A Pleno Sol
Una reforma policial es necesaria y de urgencia, pero no se puede festinar en medio de acciones mediáticas, y de crímenes que puntales o aislados, ponen al rojo vivo el debate nacional.
Para muchos la reforma policial es de vital importancia. Lo trascedente es que tipo de reformas se van a enhebrar. La policía tiene actualmente reglamentos, disposiciones y disciplina, que no se cumplan y se violen, lo que demuestra falta de institucionalidad.
Hablar de reforma policial no es de disponer de nuevos articulados, de un legajo de conducta, de quitar nombres a los rangos o de tener un nuevo uniforme. Se debe tratar de mejorar lo que no está en los libros, ni lo que se promete en las ruedas de prensa.
Es ir a las interioridades de la policía y sacar lo que puede estar putrefacto. Es dar apoyo a los agentes y oficiales que mantienen limpio el uniforme, y sacar a los que a diario lo manchan.
En la policía no pueden estar los agentes y los oficiales abusadores. La Policía tiene que volver a ser un organismo auxiliar de la justicia. No es juez ni parte. Le da su respaldo a la justicia para detener a los violadores de la ley, para investigar el delito.
La primera línea de reforma a la policía tiene que ser el sermón del respeto irrestricto y bajo cualquier circunstancia del derecho a la vida. No hay pena de muerte en el país. Son los tribunales los que se tienen que encargar de aplicar las penas por violaciones a las leyes. Desde el gatillo de una pistola no se impone la ley, sino la violación del derecho a la vida.
Ahora, está claro y no puede ser negociable, que los policías se tienen que defender, cuando son enfrentados por un delincuente. La lucha contra el crimen organizado o desorganizado tiene riesgos y necesita protección. Al agente no se le puede atar las manos, para que ante un delincuente tome una postura de prepotencia.
Hay que ampliar la fase investigativa de la policía. Hay que dividir la investigación de la persecución. El que hace la investigación científica del crimen no debe ser el que aprese. Tiene que haber una policía interna, que sean fiscales independientes, que con atribuciones específicas sobre la uniformada, hagan investigaciones independientes.
No son los reglamentos internos de la Policía los que fallan, sino las acciones de muchos de sus miembros, y una línea de acción que con el tiempo ha tomada diversas vertientes, entre el deber y el tremendismo y la violencia incontrolable de unos. Es rescatar a un cuerpo de orden, de sus tropezones y desviaciones. !Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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