Reflexiones en campaña #15
Las divisiones que se producen en los partidos crean viscerales diferencias entre dirigentes de uno y otro grupo político, entre quienes se quedaron y quienes salieron de la organización.
Aquí estamos acostumbrados a las escisiones partidarias, al hecho de que, de una organización política salgan otras. La mayoría de los proyectos que salen no logran un peso electoral importante, pero la historia reciente registra por lo menos tres casos dignos de ser tomados en cuenta, de divisiones que sí produjeron organizaciones políticas de relevancia electiva. La primera de ellas fue, sin duda, la división del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1973, que generó la creación del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Muchos ni nos imaginábamos que años después el crecimiento de los morados superaría al del «glorioso», y que gobernaría al país por 20 años. Un segundo ejemplo corresponde a la división del PRD que dio lugar a la construcción del Partido Revolucionario Moderno (PRM), partido que sorprendentemente, en tiempo récord, logró la emigración más grande de dirigentes y militantes desde la organización madre a la de nueva creación, se convirtió en la primera mayoría y ganó el gobierno en el 2020. El tercer ejemplo es la división actual del PLD de 2019, que produjo la formación de la Fuerza del Pueblo (FP).
Si bien parecería, por los resultados electorales del 2020, que lo que sufrió el peledeismo fue una «pequeña» escisión –porque ellos obtuvieron un 38% y la Fuerza del Pueblo (FP) con sus aliados casi un 9 % con la candidatura de Leonel– eso no es tan así: eso fue obra de la coyuntura y no de realidades políticas de fondo. En efecto, el leonelismo no compitió contra la cúpula peledeísta sino contra el todopoderoso gobierno de los morados, en una lucha muy desigual, en la que el PLD tenía el control de la nómina pública, de los programas sociales y disponía a su servicio de todo el dinero que se necesitara para la campaña electoral.
Entre esas dos organizaciones, PLD-FP, la verdadera pelea, la que es «cuerpo a cuerpo», apenas recién comienza. Ya no hay empleos, ni hay ayudas ni sobrecitos ahora lo que hay son dos realidades, dos visiones y dos gestiones que exhibir y, por qué no decirlo, dos liderazgos muy diferentes uno del otro.
Aquí trataré de explicar de la forma más objetiva que me sea posible, cuáles son las características del hoy PLD y la naciente Fuerza del Pueblo.
1- El PLD no va a heredar solo las buenas apreciaciones de sus gestiones de gobierno, porque de las 5 que produjo, 3 fueron del ex presidente Fernández, que trabajará para que la impronta de su obra favorezca a su organización. Él mostrara que todos sus aciertos son de su autoría y de su equipo, por lo cual le será muy difícil a la cúpula actual del PLD, hacer propias gestiones ajenas.
2- Leonel fue el líder y presidente de ese partido, el PLD, por casi 20 años. Su influencia en todos los niveles partidarios es indiscutible, de manera que lenta pero sostenidamente auspiciará una migración de la dirigencia y las bases de los morados hacia «los pueblistas», por múltiples razones que huelga mencionar.
3- La derrota electoral será compartida, no lo vamos a negar, pero, ¿cuál será el discurso que se impondrá en el pensamiento peledeista? La versión que tendrá mayor peso y que finalmente se aceptará será la de Leonel, primero, porque bajo su gestión el PLD obtuvo 5 triunfos electorales consecutivos; segundo, porque él no hizo grupo en el PLD; tercero, porque en el PLD no existía ningún candidato mejor que él, con su potencialidad electoral, para hacerles ganar las elecciones en el 2020; cuarto, porque en ese partido nadie tiene las condiciones intelectuales ni el carisma del que es depositario el ex presidente Fernández y, por último, porque demostrado está, fue vulgar el fraude del que fue objeto Leonel en las primarias del 6 de Octubre del 2019.
4- Los escándalos de la administración de Danilo le harán muchísimo daño al PLD, porque es innegable que las acusaciones de híper-corrupción que la sociedad está viendo, conforman un panorama que va, razonablemente, a afectar de manera sensible la estima popular del peledeismo. Aunque se podrá decir que también la hubo en las gestiones de Leonel y en otras administraciones, hay marcadas diferencias, por lo menos tres: la primera de esas diferencias se relaciona con el tiempo que ha pasado entre otros hechos que pudieran catalogarse de ilícitos, frente a lo reciente, lo morbosamente novedoso que resulta para el público, la corrupción del gobierno anterior; la segunda es el contexto en que se producen los hechos, visto que no era frecuente que se encarcelaran, ni siquiera preventivamente, familiares de presidentes que estuvieren implicados en actos de corrupción, y la tercera razón es que a los que se sindican como «leonelistas con recursos» le tienen ya una desgastada campaña de descrédito desde hace 8 años, que parte de la ciudadanía ya ni le pone atención.
5- Leonel es quien tiene el monopolio de las relaciones con las otras fuerzas políticas. Él fue, junto a nosotros, el arquitecto del «Bloque Progresista». Es muy difícil, por no decir casi imposible, que en ese pleito el peledeismo actual encuentre apoyo externo, porque en la gestión de Medina sacaron del gobierno a los partidos PRSC, FNP, PUN, PQDC y BIS y a los que dejaron en el mismo, no les dieron importancia real alguna.
6- Los espacios de poder son compartidos entre ambos grupos, eso es cierto. El PLD tiene una considerable cantidad de ayuntamientos y juntas municipales, así como una notable matrícula de diputados, pero la Fuerza del Pueblo es decisiva en el Senado, lo que le permite incidir en los poderes del Estado.
En lo que si estamos claros es en que ambas organizaciones tienen los mismos métodos organizativos, habida cuenta de los que se utilizan tanto en el Congreso «Bidó Medina», de los morados como en el «Juan Bosch» de los leonelistas, lo que nos hace entender que estamos frente a dos peledés: ambos sectores le dan prioridad a la vieja y ortodoxa militancia boschista; ninguno le ha abierto la puerta de par en par al nuevo liderazgo ciudadano y ambos prefieren reconstruirse con los miembros de la dirección de los comités intermedios, en su mayoría anquilosados en esos puestos, además de que ambos guardan sus rangos para quienes hubiesen pertenecido al Comité Central.
Está clara una realidad: mientras el PLD tiene gente con inmensos recursos, los pueblistas agotaron los que tenían. Los danilistas están nuevecitos y ahora es que gastarán para fortalecer a su partido, claro está, si el ministerio público independiente y los abogados contratados por el Gobierno los dejan, pero de lograr hacerlo, eso sería una ventaja real frente a la Fuerza del Pueblo.
Otra innegable ventaja del PLD es que ellos se reputan como la verdadera oposición al gobierno y al PRM, de manera que los errores del gobierno es posible que beneficien más a los peledeistas que al leonelismo, porque la gente nos entiende cercanos o aliados circunstanciales de Luis, sobre todo por las alianzas electorales Municipal y Senatorial articuladas por Juntos Podemos en las elecciones recién pasadas, lo que coloca a los pueblistas, en una condición de «Oposición Light».
El liderazgo e imagen de Leonel no tienen contrincantes de peso en el PLD, al día de hoy. Danilo está constitucionalmente impedido para ser candidato presidencial nueva vez, y ninguno de los actuales aspirantes de la tolda morada puede competir con posibilidad de éxito contra Leonel, salvo que, en una jugada maestra, Danilo saque del sombrero a un candidato joven, sin compromiso alguno con su gestión, que pueda lograr encantar parte del electorado opositor y, con toda la estructura y el dinero del PLD detrás, pueda poner en apuros la candidatura del tres veces presidente.
Todo el escenario está preparado para que, en los próximos dos años cuando menos, la Fuerza del Pueblo, día a día le saque al PLD militantes y dirigentes. Sólo contendrán esa fuga si en una torpeza el PRM les da cancha, pudiendo provocar una recomposición de los morados que, desarrollando una línea opositora radical, pudiesen parar la sangría que le estarían produciendo el leonelismo. A esto podría contribuir el propio gobierno, si este último, «sin querer», por obra de sus reconocidos «autogoles», finalmente pudiera ayudarles a poner un torniquete a la herida casi mortal que tiene el cuerpo peledeista hoy.
Así las cosas, porque ambos querrán hacerse dueños de la impronta y las luces de la gestión morada en los 20 años que le tocó gobernar, que dejó realizaciones en términos de infraestructura, institucionalidad, programas sociales, estabilidad macroeconómica y cambiaria e, igualmente, por las mismas caras que dirigirán ambos partidos, ¡¡la población entenderá que estamos ante dos peledé!!.
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
Comentarios sobre post