Me inscribo en la línea de pensamiento de aquellos tratadistas que entienden que «la objetividad periodística es un imposible», y que «sólo puede ser un desiderátum, un ideal regulatorio».
Análisis de un ejemplo ilustrativo de un trabajo publicado recientemente en un prestigioso periódico local.
Por Rafael Méndez
Marco Conceptual:
(«El término fake new quiere decir en inglés «noticia falsa». Las fake news difunden información falsa deliberadamente. Intentan llamar la atención con contenido supuestamente «auténtico» para escandalizar a la opinión pública y manipularla. Este tipo de noticias son creadas tanto por individuos, como por grupos, que actúan en su propio interés o en nombre de otros. La difusión de desinformación tiene principalmente objetivos personales, políticos o económicos»).
(«Sin embargo, la difusión de noticias inventadas con el fin de influir en la opinión pública sobre determinados temas no es en absoluto una estrategia nueva: desde la aparición de los medios de comunicación impresos, han existido titulares sensacionalistas y artículos que difunden mentiras y propaganda con fines políticos. Sin embargo, en la era de la información digital, las fake news se han convertido en un fenómeno online difícil de controlar. Al compartir las noticias en las redes sociales y también por medio de socialbots, que simulan ser usuarios humanos y difunden fake news aún más rápido, las noticias falsas consiguen un grado de visibilidad muy alto en muy poco tiempo»).
(En síntesis es «toda aquella información fabricada y publicada deliberadamente para engañar e inducir a terceros a creer falsedades o poner en duda hechos verificables». Esta definición debería permitirnos diferenciar más fácilmente el periodismo de la propaganda, de los «hechos alternativos» y de las «mentiras malévolas»).
Un ejemplo que ilustra
Me inscribo en la línea de pensamiento de aquellos tratadistas que entienden que «la objetividad periodística es un imposible», y que «sólo puede ser un desiderátum, un ideal regulatorio», lo que viene a complementarse con aquella afirmación de que los hechos son objetivos, pero que cuando se describen y se llevan al lector, al oyente o al televidente, asume niveles de subjetividad. Hago este introito aclaratorio por los juicios que emitiré más adelante, en los que en los que hago fuerte críticas al colega Felipe Ciprián, del Listín Diario, quien publicó un trabajo reciente en ese respetable medio en el que ha pretendido ignorar adrede que en el escenario político-electoral en la presente coyuntura, y en perspectiva a los comicios del 2024, lo dominan los partidos Revolucionario Moderno, de la Liberación Dominicana y la Fuerza del Pueblo.
Sin que esto signifique que el PRM, el PLD y la FP estén en ese mismo orden de preferencias electorales, resulta un análisis muy sesgado, carente de una gran dosis de objetividad, y hasta ganado por una gran dosis de sectarismo, negar de manera radical lo que para muchos es verdad de Perogrullo, o lo que lo mismo, que nadie con dos dedos de frente puede negar una realidad que está sobradamente posicionada en imaginario popular.
Para justificar que el escenario político-electoral en la presente coyuntura los dominan esas tres formaciones, el colega Ciprián parte de la premisa de que «en pocas ocasiones la perspectiva electoral del país ha estado más difusa y difícil de interpretar, a tres años de distancia», y que «el camino está limpio para que Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM) ganen las elecciones del 19 de mayo de 2024 frente a un Partido de la Liberación Dominicana (PLD) golpeado política y moralmente».
Esto hace más que evidente que la conclusión que buscó arribar el analista de marras era desconocer la presencia de la Fuerza del Pueblo en el escenario político-electoral, y consecuentemente, la ascendencia y el liderazgo del expresidente Leonel Fernández, muy a su pesar de que todos los estudios del mercado electoral, y la coyuntura actual, en perspectiva al 2024, lo dominan es fuerzas políticas.
En una evidente pérdida de perspectivas, olvidó de manera tan olímpica la existencia de la FP y su líder Leonel Fernández, que hasta a los «movimientos sociales con crecientes demandas reivindicativas», les asignó un rol determinante de cara al 2024, porque «su influencia será determinante para hacer surgir opciones político-electorales nuevas capaces de desafiar el agonizante sistema de partidos».
Se puede afirmar que no se advierte ni la más remota posibilidad en sentido de que de los movimientos sociales puedan surgir, «opciones político-electorales nuevas capaces de desafiar el agonizante sistema de partidos», y más aún, muchos entienden, que en el contexto 2024 parece muy difícil una salida en primera vuelta.
El autor de este trabajo es periodista
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