Hay que ser de un país muy «especial» para lograr alcanzar tal expresión y seguir «activo» como si nada. Uno se viene a dar cuenta cuando llega a otro país y «la dice» y la gente se te queda mirando asustada, como si estuvieran en presencia de alguien poseído por el demonio…ante tales alabanzas…
Vivir en el paraíso y decir; que el diablo es bueno, parecería como una contradicción digna de seres mal-agradecidos. Sin embargo, la intención no es la de «alabar» al demonio, más bien es «intentar decir» que «eso», cualquier cosa, es lo mejor…
Yo no soy el experto en «dominicanismos» como mi apreciado amigo el Doctor Roberto Guzmán, y ya es muy tarde para llamarle a preguntar sobre el origen de esta dominicanada, pero si llama la atención la constante mención de lucifer en nuestro diario «parlanchear».
Por supuesto que «ni el mismo diablo» se iba a librar y recibir solo claveles, por ahí se suele decir también; ¡ojalá te lleve el diablo! Cuando se le desea «a alguien»…lo peor.
Aunque el diablo, goza de mucho aprecio en el dominicano, al punto que si a uno le sentencian; «tu ere un diablo» no se sienta mal, todo lo contrario, ¡sonríase! Ya que de usted se tiene la opinión de que «sabe lo que hace».
En cambio, si le dicen; ¡mira muchacho d’el diablo! Espere la tabaná o el golpe que viene detrás de la misma ya que, usted, ha hecho enojar al susodicho.
¿En qué momento se salió el diablo de las iglesias y se fue a mezclar con el pueblo?. Eso no lo sé, lo que no tengo la menor duda es que de allí mismo fue de donde salió y me explico; no existe otro lugar en donde el nombre de ese «señor» sea más «mentado» que en la iglesia.
Recibir en tu casa a un grupo de fanáticos religiosos, sean católicos, cristianos, testigos de jehová o cualquier otra desembocadura de los «reales», es cargarla de «extrañas sensaciones» ya que te hablan de dios, pero constantemente del demonio y sus consecuencias…si te «sigues» portando mal… yo me jodí…
Prefiero escuchar «al diablo» de los tigueres que es más dinámico y sano a ese, «perturbador e incinerante» que allá en el infierno…los está esperando…pórtense bien…
El origen de este señor, me imagino, surge desde la época de las cavernas cuando las madres, hastiadas del «corre corre» de los chiquillos, se le ocurrió la brillante idea, al ver eructar al volcán, de meterle miedo a los salvajillos diciéndoles que, si no se iban a acostar a la cueva, les vendría a buscar un señor que vivía dentro de la montaña de fuego y se achicharrarían ¡to!.
Bueno, esa es una teoría mía, lo cierto es que el «diablo» surge de manera espontánea en todos los pueblos del planeta, no importando el idioma, raza o cultura. Todas las tradiciones tienen «su diablo» y de ahí, la variedad de nombres, belcebú, satanás, lucifer, mefistoles…
El diablo «nuestro», viene del latín; diabolus. Y evoluciona a través del alemán o germánico «dêofol», de ahí al inglés «devel» que luego «devil» y españolizándose en «diablo». Su significado original es; «calumniador».
Hay otras versiones de su origen entre estas la del idioma «protoindoeuropeo» que es a él origen-madre de las lenguas «indoeuropeas». De allí surge «deiwos» celestial y resplandeciente, o sea que los dominicanos no están tan perdidos…
Sería por el siglo x cuando la palabra «diablo» empieza a sustituir al demonio, uso que popularizaría Gonzalo de Berceo en el siglo XIII, dándole un sinónimo de «geniecillo travieso».
Hay 20 mil versiones del diablo y la misma cantidad de nombres distintos, pero la más «aplatanada» y criolla y al parecer surgida para no mencionar tanto al demonio es la de; «diantre» que a su vez se distorsiona en; diache o diale…
¡diantre vi ‘te eso!? O sea y de manera sorpresiva, ¿qué si viste eso? Algo «cuasi» insólito y que posiblemente no sea algo tampoco del otro mundo, solo que los caribeños solemos ser sumamente «expresivos» y exagerados.
Diache sí, lo vi… como pueden ver…esas son cosas que se quedan entre diablos. A propósito ¿ustedes han visto a las mujeres del Cibao? ¡esas tan’ ma’ buena que el mismísimo diablo! ¡ofrézcome!. ¡Suénalo Tatico!. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico residente en West Palm Beach).
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