Ahora que están cayendo los hijos de «papi y mami», los riquitos, los buenmocitos, los de la clase alta, «los blanquitos»…
Seguimos viendo el circo, desde «esas alturas», y como «las mamas y papas», de sus muchachitos «tiernos y educaditos», salen “juyendo” a mover «relaciones», porque. ¿Eso no es posible!? …
¿Cómo va a ser, que «entre ellos» se estén pisando la manguera? Me imagino las amenazas y «palabrotas» que se estarán diciendo, en un país «acostumbrado» a saquearlo, desde esas mismas alturas…
Yo no soy un pensador ni mucho menos un erudito, tampoco profeta que digamos, pero llevo ¡Años! Diciendo que el país está jodido por la oligarquía, pero… ¿Quién le va a hacer caso a un pintor?
Los Yanalan siempre han sido los hijos de generales, empresarios políticos y demás sanguijuelas que «dependen» de «los favores» del Estado.
Se creen intocables, y lo son, hurtan bajo todo tipo de artimañas y entre ellos se tapan y se vienen a Miami a comprar apartamentos en Brickell, dándose la buena vida a costa de un pueblo ignorante y paupérrimo.
No son solo filosofía mis latidos. También sienten los descaros y abusos que «estos tipitos» cometen. En estos días comenzó la nueva telenovela cuando «delataron» a un grupito de yanalans en movidas turbias.
Será otra telenovela corta que se irá poniendo aburrida y terminará como las otras, en nada. No suelen tener estas finales ejemplares; más bien, «se queman» un poco, pero como son descarados, además, por ahí los veremos en los restaurantes de lujo.
¡Me da asco! Escribir de esta política sucia que constantemente nos arropa Parece como una droga que causa hábitos y dependencia. Me da pena también que «esa clase educada» y estudiada sea parte de una «ganga mafiosa», un cartel que juega con la salud y bienestar de todos.
¿Terminarán presos? ¿Se les quitará lo robado? Este país necesita que se impongan sanciones ejemplares, porque la fila es larga, y a decir verdad, tentadora. Hay un dicho que reza «la oportunidad hace al ladrón», pero estos muchachos saben donde buscar la oportunidad.
No son escándalos de empresas privadas, grandes o pequeñas; los habituales son del gobierno y de sus gobernantes. Todos sabemos a qué se mete la gente a la política. Que busca…
Apoyan a cualquiera que tenga «las posibilidades de llegar», así sea un patán de pacotilla. Pero lo peor de todo esto es que los discursos que emiten son precisamente basados en «exterminar» la corrupción y luego…
Lógicamente, el juego está claro y con razón hay tantos aspirantes. No podemos apreciar en la más mínima medida la cantidad de dinero que se roba. No es un millón de dólares, ¡son docenas y centenas!
No tienen aptitud de ser líderes comunitarios ni nunca lo han sido. Basta ver su vida pasada, y no encontraremos acto alguno en beneficio de «alguien», ni del limpiabotas que les brilla sus zapatos.
No hay filtros, ni acciones que alerten a identificar los yanalans potenciales. No tenemos sociólogos o psicólogos y mucho menos servicios de inteligencia que detecten a los infiltrados, porque también son dueños de las leyes.
Están en todas partes, como la CIA, me he sentado con ellos y parecen «normales», agradables, alegres y bien portados…
Pero son peores que muchos criminales; sin derramar una gota de sangre nos chupan el alma y nos dejan en calzoncillos.
A las caras bonitas se les considera más. Se les tiene «más pena» y hasta se les desea que salgan bien del embrollo… Sigan así y seguirán quejándose toda la vida.
Cada vez que participo en los procesos electorales y veo el afán y la búsqueda de los líderes políticos y de su grupo de confianza, veo en ellos las caras de todos.
Millones de yanalans afanados en «dar él tumbe», así les saquen esposados en todos los medios y pasen las vergüenzas que tengan que pasar. ¡Ya el palo está dao!. ¡Salud!. Mínimo Yanalero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).