La tecnología digital logra cada vez mayores incursiones en la realidad física, buscando ahora replicar uno de nuestros sentidos más preciados: el tacto humano.
El tacto nos da una comprensión más profunda de las cosas, lo cual no se puede experimentar por completo con la vista o el oído. La tarea que hay por delante es replicar en máquinas la capacidad táctil humana. Haptics es el nombre tecnológico de esta ciencia.
Dado que las principales características de la realidad virtual son la imaginación, la inmersión y la reciprocidad, la tendencia es mejorar en gran medida la interacción entre los ecosistemas biológicos y electrónicos.
Ya tenemos retroalimentaciones visuales y auditivas realistas en nuestra interacción con las máquinas. Sin embargo, los hápticos (comunicaciones de señales bilaterales entre humanos y computadoras) todavía son muy deficientes.
ANTECEDENTES – Han sido necesarias tres décadas para que la informática táctil se arraigue. Todo comenzó con los teclados de las computadoras personales para la entrada de datos, la interacción del mouse, las superficies de toque en las laptops, y al presente, las pantallas táctiles.
La sensación háptica obtenida a través de la interacción virtual es muy pobre en comparación con los sentidos reales. Es por eso que los científicos de la computación han estado en una búsqueda desde la década de 1960 para mejorar la mecánica del tacto digital. En la vida real, la percepción de rigidez, suavidad, aspereza y temperatura de los objetos son sensaciones típicas del tacto, que con suerte pronto podrán ser replicadas por medios electrónicos.
Otro objetivo es perfeccionar la manipulación virtual de objetos y tareas de control de movimiento o agarrar, tocar, palpar superficies y objetos. En los videojuegos, por ejemplo, los únicos avances han sido proporcionar retroalimentaciones visuales y auditivas. Algunos ofrecen retroalimentación háptica simple, como vibraciones. Nada, todavía comparable a las sensaciones del mundo físico.
AVANZANDO – En tales intentos, la punta del dedo del usuario se desliza a lo largo de la pantalla táctil de un teléfono móvil con gestos típicos como bajar-subir, hacer zoom o girar. Todo es de naturaleza unidimensional. El siguiente paso serían lograr hápticos portátiles. O «cybergrasping» de objetos, principalmente dentro de escenarios de realidad virtual.
Es decir, diseñar guantes o prótesis electrónicas que puedan extenderse al mundo virtual, el toque humano y sus múltiples sensaciones. En la actualidad, algo similar ocurre rústicamente en los videojuegos, pero, con más ciencia, podría ocurrir en ámbitos médicos y las relaciones humanas. Tecnología que permitirá a los humanos «tocarse» virtualmente, aunque estén separados por distancias, de la misma manera que nos vemos y escuchamos a través de videoconferencias.
Una madre puede tocar a su bebé en la guardería y sentir su calor mientras ella trabaja en la oficina.
PIEL – Utilizando hasta ahora solo los sentidos de la vista y el oído, la realidad virtual nos ha dado impresionantes mundos artificiales. Ahora, la nueva tecnología del tacto podría hacer esos mundos aún más realistas al simular una de las formas más importantes en las que experimentamos las cosas: la sensibilidad de la piel. En la Universidad Northwestern (Illinois), iconoclastas de la inteligencia artificial están experimentando con una piel sintética liviana y flexible que simula de manera efectiva el contacto humano. Hasta ahora existe solo en parches de 15 centímetros que se pueden adherir en cualquier parte del cuerpo. El parche utiliza actuadores inalámbricos que vibran contra la piel para simular sensaciones táctiles. No solo pulso, sino textura y temperatura.
El objetivo es fabricar ropajes digitalizados, de modo que los humanos puedan extender las sensaciones del tacto a los mundos virtuales.
Todo esto promete ser «sensacional» –por usar así usar un juego de palabras– porque debemos recordar que la piel es el órgano más grande del cuerpo humano.
En fin, nada como el tacto humano, o la simulación del mismo, para ofrecer una conexión emocional profunda con personas y objetos.
ccrafael@gmail.com
(El autor es periodista, profesor de narrativas digitales y mentor universitario residente en Puerto Rico).
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