Ante informaciones de repunte de la pandemia de coronavirus, muchos dominicanos de comportan como si nada estuviera pasando. Se habla de la saturación de las unidades de cuidados intensivos y el consiguiente colapso del sistema nacional de salud. Hasta el boletín de ayer, se contaban 842 fallecimientos por esta causa.
Más de 200 expertos han pedido a la Organización Mundial de la Salud aceptar que el virus permanece en el aire y puede desplazarse a través de gotículas de saliva a más de dos metros, la distancia recomendada entre personas para asegurar el distanciamiento físico. De ser así la protección individual amerita refuerzo.
El pasado miércoles compartí la experiencia de caminar en el parque Mirador Sur con el doctor Diógenes Santos Viloria, calificado neurólogo, y hube de colaborar en una labor de observación de los caminantes y su actitud respecto al uso de la mascarilla. Lo que vimos y “computamos” era para sentir miedo.
Llevaban mascarillas en las manos, mascarillas en el pelo, mascarillas en el codo, en los bolsillos, en la barbilla y muy pocos la usaban sobre la boca y la nariz, áreas esenciales para que esta prenda cumpla la función protectora. No solo al toser o estornudar una persona puede contagiar a otra que le quede cercana. También al hablar.
En una distancia de mil metros que caminamos en nuestra indagación, el sondeo determinó que ni un cuarto de los caminantes portaba el tapaboca donde va. En tanto, el doctor Santos comentaba que alguna gente ha creído que estamos ante el fin del coronavirus. Es muy visible la desprevención predominante.
“Mira esa pareja, por su edad deberían cuidarse más”. Fue uno de los comentarios del doctor Santos. Eran ancianos y pasados de peso. Jóvenes transitaban alegres y desprevenidos. A seguidas nos encontramos de frente con un oficial del Ejército y el médico lo saluda de este modo: ”La mascarilla, coronel, la mascarilla”.
Santos combina el conteo de los desprotegidos con los comentarios sobre tal comportamiento e insiste en que los militares y policías que sirven en el parque Mirador deben ser más rígidos en la exigencia de la mascarilla, sobre boca y nariz, a los privilegiados usuarios de ese magnífico espacio de esparcimiento.
Nunca vi tanta gente sin la debida protección, será que ellos creen que el fin de una pandemia conlleva la desaparición de la otra. Esto lo capto de los comentarios del doctor Santos, quien camina muy preocupado por el desparpajo en este aspecto de muchos caminantes. Habrá que considerar la vuelta atrás a la desescalada.
(El autor es escritor y periodista residente en Santo Domingo).
rafaelperaltar@gmail.com
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