudad y de la isla, y con Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Predicadores, conocidos como los padres dominicos, y también con el domingo (Día del Señor). El Diccionario lo define así: Natural de la República Dominicana.
La explicación del escudo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, fundada en 1538 por los frailes dominicos, ilustra sobre el origen de nuestro gentilicio. En el cuarto superior derecho aparece la cátedra de Santo Tomás de Aquino, discípulo de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Dominicos.
En los dos cuartos inferiores aparece un perro con una tea entre los dientes que incendia el globo terráqueo, lo que simboliza la fogosa oratoria de los dominicos. Cuando Santo Domingo fundó la Orden de los Predicadores para combatir herejías, a sus miembros se les denominaba “domini canis”, que quiere decir “Perro del Señor”. Ahí está la clave.
Mucho más de cien años antes de 1844, los habitantes del Santo Domingo español se consideraban dominicanos. Por eso, en el juramento de los trinitarios, estos se comprometen a implantar una nación independiente “…que se denominará República Dominicana…”. El gentilicio aportó el nombre, pues es más viejo que la República.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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