A Pleno Sol
Uno de los síndromes negativos de la moderna sociedad dominicana ha sido la introducción masiva, sin reglamentos y sin orden, de las motocicletas.
Ligada a la velocidad de dos ruedas están los robos, las carreras mortales en las autopistas, las imprudencias, las salas de ortopedia de los hospitales llenas de pacientes fracturados y el mayor ejemplo del desorden colectivo y la impotencia de las autoridades.
Da la impresión de que bajo el lema del libre albedrio o que se es un padre de familia, las personas pueden hacer lo que les venga en gana. Una paternidad irresponsable, se escuda detrás de un abusivo accionar de anárquico servicio.
Si las autoridades permitieron el desorden desde hace años, sino lo pudieron controlar en algún momento, ahora tomar los correctivos es difícil. Disponer que en las madrugadas dos personas no transiten en un vehículo de dos ruedas puede parecer una arbitrariedad, y una falta de planificación, pero es una medida necesaria.
Las estadísticas hablan claro de que es sumamente alta la tasa de atracos que se cometen utilizando las motocicletas, a cualquier hora del día o de la noche. No hay definida una política contra la violencia ciudadana, y esos atracos demuestran que se dan pasos inciertos al enfrentar la criminalidad.
Se tiene que llegar a un punto intermedio entre el derecho ciudadano a la tranquilidad, y la posición de los que se llaman padres de familia que tienen su sustento diario en el motoconcho.
Ese sistema de transporte tiene que ser organizado, identificar a cada motoconchista, uniformarlo, tener un listado de los que trabajan en determinada ruta y sobre todo, depurar para que no haya delincuentes en las rutas.
Esta la realidad que desde los motores se realizan atracos y reparto de drogas, pero también se utilizan para actividades comerciales legítimas y transporte de mercancías a domicilio, desde los supermercados hasta las farmacias.
Organización, depuración y control tiene que ser la consigna para depurar el motoconcho. Después que vengan las prohibiciones y los horarios restringidos. La seguridad ciudadano conlleva sacrificios y sometimientos, sobre todo de los que viven a su libre albedrio sin respetar a los demás. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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