A Pleno Sol
Entre los deseos del pueblo y los caprichos y atropellos de los gobernantes siempre hay diferencias. En la política internacional, las grandes potencias intervienen a países pequeños y declaran la guerra a naciones de más fuerza, siempre pensando en la expansión económica. El motivo central de casi todas las guerras es el dominio económico.
Las intervenciones militares de las grandes potencias se producen cuando hay un rompimiento del orden que ellas han establecido. Temen que su dominio económico sobre un país determinado se pueda vulnerar. Cuando su fuente de poder local, que es el ejército, se divide, el caos sobreviene.
La rebelión popular contra las injusticias lleva a muchos países a la guerra civil. La respuesta de las potencias ante un conflicto intestino es desembarcar sus tropas, en caso de que su facción militar esté perdiendo el combate. Pero una cosa son los pueblos y otros sus gobernantes.
Los pueblos siempre dicen presentes en sus anhelos de solidaridad, de justicia, de hermandad, de equidad, pero sus gobernantes son aves de paso que cada determinado tiempo llegan a la casa gubernamental para dar su propio cuño a la que es la política imperial del sistema.
El poder imperial ha golpeado en numerosas ocasiones a los dominicanos. Cuando no pasábamos de ser una colonia en disputa de españoles y franceses se produjo la intervención militar haitiana, que en ese momento tenía gran poderío de fuego. Los haitianos habían obtenido su independencia enfrentando al selecto ejército de Napoleón y lanzaron su teoría de que la isla era una e indivisible.
Los españoles y sus seguidores locales mediatizaron el grito de Independencia de Juan Pablo Duarte, y volvieron a colocar a la naciente república a nivel de una de sus colonias. De ahí viene la proclamada segunda independencia nacional, que fue la guerra de la Restauración, donde se destacó la espada de Gregorio Luperón.
En el siglo 20 los dominicanos fueron víctimas de dos intervenciones militares de los Estados Unidos. En las dos oportunidades las tropas gringas –como las bautizaron en México por el color de sus uniformes- intervinieron en la República Dominicana.
La presión popular por para que se respetaran la democracia y la libertad hizo añicos los muros de la opresión de los sectores retrógradas nacionales, y los norteamericanos procedieron a intervenirnos en el 1916 y el 1965. En las dos ocasiones la Guerra Patria fue un ejemplo de heroísmo y sacrificios.
En el 1965 los militares y las masas populares se lanzaron a las calles para restablecer el orden Constitucional, cercenado por el golpe de Estado de 1963. La llegada de los integrantes de la 82 división aerotransportada cambió todo el panorama nacional. Se impuso la fuerza. La insolente bota extranjera de los marines al momento de marcharse dejaron en pie a dictaduras férreas y desconocedoras del derecho a la vida y a la democracia.
El pueblo norteamericano es amigo de los dominicanos. Solidario a más no poder. Pero en dos ocasiones sus malos gobernantes, sus prepotentes ejércitos, nos han intervenido postergando nuestra lucha para que en este país florezca el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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