A Pleno Sol
Sectores importantes de la sociedad dominicana están reclamando cambios. No que se pase la hoja de papel de un libro, sino nuevas formas de gobernar, estructuradas relaciones económicas, mejorías en los programas de salud y educación, y sacar de la miseria a millones de personas.
Desde hace poco más de un año se producen cambios en la armazón medular de la sociedad. La pandemia ha iniciado una etapa de avance y modernización en medio de las rodillas dobladas de casi todos los ciudadanos por temor a infectarse.
Esas variaciones conductuales son normales cuando un hecho relevante parte la cotidianidad social. Se han introducido nuevas formas de trabajo. Por ejemplo ya será una realidad por siempre el laboral a distancia. La tecnificación se torna necesaria, para superar a la mano de obra bruta.
Con la pandemia se sepultó el conuquismo, el pequeño parcelero y el minifundio. Se demuestra que la poderosa agroindustria es lo único que puede abastecer de alimentos a la población. En medio de esta desgracia, la comida no ha faltado, aunque si la especulación domina todo.
Se va imponiendo en el comercio la venta por internet o por celular. En poco tiempo los grandes centros comerciales trabajaran al mismo tiempo con el cliente presencial y la venta por catálogo y a distancia, y ello significará nuevas experiencias comerciales, pero también mayor desempleo.
Todo ha cambiado en la sociedad dominicana en poco más de un año, aunque para muchos esto siga congelado con una mínima apertura comercial. Las sociedades no se estancan, avanzan permanentemente.
Los que se quedan atrás son devorados por la exclusión y el abandono. No hay realidad más terrible que la marcha inexorable de los acontecimientos sociales, dejando atrás a los que no tienen piernas para correr a tiempo.
El drama sicológico de los cambios personales y de convivencia social, se tiene que dar en lo económico. Sino la exclusión de miles de dominicanos a una mejor vida se mantendrá en pie. Se afianzará el concepto de la sociedad de élite, donde unos lo tienen todo, y la mayoría nada.
Con prácticamente dos años de educación pública perdida, se ensancha la brecha de los saltos sociales. Los colegios privados no han dejado de dar docencia en ningún momento. Presencial o a distancia, han cumplido con su cometido. El mayoritario sector educativo público es el que ha ido a tropezones.
Con tiempo hagamos los cambios y reacondicionamientos necesarios en una sociedad que nunca jamás volverá a vivir como hace un año. La pandemia lo ha trastocado todo. Ha modificado conductas y ha sepultado ilusiones. Queda ahora ir suturando los efectos colaterales para que se notifiquen los menores daños posibles. Cero exclusiones y mayor integración de todos. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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