Si puedo afirmar esto, es porque mis momentos de mayor crecimiento espiritual, mis búsquedas ante lo desconocido, mis llantos ante la indolencia humana, han parido desde «ese» rincón en donde nos refugiamos buscando una luz.
Mis dudas y tristezas, mis desalientos y demás momentos cargados de incertidumbre, solo me han brindado un escalón más para compartir con ustedes en estos latidos. Mis «especulaciones» suelen ser concebidas en hechos y experiencias vividas, muy despierto!, y con los ojos bien abiertos.
He bordeado la muerte en diversas ocasiones y una vez me sumergí en ella. No tanto como otros, pero sí lo suficiente para «entender» que más allá de este momento uno continua impoluto y eterno. Uno no muere, pero sí se ausenta de todo lo que ocupa en la vida.
Cuando digo que la riqueza distrae al alma, es porque en mis momentos de bienestar, nunca he subido un escalón que me brinde la certeza ante lo desconocido. Nunca me he acercado ante el misterio de la vida, porque el bienestar obnubila los sentimientos.
Uno se la pasa de buenas y disfruta todo lo que esta dimensión ofrece. Y que bueno que tengamos la oportunidad de percibir todo lo que hay aquí, ojalá todos podamos, en algún momento, navegar, volar, rodar en trenes hasta alcanzar playas y lugares desconocidos donde experimentemos sensaciones brindadas por el planeta que habitamos.
Este latido no está en contra de la riqueza, es solo un intento más, de los muchos que lato, de brindar una «rendija», por donde nuestra consciencia, «haga consciencia», de que «esos» momentos malos, hay que aprovecharlos porque nos están brindando un acercamiento ante lo que será una herramienta para fortalecer lo que irremediablemente llegaré en algún momento.
Y no estoy hablando de la muerte, sino de «travesías» imprevistas que constantemente tocan nuestra piel. Yo no soy ajeno al dolor e incluso he sido bendecido ante las grandes tragedias. No sé si estaré preparado ante ellas, pero las vivencias que he tenido, hasta ahora, me han forzado a «buscar» dentro de mí, esa alma perdida que logra, verdaderamente, comunicarse ante «ese otro mundo» de donde tantos afirman, solemos venir.
Siempre se sorprende uno, cada vez que todo parece cerrado, cuando descubre un nuevo canal de comunicación a través de las vibraciones que emitimos y de las que percibimos en respuesta. Hay una voz afónica, muy clara y transparente, que nos dice «te escucho», entonces uno pide… y recibe.
Muchos soportarán sus penas carnales en la más absoluta indiferencia. Sus distracciones no le alcanzan para «confiar» en lo que parece insólito e imposible. Aun sean religiosos y hayan obtenido una y otra vez el mensaje a través de sus textos sagrados, ya que todos suelen decirlo. Pero nadie escucha, nadie siente, nadie cree…
Alcanzar a tocar el alma, percibirla, adentrarse en ella, estando uno aún ocupando el cuerpo, es como si uno se ausentara por un momento de lo que uno está haciendo, y saltará a «ese» otro espacio en donde uno está verdaderamente. Es decir, me salgo por un momento del juego, para tomar un «descanso» y «respirar» de to’ esas vaina que me están pasando en el terreno…
Nunca entenderás esto si toda tu vida has estado en el bienestar. Nunca podrás agradecer lo que tienes, porque no sabes que vas a perderlo. Podrás alcanzar los últimos minutos de tu existencia en la riqueza cuando te llegara un momento, en que viendo todo perdido te des cuenta de que estás solo y solo te queda buscarte dentro.
No hay diferencia entre encontrarte antes, durante o al final, igual llegarás como todos al mismo lugar de donde viniste. Solo que los que van despertando, están destinados a confortar a los que no y esa es una riqueza que no tiene precio material para un alma que logra navegar entre dos mundos, uno que termina y el otro que nunca se acaba. Salud! Mínimo Distrayero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).