A Pleno Sol
La voz de la calle tiene que ser escuchada. Es de sabio prestar oídos y no dejar que los susurros pasen de largo. La mujer y el hombre de a pie carecen de voz y de energía para validar sus posiciones, pero cuando están atormentados por una situación, musitan su malestar.
El cuchicheo del callejón no puede ser menospreciado, tiene un alto valor. Es la voz de los que prefieren callar y dejar que todo pase, pero llega un momento en que una situación dada no la soportan.
El alto costo de la vida le está dando energía a la voz de los mudos, al grito de la calle.. Muchas familias no están calentando los fogones por los altos precios de los alimentos. No es demagogia de partidos políticos de la oposición, que años antes estuvieron en el gobierno.
Tampoco puede ser la indelicadeza de funcionarios que vuelven la cara para otro lado, y tratan de justificar los precios actuales de los comestibles. Están desbordados, casi fuera del alcance de la mayoría, y hay que buscarle una urgente solución.
Desde el gobierno se debe conformar una comisión, con participación del sector oficial, de los empresarios, de los partidos políticos y de los sindicatos. El tema central y talvez único debe ser poner alto a la inflación y el agiotismo. No debe ser el hambre de una mayoría tema de discordia partidista, sino de motivar acciones para controlar los entuertos.
El presidente Luis Abinader ha dado demostraciones de ser un mandatario de rasgos humanos, atento a los problemas de la población, por lo que ahora debe dejar a un lado pasos técnicos y escuchar la voz de la calle que pide una rebaja en los precios de los comestibles.
Hay que revisar los costos de producción, y en consecuencia establecer los precios de venta. También hay que crear un listado que puede ser de 50 productos, que se vendan a precios reducidos, sin poner en peligro la calidad.
Que se despeje la idea de que la canasta familiar tiene que ser adquirida con el salario que produce toda la familia. En este país hay millones de madres solteras, con única entrada para sus dependientes, y hombres que salen a trabajar y la mujer se queda en la casa, sin labor generadora de ingresos, para atender a los muchachos.
Los planes de asistencia social, con tarjetas para comprar alimentos en colmados y supermercados, pierden su efecto, debido a que los portadores compran menos productos.
Es hora de poner los oídos atentos y escuchar la voz de la calle que pide rebaja de los precios delos artículos de primera necesidad. Los partidos a su campaña, pero la voz del pueblo, es la voz de Dios. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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