Llama la atención la cantidad de personas que mueren y resultan heridas en tiroteos accionados por de sujetos armados, de dudosa reputación.
En esos hechos reportados en diferentes demarcaciones de la República Dominicana han muerto muchos inocentes, incluyendo mujeres y niños. Otros han sido impactados por balas perdidas sentados frente a sus casas o caminando por las calles.
Lo que se ha dicho en los medios de comunicación es que las balaceras son obras de delincuentes que disparan sobre personas con quienes tienen acumuladas viejas rencillas, que en determinadas ocasiones comparten tragos con amigos en colmados u otros centros de expendios de bebidas alcohólicas.
Para mala suerte, las balas se disparan de manera indiscriminada llevándose de paso a otros concurrentes que nada tienen que ver con esas rivalidades.
Es posible que para cometer esas tropelías los responsables actúen bajo los efectos de las drogas o el alcohol. No creo que estando sobrios sean capaces de tirar a mansalva sobre una multitud.
Son acontecimientos que nos advierten que algo está convirtiendo a la gente en seres salvajes, indolentes e implacables. Son eventualidades adicionales a los feminicidios causados por la violencia de género y otras conductas deplorables que indican que existe una acentuada desvalorización de la vida.
Ya uno no se siente seguro cuando concurre a un lugar de esparcimiento público a compartir con familiares y amigos, pues de momento sujetos armados podrían aparecerse para asaltar o simplemente hacer un ajuste de cuenta disparando contra determinados enemigos sin tener en cuenta la presencia de ciudadanos inocentes.
Aparentemente, en nuestro terreno se están replicando las matanzas protagonizadas en otros países por pistoleros adolescentes y adultos en escuelas, parques y plazas públicas. Y eso no es bueno.
En el escenario local, el más reciente acontecimiento sucedió en Baní. Dos jóvenes resultaron muertos a tiros y otro resultó herido el 19 de agosto de 2023. Las íctimas son Franyelis Araujo Arias, de 24 años, y Rusbell Adonis Báez Peña, de 2. El herido es William Hidalgo de Jesús Báez, de 25 años, residente en Estados Unidos.
En el lugar, individuos aún por identificar, a bordo de un vehículo se acercaron a esas personas y realizaron los disparos sin mediar palabras, dice la nota de la Policía.
Pero la violencia también conlleva a otros niveles preocupantes. Es como si la gente anduviera con un demonio en su interior.
En Santiago fue detenida una mujer que fue denunciada y filmada con un teléfono celular por vecinos, mientras le daba golpes y agredía verbalmente a su hijo de ocho años de edad.
Se recuerdan casos de madres condenadas por los jueces por actos brutales a sus niños, a manera de castigos, como quemarles las manos, darle una paliza, golpearlos contra la pared, entre otras atrocidades.
En Montecristi, agentes policiales apresaron a un hombre al que sorprendieron cuando golpeaba por la espalda a su hijo de 11 años de edad usando un cable de frenos de una bicicleta.
Por igual, otro fue detenido en otra localidad del país luego de agredir con golpes e insultos a su madre a quien después la lanzó en una barranca porque ella se negó a darle dinero para comprar droga. Agregamos a ese prontuario los asesinatos de padres cometidos por los hijos. Es un episodio de nunca acabar.
Sucesos similares figuran en los archivos policiales y del Ministerio Público, además de las numerosas denuncias de abusos sexuales contra menores de parte de padres, tíos e individuos cercanos a las familias. En el peor de los casos, esos menores son violados y asesinados.
mvolquez@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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