Luis Mayobanex Rodríguez
Nueva York.- La masacre infantil del pasado 24 de mayo ocurrida en una escuela primaria de la localidad de Uvalde, en Texas, ha estremecido la conciencia mundial.
Y no es para menos.
A 19 niños y niñas con edades entre los 7 a los 10 años y a dos profesoras les reventaron sus cuerpos con disparos de un fusil AR-15 accionado por un jovencito de 18 años recién cumplidos. Salvador Ramos, su nombre.
La mayoría de las victimas como el victimario son de origen Latino, incluyendo las educadoras Eva Mireles e Irma García, esta última, de acuerdo con su hijo Christian García, se convirtió en escudo humano para proteger a sus estudiantes. La escuela alberga 500 estudiantes, de los cuales el 90% son latinos y el 87% pertenecen a familias económicamente desfavorecidas.
Diez días antes de ocurrir la masacre infantil de Uvalde, Payton Gendron, supremacista blanco de 18 años salió a cazar gente negra con su fusil AR-15, entrando a un supermercado de la parte este de la ciudad de Búfalo donde asesinó 10 afro estadounidenses. Demográficamente, en esa zona el 80% de personas es de color, mayoritariamente negras. Su cacería humana, Gendrom la transmitió en tiempo real por una plataforma de videos.
El asesino de Búfalo reivindica la teoría conspirativa del «Gran Reemplazo». De acuerdo con esta teoría la población blanca de EE. UU. será desplazada, como primera mayoría, por «personas de color, inmigrantes, judíos y musulmanes, con la ayuda y la complicidad de una élite globalista de izquierda».
Con los muertos de Uvalde las víctimas fatales por uso de armas de fuego superan las 17 mil personas en el presente año.
Se estima en 212 la cantidad de tiroteos masivos ocurridos en lo que va de año, definido el concepto de tiroteo masivo cuando resultan heridos o muertos cuatro o más personas, de acuerdo con Gun Violence Archive (GVA). Esta organización se especializa en el seguimiento de la violencia armada en EE. UU.
Este ciclo trágico reaviva el debate sobre el acceso y posesión de armas en EE. UU., un derecho consignado en la Segunda Enmienda de la Constitución.
Esta enmienda aprobada el 15 de diciembre de 1791, esto es a sólo15 años de la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos de América, dice que «siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho al pueblo a poseer y portar armas».
Este es uno de los factores que ha hecho prevalecer una especie de fetichismo hacia la tenencia de armas. Es una cultura que ha convertido la violencia armada un factor omnipresente en la vida de la población.
De hecho, múltiples estudios confirman que hay más armas de fuego en manos de estadounidenses (400 millones) que la población con que cuenta el país (332). Así, EE. UU. representa el 46% de los 857 millones de armas en manos de la población civil a nivel mundial según investigaciones realizadas por Small Arms Survey (SAS).
Mientras lacerantes ceremonias de despedidas a las víctimas tomaban cursos en funerarias locales de Uvalde y en el cementerio Hillcrest, en la nación se activaba con más fuerza y pasión el debate sobre el acceso y tenencias de armas de fuego.
Precisamente en Texas, estado de la tragedia comentada y conocido por una política sumamente laxa hacia la venta y control de armas, recientemente las autoridades, bajo el argumento de defender vidas, aprobaron una dura legislación prohibiendo el aborto en cualquier circunstancia y autorizando perseguir con demandas económicas a quienes puedan practicarlo.
Como una sátira trágica del legislador estadounidense se presenta que bajo el amparo de la Segunda Enmienda de la Constitución un joven pueda comprar un arma de fuego como un fusil AR-15, mientras que la ley National Minimum Drinking indica que el mismo joven ha de tener 21 años mínimo para la compra de bebidas alcohólicas. Se argumenta, correctamente, que el consumo de alcohol por adolescentes aumenta los accidentes de tránsitos, pero no se recurre al mismo argumento para decir que el acceso a armas de fuego de jóvenes menores de 21 años aumenta los casos de muertos y heridos por sus usos.
Para aderezar con más sal y limón agrio las heridas dejadas por la masacre de Uvalde, el pasado viernes 27 de mayo cuando aún no se habían completado los funerales de las/os niñas/os estudiantes y maestras asesinadas, la poderosa Asociación Nacional del Rifle (ANR) inauguraba su convención anual precisamente en el estado de Texas. La ANR junto a la Fundación Nacional de Deportes de Tiro invierten docenas de millones de dólares en su trabajo de lobby y en campañas políticas sucias contra pretendidas disposiciones y candidaturas que aboquen por prohibir la venta de armas de asalto y tornar más restrictivas las leyes de control. Como ejemplo, en la contienda presidencial del 2016 donde se enfrentaron Donald Trump y Hillary Clinton la ANR fue uno de los contribuyentes al primero e invirtió más de 20 millones de dólares en difamar la segunda.
Trump fue la estrella de la sesión inaugural de la convención. Presentó lo que podría ser su discurso más extremo en defensa de las armas y sus productores. Contrario a su prohibición y restricción, clamó por armarse más y por convertir las escuelas en especie de fortalezas armando, incluso, a los docentes. Para combatir los malos armemos los buenos, acotó.
El centro de convención estaba repleto mayormente por hombres blancos, quienes con una devoción propia de sectas aplaudían al invitado, un confeso apologista de la tenencia de armas y del derecho a llevarlas por las calles. Sin embargo, la euforia del momento les había hecho olvidar que antes habían tenidos que dejar a resguardo de equipos de seguridad sus propias armas al entrar al centro de convenciones.
Mas allá del momento, los trumpistas usaron este grotesco escenario para alentar a sus seguidores, sobre todo a sus grupos más extremos, a salir a las calles a trabajar tras la recuperación del Congreso en las elecciones de medio termino de noviembre.
De sus partes, los demócratas buscando sacarle ventaja electoral a la ola en crecimiento de condena a la violencia retoman su retórica favorable a leyes más estrictas de control, de prohibición de las armas de asaltos, no venta para el ciudadano con antecedentes penales, abrir los candados de responsabilidad que disfrutan los fabricantes de armamentos y prestarles más atención a los servicios de salud mental.
Bajo el grito «ya basta» de tantas muertes y violencia y con la mira puesta en las elecciones de noviembre, el presidente Joe Biden retó al Congreso a actuar, bajo la convicción de que si no actúa a favor de la población que clama por más control «esta vez será distinto (y) los «ciudadanos tomaran nota y votaran para echar a esos políticos de sus puestos».
Distintas asociaciones de maestros y estudiantes, uniones y grupos comunitarios se han pronunciados al respecto. El grupo Students Demand Action al referirse a la masacre de Uvalde consideró que «necesitamos algo más que pensamientos y oraciones. Exigimos que nuestros legisladores actúen ya».
En esa perspectiva se dejan sentir centenares de académicos(as), intelectuales, escritores(as), artistas, deportistas, etc. Steve Kerr, el coach de los Golden State Warriors de la Asociación Nacional de Basketball, fue de los primeros en dar un paso al frente con un enérgico discurso contra la pandemia de violencia que vive EE. UU. Declaró estar cansado de «ofrecer condolencias a las familias devastadas», de «los momentos de silencio» por las víctimas.
En reclamo directo a Mitch McConnel, líder de la minoría republicana en la Cámara Alta y a los senadores que resisten hacer algo para parar «los tiroteos en escuelas y supermercados», les preguntó si ¿van a poner su vida por encima de la de los niños o nuestros ancianos?, respondiéndose a sí mismo con un «eso es lo que parece».
Como se nota, este tema planeara sobre el proceso electoral de noviembre y pudiera ser uno de los factores que junto al desenvolviendo de la economía marquen sus resultados.
Como fenómeno de la naturaleza el verano boreal en Estados Unidos, a iniciarse el 21 de junio, pudiera ser uno de los más calurosos, y políticamente por igual. La violencia, doloroso fenómeno social que no conoce fin, todo parece indicar que se expresará con más fuerza en esta época.
Esta posibilidad caminará de manos de un incremento en la compra de armas, lo cual es inevitable en los tiempos de crisis como la que se registra dentro y fuera de esta nación, más cuando acecha el temor de una conflagración mundial.
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