Redacción (ONU-PRESS).- Civiles sirios viviendo en retazos de lonas de plástico bajo temperaturas gélidas y siendo víctimas de bombardeos. Esta es la cotidianidad de la crisis humanitaria en Siria, ante la cual la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos expresó este martes estar “horrorizada”.
«Familias enteras, algunas de las cuales han huido de un rincón a otro de Siria a en el transcurso de la última década, se encuentran con que las bombas forman parte de su vida cotidiana», dijo Michelle Bachelet. «¿Cómo puede alguien justificar la ejecución de tales ataques indiscriminados e inhumanos?”, añadió.
Bachelet destacó que los civiles que huyen de los combates han de desplazarse a zonas sin refugio seguro y “cuyo tamaño se reduce cada hora (…) sencillamente no tienen adónde ir”, destacó.
Los campamentos de desplazados están desbordados por el gran número de personas que buscan refugio y el limitado acceso a alimentos, agua potable y atención médica.
Muchos, temiendo por sus vidas, han huido de los campamentos, desafiando las duras condiciones climáticas y las temperaturas bajo cero.
Ante este dramático escenario, la Alta Comisionada instó a todas las partes en el conflicto, incluidos los agentes estatales y no estatales, a detener de inmediato las hostilidades y garantizar la protección de todos los civiles.
Además, exhortó al Gobierno de Siria y a sus aliados a habilitar corredores humanitarios en las zonas de conflicto y permitir el desplazamiento seguro de los civiles.
Durante este mes el Gobierno sirio, respaldado por sus aliados, lanzó una importante ofensiva militar para retomar las provincias de Idlib y Alepo.
Las muertes aumentan a toda velocidad
Entre el 1 y el 16 de febrero, la Oficina de la alta Comisionada registró varios incidentes en los que resultaron muertos al menos 100 civiles, entre ellos 18 mujeres y 35 niños, y muchos otros heridos como consecuencia de los ataques aéreos y terrestres de las fuerzas gubernamentales y sus aliados.
Las cifras de civiles muertos en Idlib y Alepo aumentaron hasta los 298 si se empieza a contar desde el 1 de enero. Cerca del 93% de esas muertes fueron causadas por el Gobierno sirio y sus aliados.
La ONU estima que, desde el 1 de diciembre de 2019, el conflicto forzó el desplazamiento de más de 900.000 personas, el 80% de ellas mujeres y niños, una cifra que representa el mayor desplazamiento de personas desde que comenzó el conflicto en 2011.
Los hospitales en el noroeste del país funcionan al 50 %
Los desplazamientos masivos y las hostilidades han interrumpido los servicios de inmunización sistemática de la Organización Mundial de la Salud y sus socios en el noroeste de Siria, lo que aumenta considerablemente el riesgo de brotes de enfermedades.
Desde el 1 de diciembre 74 centros sanitarios suspendieron sus actividades en Idlib y Alepo, mientras que en el noroeste del país solo funcionan aproximadamente la mitad de los 550 hospitales.
La OMS mostró especial preocupación por la salud del más de medio millón de niños desplazados ya que estos son especialmente propensos a la hipotermia y las infecciones a través de las vías respiratorias, especialmente en un contexto donde muchos duermen a la intemperie expuestos a los elementos.
Asimismo, durante los próximos días prevé enviar medicamentos y suministros de primera necesidad a las provincias de Idlib y Alepo, a través de la frontera de Turquía con Siria. La ayuda de emergencia servirá para el tratamiento de traumatismos, curas intensivas y quirúrgicas; además de medicamentos para enfermedades no transmisibles y atención primaria.
Los niños, desamparados
Por su parte, la directora ejecutiva de UNICEF calificó la situación en el noroeste del país como “insostenible, incluso para los lúgubres estándares de Siria”.
«Los niños y las familias están atrapados entre la violencia, el frío penetrante, la falta de alimentos y las condiciones de vida desesperadas. Tal desprecio a la seguridad y el bienestar de los niños y las familias es totalmente inaceptable y no debe continuar», afirmó.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia pudo verificar que desde el inicio de la escalada de violencia a principios de año murieron o resultaron heridos 77 niños.
«Caminamos durante tres días y ahora vivimos en tiendas de campaña. Todas nuestras pertenencias quedaron empapadas de lluvia y barro», afirma Nadia, una madre recientemente desplazada, originaria de Saraqeb en Idlib, que ahora vive en la zona de Alepo, en un testimonio recogido por UNICEF
«Tengo un niño muy enfermo que necesita una intervención quirúrgica urgente, pero no puedo permitírmelo. Si mi hijo muere, lo único que puedo hacer es enterrarlo».
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