Roma (FAO Newsroom).- El indicador de los precios mundiales de los alimentos subió en enero, favorecido en gran medida por las limitaciones de la oferta de aceites vegetales, según ha comunicado hoy la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El índice de precios de los alimentos de la FAO registró en enero un promedio de 135,7 puntos, es decir, un 1,1 % más que en diciembre. El índice refleja la variación mensual de los precios internacionales de los productos alimenticios más comercializados.
El índice de precios de los aceites vegetales de la FAO lideró el repunte de enero, con un aumento intermensual del 4,2 % con el que revirtió el descenso de diciembre y alcanzó un máximo histórico. Aumentaron las cotizaciones de todos los aceites principales, respaldadas asimismo por la subida de los precios del petróleo crudo. Los precios del aceite de palma se vieron sostenidos fundamentalmente por la preocupación de una posible reducción de las disponibilidades exportables en Indonesia, el mayor exportador del mundo, mientras que los del aceite de soja se vieron respaldados por la solidez de las importaciones, especialmente en la India, los del aceite de colza subieron por la persistente escasez de la oferta, y las cotizaciones del aceite de girasol se vieron afectadas por la escasez de la oferta y la creciente demanda mundial de importaciones.
El Sr. Boubaker Ben-Belhassen, Director de la División de Mercados y Comercio de la FAO, refiriéndose al último aumento de los precios de los aceites vegetales, señaló: «La reducción de las disponibilidades exportables, sumada a otras limitaciones de la oferta, en especial la escasez de mano de obra y las condiciones meteorológicas adversas, en gran medida ha empujado al alza los precios de los aceites vegetales hasta alcanzar un máximo histórico. Resulta preocupante que las repercusiones de estas limitaciones no se disiparán con rapidez».
El índice de precios de los productos lácteos de la FAO aumentó un 2,4 %, lo que constituye su quinto aumento mensual consecutivo; las subidas más pronunciadas correspondieron a la leche desnatada en polvo y la mantequilla. La reducción de las disponibilidades exportables en Europa occidental y las expectativas de que la producción de leche en Oceanía en los próximos meses se mantenga en un nivel inferior al promedio contribuyeron a la contracción de los mercados mundiales de productos lácteos, al igual que las demoras en la elaboración y el transporte de la leche ligadas a la escasez de mano de obra relacionada con la enfermedad por coronavirus (COVID-19).
En enero el índice de precios de los cereales de la FAO aumentó ligeramente, un 0,1 %, respecto de diciembre. Los precios de exportación del maíz subieron un 3,8 % durante el mes, impulsados por la preocupación acerca de la persistente sequía en América del Sur, mientras que los precios mundiales del trigo bajaron un 3,1 % debido a las abundantes cosechas en la Argentina y Australia. El volumen menor de las cosechas y el nivel estable de las adquisiciones de compradores asiáticos llevaron a un aumento mensual del 3,1 % en los precios internacionales del arroz.
El índice de precios de la carne de la FAO aumentó ligeramente en enero, con los precios mundiales de la carne de bovino que alcanzaron un nuevo máximo cuando la demanda mundial de importaciones superó los suministros para la exportación, mientras que bajaron los precios de las carnes de ovino y aves de corral al ser superiores los suministros exportables a la demanda de importación. Las cotizaciones de la carne de cerdo subieron ligeramente, en parte debido a que los elevados costos de los insumos redujeran la oferta mundial.
El índice de precios del azúcar de la FAO fue el único subíndice que registró un descenso en enero, con un 3,1 % menos que el mes anterior a raíz de unas perspectivas favorables para la producción en los principales países exportadores —la India y Tailandia—, así como del aumento de las precipitaciones y la bajada de los precios del etanol en el Brasil.
Nuevos pronósticos para los cereales
La FAO actualizó asimismo su estimación relativa a la producción mundial de cereales en 2021, que ahora se ubica en 2 793 millones de toneladas, un 0,8 % más que en el año anterior.
Se estima que la producción mundial de trigo en 2021 se sitúa a la par con la de 2020, mientras que la producción de cereales secundarios será un 1,3 % más abundante y la de arroz aumentará un 0,7 %, de acuerdo con la última Nota informativa de la FAO sobre la oferta y la demanda de cereales, publicada también hoy.
Para 2022, se prevé una ampliación de las plantaciones de trigo a escala mundial, impulsada por unas condiciones meteorológicas por lo general favorables en el hemisferio norte, aunque los elevados costos de los insumos podrían desalentar una ampliación mayor. Las perspectivas para el maíz son halagüeñas, ya que los precios elevados apuntan a una siembra sin precedentes en la Argentina y el Brasil.
Se estima que la utilización mundial de cereales en 2021/22 aumentará un 1,6 % interanual, lo que apunta a una probable disminución de la relación entre las reservas y la utilización de cereales a escala mundial, que se ubicaría en un 28,7 %, manteniéndose en un nivel ligeramente inferior al del año anterior, pero aun así desahogado desde una perspectiva histórica.
El último pronóstico de la FAO sobre el comercio mundial de cereales en 2021/22 asciende a 481 millones de toneladas, lo cual representa un aumento del 0,4 % respecto del ejercicio comercial anterior y un nivel sin precedentes. Esto obedece a las expectativas de un aumento del 2,0 % en el comercio mundial de trigo y de casi el 4,0 % en el volumen de arroz comercializado a nivel mundial, lo cual compensa con creces la contracción del 1,5 % prevista para los cereales secundarios.
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