Por José Francisco Peña Guaba
Yo amo la política. Está en mis genes. Vengo de una escuela donde este oficio es parte vital de nuestra existencia. No solo hacemos política por la búsqueda del poder. No negamos que tenemos un alto sentido de donde se puede encontrar. Pero mis decisiones no únicamente están basadas en ello, aunque reconozco que los aciertos hacen la diferencia para determinar quienes logran ser más exitosos que otros.
No sujeto mis criterios a los de nadie por intereses particulares. No perderé mi capacidad de reconocer desde un punto crítico, pero realista, las condiciones de los demás. Pero a veces la pasión obnubila nuestras mentes y si le ponemos una pizca de sinrazón, entonces las malquerencias encuentran un terreno fértil qué al cabo del tiempo, como un hilo imperceptible sin frenos, termina en odio.
Es eso lo que no me permito; que se aposente el odio en mi corazón, porque de ser así no podré ver las cosas nobles en los demás, de reconocer sus condiciones y virtudes y porque albergar cualquier mal sentimiento, no deja ver las cosas positivas de los demás, sin importar cuán buena sea la acción. Solo lo veré desde una óptica negativa y perderé el más elemental sentido de la razonabilidad. Por eso cuando estábamos en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), en vida de mi padre, no solo establecí relaciones con los nuestros. También conocí a reformistas, a peledeistas y a muchos, aunque sin banderías Partidistas, no compartían nuestra visión.
Pero el hecho de que fuéramos de diferentes Partidos y tuviéramos diametrales posiciones, no fue óbice para construir niveles de respeto, admiración y amistad, muchas de ellas que conservó en la actualidad.
Si algo me enseñó el cultivar relaciones primarias con los contrarios, es tener un sentido práctico, analítico y objetivo del quehacer político nacional. Aprendí que este es un pueblo noble que no sigue a apologistas del odio. Que aborrece, porque se lo ganan, a los que ocupan los cargos más no a las personas, Aprendí también que en las diferentes coyunturas históricas, el que actúa con serenidad es el pueblo, ejemplo de ello es que ese mismo pueblo votó en el año 1962 por el profesor Bosch y no por Viriato Fiallo.
Los resentimientos y los odios no dan certeza de esperanza. Pero tampoco al final generan votos.
Supe salir del gobierno del presidente Danilo Medina con diferencias, más no con el interés de negarle sus luces, que las tiene. Y no pocas.
También supimos ponernos a trabajar para construir una alternativa opositora desde la plataforma de Juntos Podemos y logramos construir una alianza que nos permitió llevar a candidatos municipales en 79 demarcaciones y ahora, para las elecciones congresuales, quince (15) partidos, entre ellos el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y la Fuerza del Pueblo, presentaremos 22 candidatos comunes, a senadores, para las próximas elecciones pautadas para mayo o para cuando se realicen.
Como verán, pasé a ser parte de la oposición y he tratado de aportar mi granito de arena para unirla, con el fin de sacar al equipo actual gobernante. Para eso hago uso del derecho de disentir con los del Palacio. Es necesario y sano para nuestra democracia de que recuperemos la alternancia en la dirección gubernamental, pero para hacerlo no tengo que odiarlos y criticarles todo (hasta lo bueno que hagan) y convertirme en un ser irreflexivo.
Lo correcto, dado el escenario político actual, es que la oposición fuese unida en la primera vuelta electoral en el nivel presidencial, pero esto no fue posible ya que unos están con Luis Abinader y otros estamos con Leonel Fernández.
La verdad es que debimos ponernos de acuerdo. El país así no los demandaba.
Más no se pudo lograr y caminaremos a una segunda vuelta electoral, dolor de cabeza si no se resuelve a tiempo lo de la pandemia del covid-19.
Nuestra propuesta de posponer las elecciones de mayo no tiene el interés de oxigenar, con un poco más de tiempo, al Gobierno; mucho menos, por la misma razón, fortalecer la candidatura de Leonel Fernández, la cual apoyo.
Tampoco es en detrimento de la candidatura de Luis Abinader del PRM, primero, porque es hijo de mi queridísimo amigo Don José Rafael (EPD); segundo, porque en el PRM están la mayoría de mis amigos, compañeros y familia; y tercero, porque todas las encuestas le dan una altísima posibilidad de ser el próximo presidente de la República Dominicana.
Es importante que todos entiendan que yo no estoy con Leonel porque lo considero la mejor alternativa segura para llegar al poder. Tiene grandes posibilidades si logramos clasificar en primera vuelta. Lo hago porque lo considero capaz de lidiar con la crisis que se avecina; es el líder político con mayor experiencia y capacidad gerencial de estado.
El oportunismo no tiene espacio en mí. Esto no tiene que ver en si ganamos o perdemos, algo natural del ejercicio político- electoral.
Respeto a todos los que difieren de la propuesta de posponer las elecciones de mayo, sean unos porque están tan desesperados por llegar al poder que las desean hacer inmediatamente y otros por echar a Danilo Medina y su equipo del Palacio.
Yo apuesto al país, a la salud de nuestro pueblo, a buscar alternativas inmediatas para disminuir los efectos de la crisis económica mundial que se avecina, cuyos vientos, lo primero que se llevarán en nuestra nación, son los ingresos generados por el turismo y las remesas que envía nuestra diáspora.
Todos sabemos que tiene que haber traspaso de mando en agosto, pero es a la actual gestión que le toca lidiar con la gravedad del problema y de verdad, en este momento, todo no lo podemos politizar, hay que tener capacidad de miras, atalayar el futuro y no querer vender que los que vengan a gobernarnos, pueden garantizar una panacea, porque es posible que el ¨E pa’ fuera que van¨ sea en meses y no en años.
Nos queda pues, actuar con madurez.
Mas si lo que queremos es desorientar a nuestro pueblo y desde ahora contribuir, con nuestra insensatez, al juego de la destrucción total de la salud y la economía de la nación, que es lo peor que nos puede pasar, mantengamos entonces las elecciones de mayo.
Espero que Dios ilumine a nuestra clase política dirigencial, a los del gobierno y a los que estamos en la oposición, porque este es un momento de unidad por nuestra patria.
Me despido citando una frase, repetida en varias ocasiones el profesor Juan Bosch en el año 1962, hoy más necesaria que nunca: «No se puede vivir como las hienas, dándole vueltas al odio».
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