Desde que tengo uso de razón, he escuchado el mismo discurso pesimista del poco interés y atención que los gobiernos, y hasta el público en general, les da a los entusiastas de las artes.
Escritores, pintores, músicos y demás danzantes de las artes, viven en los extremos y más en un país tan diminuto y empapado de sus tres aficiones más populares… la pachanga, la pelota y la política.
Se estableció la ley del cine, lo cual aplaudo, impulsándolo a niveles nunca vistos, sin embargo, este, que debería ser uno de los vehículos más ideales para promover una verdadera cultura que «ilustre», ha optado por enseñarnos la violencia, la idiosincrasia y hasta la chulería de las que estamos formados.
¿Para qué se usa la cultura? Lo primero es «definir» que se entiende por esta. La cultura, según quienes la definen, es; «el conjunto de conocimientos adquiridos gracias al desarrollo de las facultades intelectuales, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo».
Muy bien, ya aprendí a bailar merengue, bachata y perico ripiao. También a decir «coño» y darme «un petacazo» de ron. A comerme un yanikeke con pescao frito en boca chica y hasta…a darme una escapadita a las maticas…
¿Pero qué está pasando en verdad con los pensadores dominicanos? ¿aquellos que leen, que escriben, que piensan? ¿a dónde se han perdido los poetas? ¿qué de los pintores que nos ilustran las dimensiones y misterios del universo?.
La mayoría de premios y concursos nacionales son llevados a cabo por instituciones privadas y estas no pueden abarcar todos los extremos.
Los gobiernos suelen darle a la cultura un lugar insignificante. Los organismos culturales del estado no cuentan con los recursos ni el interés para realizar una verdadera revolución cultural.
Se aprobó la ley del mecenazgo la cual brindaría apoyo a los pintores, similar a la del cine, pero se ha perdido el vaso de agua en el océano.
Un museo nacional que no busca, no indaga, no investiga ¿dónde y quienes son los verdaderos artistas? Una sociedad de artistas plásticos que se ha politizado y monopolizado con exclusividad.
Gobiernos que dejan huérfanos al motor del verdadero cambio, porque un pueblo sin una política que estimule la intelectualidad va camino al precipicio más profundo.
Los verdaderos creadores seguirán creando a pesar de las adversidades. Están acostumbrados a «ser descubiertos» muchos años después de haber muerto. Pero, es menester realizar cambios urgentes ya que todos nos beneficiaremos si gozamos de «facultades» intelectuales más amplias.
El 3% del presupuesto de todas las construcciones, públicas y privadas, debería asignarse a crear los fondos para comenzar esa revolución cultural que necesitamos.
Se instauraría de allí, que: todas estas construcciones adquieran obras de arte para los espacios públicos, se organizarían brigadas de escritores, poetas, músicos y pintores, con todos los gastos pagos, a recorrer toda la geografía enseñando a los pueblos sus talentos.
Se comprarían materiales de pintura, libros y todas las herramientas para que los jóvenes, ancianos y todos los que quieran participen de los talleres.
Se establecerían verdaderos premios nacionales bien remunerados para todas las artes; danza, poesía, pintura, cine, música, periodismo, etc. etc. etc.
No quiero seguir escuchando las mismas quejas por las próximas décadas. Quiero que se levanten las voces y que se insista en que el primer peldaño del progreso lo dan las artes, luego, llegaran los científicos, inventores y demás talentos motivados e ilustrados por estos.
Las causales de la cultura nuestra tienen que dar un giro que inspiren a una mejor conciencia. José martí, ese gran pensador cubano resumió todo lo que he intentado decir en este artículo con esta simple frase «ser culto, es el único modo de ser libres». El compromiso es de todos. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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